Literatura sudamericana

5 poemas de Fabián Casas que deberías conocer sí o sí

El escritor y periodista argentino es reconocido como uno de los mayores exponentes del género poético de las últimas generaciones. Conoce sus poemas a continuación.

Por El Ciudadano Argentina

29/12/2015

Publicado en

Argentina / Artes / Cultura / Literatura

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fabiancasas

1- Sin llaves y a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.

Había limpiado la casa y escrito

dos o tres poemas que me gustaban.

No pedía más.

 

Entonces salí al pasillo para tirar la basura

y detrás de mí, por una correntada,

la puerta se cerró.

Quedé sin llaves y a oscuras

sintiendo las voces de mis vecinos

a través de sus puertas.

Es transitorio, me dije;

pero así también podría ser la muerte:

un pasillo oscuro,

una puerta cerrada con la llave adentro

la basura en la mano.

2- Me detengo frente a la barrera

Me detengo frente a la barrera.

Es una noche clara y la luna se refleja

en los rieles. Apago las luces del auto.

Está bien, pienso, es bueno que nos demos un tiempo.

Pero no comprendo nuestra relación;

no sirvo para eso. ¿Acaso serviría de algo?

Tu padre está enfermo y mi madre está muerta;

pero igual podría ir y tirarme encima tuyo

como todas estas noches. Eso es lo que sé.

Ahora la tierra vibra y un tren oscuro

lleva gente desconocida como nosotros.

3- A mitad de la noche

Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.

Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.

Estoy desnudo en el medio del patio

y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.

Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.

Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.

El viaje del Salmón

en una época dura.

Pienso esto y abro la heladera:

un poco de luz desde las cosas

que se mantienen frías.

4- Improvisados

Estamos abrazados en una cama improvisada en el piso.

Tus ojos están cerrados; pero no sé si dormís.

Este es tu cuarto de soltera,

un lugar agradable, neutral.

Por la ventana suben los ruidos

de un día que empieza a moverse.

La ropa permanece arrugada, a un costado

ignorando la farsa de dar y recibir.

5- Después de largo viaje

Me siento en el balcón a mirar la noche.

Mi madre me decía que no valía la pena

estar abatido.

Movete, hacé algo, me gritaba.

Pero yo nunca fui muy dotado para ser feliz.

Mi madre y yo éramos diferentes

y jamás llegamos a comprendernos.

Sin embargo, hay algo que quisiera contar:

a veces, cuando la extraño mucho,

abro el ropero donde están sus vestidos

y como si llegara a un lugar

después de largo viaje

me meto adentro.

Parece absurdo: pero a oscuras y con ese olor

tengo la certeza de que nada nos separa.

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