Claro, sencillo y vigoroso

El México de José Raúl Anguiniano Valadez

Considerado uno de los máximos exponentes de la escuela mexicana de pintura, Raúl Anguiano Valadez (1915-2006) destacó en sus obras las cualidades expresivas de México, sus procesos sociales, su diversidad étnica, sus tradiciones y sus festividades.

Por Lucio V. Pinedo

15/03/2016

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José Raúl Anguiano Valadez nació en Guadalajara en 1915 y murió en el 2006. Fue fundador, en 1938, del Taller de Gráfica Popular, al lado de Leopoldo Méndez, Alfredo Zalce, Pablo O’Higgins y Fernando Castro Pacheco. Principalmente, realizó grabados y litografías, con la idea básica de solidaridad con trabajadores y campesinos.

Aquel mismo mismo año, presentó su primera exhibición individual en el Palacio de Bellas Artes. En 1941, fue a los Estados Unidos, donde estudió y enseñó pintura. Fue fundador del Salón de la Plástica Mexicana. En esa institución ejerció la docencia, al igual que en la Escuela de Pintura y Escultura «La Esmeralda» y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Perteneció a la segunda generación de muralistas, integrada también por Jorge González Camarena, Federico Cantú Garza, Juan O’Gorman y Luis Vizuet, entre otros. Formó parte de la primera expedición a Bonampak.

Fue maestro de artistas plásticos como Vicente Rojo, Ignacio Barrios, José Hernández Delgadillo, Fanny Rabel, Susana Noriega y Enrique Echeverría, entre otros. Ejerció, junto con Guadalupe Posadas, Leopoldo Méndez y los artistas del Taller de Gráfica Popular, una gran influencia sobre otros movimientos artísticos. Un ejemplo de ello es el Grupo Espartaco de Argentina. El Museo del Dibujo y la Ilustración de Buenos Aires atesora una importante colección de los trabajos de estos artistas.

Este muralista enfocó su obra en el México rural e indígena, sus fiestas, tradiciones y religión. Raúl pintó los paisajes, los habitantes, los campesinos y peones de los ranchos, en pocas palabras, México. Por su continuo viajar, también pintó varios países, y le gustaba también dibujar mujeres desnudas.

Su primer maestro formal fue Juan Ixca Farías —«Ixca» era su pseudónimo, que, en náhuatl, significa alfarero—. Él le enseñó estampas de Miguel Ángel, de Rafael Sanzio, del taller de Bartolomé Esteban Murillo y de Luca Giordano. De niño, fue influenciado por fotografías de los murales de los denominados Tres Grandes (David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco), gracias a las revistas que llegaban a Guadalajara. Cuando salíó de su tierra natal, Orozco aún no pintaba sus obras murales ahí.

Durante varios años, vivió en la Colonia Roma de la ciudad de México, donde pintaba la cotidianidad de la urbe y su gente. Gran retratista, su obra refleja un carácter realista. Su ideología era ecléctica, no pensaba en que esta pudiera influir en movimientos políticos. De forma innata se inclinó por una construcción geométrica rigurosa, reforzada por su estudio del gran pintor francés Paul Cézanne. La estructura geométrica y sólida es patente en toda su obra plástica. Un estilo claro, sencillo y vigoroso, basado en el neoclasicismo, que fue lo primero que vio en la casa de Prisciliana, su abuela paterna. Él consideraba el dibujo como la base de todas artes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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