Librería Catalonia afectada por desborde del Mapocho

Demanda contra Costanera Norte: «Seguiremos hasta el final»

Tras el desborde de agua y barro del Mapocho, las propietarias de la tienda encabezan la querella contra el Costanera y la constructora Sacyr. Este fin de semana exponen en Providencia las obras realizadas por 50 artistas con los 6.134 que se embarraron.

Por Meritxell Freixas

19/08/2016

Publicado en

Artes / Chile / Cultura / Portada

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«Transformar una experiencia negativa en otra positiva». Eso tan difícil a veces de lograr es lo que han hecho las propietarias de la librería Catalonia (Urbinas, 17 de Providencia), las hermanas Catalina y Laura Infante.

Su pesadilla empezó el pasado 17 de abril, cuando desbordó el río Mapocho a causa de las obras de la empresa Costanera Norte en Avenida Kennedy que provocaron la inundación de las principales avenidas de la comuna de Providencia. El río desbocado inundó varios de los locales de la zona, entre ellos la librería, y dejó con una mano delante y otra atrás a muchos de los comerciantes que vieron como sus negocios quedaban pasados por agua y barro.

El desastre estaba dado y era el momento de asumir responsabilidades y reparar a los afectados. Sin embargo, este proceso no se concretó como los perjudicados esperaban. Las empresas responsables de los daños -que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) aseguró que había advertido- han despachado el asunto a su manera, con propuestas que no satisfacen a aquellos que han sufrido pérdidas mayores. Este es el caso de las dueñas de la librería Catalonia, quienes tras intentar negociar con las compañías no llegaron a ningún acuerdo: «Lo que nos ofrecían era derivarnos a su aseguradora y que ésta evaluara según sus propios criterios cuanto costaban los libros y una serie de cosas sin considerar el lucro cesante ni el daño moral. Nos pareció que no era una solución justa», aseguró a El Ciudadano Catalina Infante, quien a parte de sacar adelante el negocio familiar de dos décadas de historia, también es escritora y periodista.

catalina infante

Tras esa primera decepción, las responsables del negocio -junto con cinco locatarios más- decidieron llevar el caso por la vía judicial, convirtiéndose en la cara visible de los afectados por la negligencia de la concesionaria Costanera Norte y de Sacyr, la empresa encargada de las obras de la autopista.

Hoy, relata Catalina, el proceso sigue su curso legal a pesar de las dificultades por la falta de colaboración de las compañías y la demora en la entrega de los documentos solicitados por los juristas: «Han ocupado todas las prácticas para poder retrasar al máximo la demanda y se niegan a entregar los papeles porque dicen que son confidenciales».

La impulsora de la querella denunció también las turbias prácticas que Costanera ha llevado a cabo con los afectados: «Ofrecieron un contrato de confidencialidad a todos los perjudicados que aceptaron el pago de la empresa», explicó. Una especie de acuerdo en el que la compañía recompensa económicamente a los afectados a cambio de su silencio. «El compromiso era de no volver a hablar del tema, ni revelar lo que les pagaron, ni el trato, ni del Costanera ni de la constructora por diez años», comentó Infante. Y agregó: «Hay muchos afectados que llegan a acuerdo porque no perdieron tanto o porque están cansados pero, en nuestro caso, tomamos la decisión de no tranzar ciertas cosas porque no nos pareció una práctica muy limpia».

La propietaria del negocio fue también contundente con el actuar del MOP, a quien criticó la falta de respaldo y de interés por estar cerca de los damnificados: «La mayor desilusión ha sido el desamparo del Estado -dijo-, nadie del MOP se ha acercado a nosotros, no nos han dicho nada, no ha habido un trato humanizado ni de parte de la empresa ni de parte del Estado», espetó.

Las hermanas Infante lo tienen claro: quieren recuperar las pérdidas -valoradas por sobre de 90 millones de pesos- y quieren conseguir también una compensación por el tiempo que el establecimiento no pudo funcionar con normalidad -dos meses- y por el daño moral: «Seguiremos hasta el final de la demanda, de la mano de nuestros abogados porque la librería es mucho más que una librería que se embarró y queremos pasar la página pero de una manera justa«, afirmó Catalina.

6.134, Del barro al arte

La parte hermosa de la historia es la capacidad de resiliencia y de darle la vuelta al barro de las hermanas Infante. «Nos daba pena ver los libros ahí, en una bodega, botados, llenándose de hongos», indicó Catalina. Esa tristeza se canalizó y terminó convirtiéndose en la semilla para dar lugar a una exposición que convirtió a los 6.134 libros que destrozó el agua en obras de arte creadas por más de 50 artistas.

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6.134, Del barro al arte es una muestra en la que han participado figuras del mundo artístico como Samy Benmayor, Hugo Marín o Bororo, además de varios artistas jóvenes «que han incorporado diferentes materialidades a sus obras: trabajo de luz, collage, ilustración digital, etc.», señaló Infante visiblemente satisfecha por el éxito que hasta ahora ha tenido la muestra.

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Más allá de la experiencia artística, la exposición ha sido el mecanismo que las propietarias de la librería Catalonia encontraron para reivindicar su causa y «no quedarnos calladas». Catalina apuntó que les sirvió para sacarse «el mal rato, la impotencia y la rabia y demostrar que cada libro vale». Y añadió: «En un país donde la industria del libro es tan pequeñita, importa cada uno de los libros que se inundó».

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Las obras expuestas se venderán y, al contrario de lo que muchos podrían imaginar, los fondos no se destinarán a cubrir las pérdidas de la librería: «Quien tiene que pagar por eso son los responsables, nunca quisimos hacer una acción caritativa», espetó la escritora. La propuesta de las hermanas es dedicar los recursos a la construcción de una biblioteca en una escuela con pocos recursos de la región de la Araucanía porque «la editorial Catalonia tiene una línea muy ligada a los pueblos originarios y era una manera de ser coherentes con nuestros libros».

La muestra podrá disfrutarse hasta el próximo domingo día 21 la Fundación Cultural de Providencia, (Nueva Providencia 1995).

Meritxell Freixas

@MeritxellFr

 

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