Angelo Perattini: Un trabajo en proceso de individualización

Pasado diciembre, mes de balances, revisión del año y todas esas cosas, enero puede ser un buen momento para abordar el disco de Angelo Pierattini, que si bien no será el mejor disco del año, eso lo puedo asegurar ahora que ya se han hecho las cuentas, pero que vale en si mismo por la presencia en solitario -entre comillas- del mencionado músico, quien fuera guitarra y voz de Weichafe, banda injustamente olvidada por muchos espacios y medios. Este trabajo debe saludarse de forma calurosa, aunque sea desde un perspectiva subjetiva, como lo son todas, ya que nunca he creído en eso de las objetividad.

Vuelvo sobre lo dicho, e insisto en que Weichafe me parece hoy uno de los mejores grupos de su tiempo y de los pocos que fueron capaces -uno nunca sabe si puede hablar con certeza en pasado- de construir una mirada propia y arriesgada dentro de su espectro musical. Por eso acercarse al trabajo de Pierattini exige una limpieza, un ejercicio de individualidad, y no de él, sino de los que lo escuchan. Él claramente muestra que ya lo está realizando, que su trabajo en solitario -recuerden las comillas- no es una versión descolgada del trabajo anterior, aunque el momentos uno puede evidenciar sonidos ligados a su proyecto previo, pero eso es inevitable, ya que uno jugando al detective musical podría encontrar pistas o evidencias de otros artistas, en casi todos los nuevos trabajos.

Por eso también vale decir que Pierattini y sus calavéricos compañeros de disco, entregan en el trabajo una prolongación de la historia reciente, más pausada y pautada, cierto, pero con similar espíritu melódico y eléctrico, con idénticos arrebatos de guitarra que parecen surgir de la nada en un proceso de aceleración que no incomodan y que buscan no ser solamente una potencialidad o intensidad vacía. Pero el disco también quiere escapar, quiere alejarse hacia otros campos estilístcios, y es donde quizás se hacen más debiles las composiciones, pero aparecen en el contexto general como piezas de transición, de detención en conceptos e ideas que quizás en otras formas no tendrían la misma caracterización. Así ocurre con «Espía azul» y «Pegado al televisor».

En la continuidad y proceso del disco, Pierattini empieza a vivir un proceso de desnudamiento instrumental, y va entregando en las últimas piezas del disco, composiciones que se limpian casi d elos instrumentso eléctrivos, llegando incluos a hacer en «Desdeñoso» casi la mitad del tema con pura voz, para sumar muy posteriormente los acompañamientos de instrumentos. Una composición que reafirma lo dicho al principio y lo varorable del trabajo de Pierattini, se refleja en «En medio del mar», única pieza acústica del disco, que permite ver un vuelo creativo mayor y directo, que en otras piezas se pierde por el exceso de ideas o de coberturas. Abrá que ver ahora que trae el volumen dos.

Temas: 01. Tantas melodias. 02. Patria malquerida. 03. Ángel del tambor. 04. Dedo acusador. 05. ¿Y si acaso existiese un parque donde los muertos se carguen de invisibilidad? 06. Quema y sana. 07. Espia azul 08. Pegado al televisor. 09. Alma deja llevarte hasta el sol. 10. Palabras rotas. 11. Mi placer está condenado. 12. Tontos bichos de hoy. 13. Desdeñoso. 14. En medio del mar. 15. Voces por sobre las nubes blancas.

Interpretes: Angelo Pierattini (guitarras, sintetizadores, piano acústico, programaciones y voces); Diego Ormazábal (batería);  Pablo Ilabaca (órgano y piano acústico); Leo Guzmán (bajo y contrabajo); Isabel Vásquez (viola); Orlando Miranda (percusión); Daniel Espinoza (trompeta); Felipe Ilabaca (bajo).

Angelo Pierattini y las calaveras errantes. Vol.1.
Oveja Negra
(P) 2008

Por  Jordi Berenguer

El Ciudadano