Algo sobre Elena Varela

Reflexiones indigenistas desde la biblia, la poesía de los Nobel y la etnopsiquiatría

Por Director

05/08/2009

Publicado en

Artes / Cine

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Reflexiones indigenistas desde la biblia, la poesía de los Nobel y la etnopsiquiatría.

Elena Varela es como Jesús, no está presa porque haya tenido ningún vínculo con los asaltos y asesinatos de que se la acusa, está presa solamente porque hizo un documental mostrando los abusos que sufren los mapuche (utilizo mapuche en singular y plural, “gente de la tierra”) en Chile.

Elena Varela es como Jesús, como Gandhi, como Nelson Mandela, como Martin Luther King. Todos ellos eran “delincuentes” para los poderosos de su tiempo, todos ellos estuvieron presos o fueron asesinados por los poderosos. Pero Gandhi, Mandela y todos ellos no eran delincuentes, los delincuentes eran los derechistas, como los derechistas delincuentes que hace poco en Chile fueron con linchacos y cuchillos a golpear a los documentalistas europeos que también estaban filmando el conflicto mapuche. Había 3 grupos de documentalistas: uno el de Elena Varela, otro era de franceses y el otro de italianos. Los 3 estaban filmando o iban a filmar el conflicto mapuche, y a cada uno de estos grupos los delincuentes derechistas los acusaron de un delito distinto. A unos les inventaron que eran de la ETA, a otros les inventaron que querían robar madera de las forestales y a Elena Varela le inventaron que tenía nexos con unos asaltantes. ¿No será un poco raro que justo tres grupos de documentalistas distintos, que iban a filmar la injusticia que sufren los mapuche, los derechistas los hayan acusado de distintos delitos? Por eso el Comité contra la Tortura y el Consejo de DDHH de la ONU, que Chile integra, señaló que esto debía ser investigado. Lo único que tenían en común los 3 grupos era que iban a filmar el tema mapuche. Al igual que los que acusaron a Jesús inventaron mentiras sobre él para condenarlo, aquí estos derechistas inventaron mentiras sobre los 3 grupos de documentalistas.

Dijo Jesús: “Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mt 5:10)

Y semejante a esa frase de Jesús, que habla de los “justos”, es la siguiente frase del Che Guevara, que habla de aquellos que se oponen a la “injusticia”:

“Sean capaces de sentir en lo más profundo cualquier injusticia cometida contra cualquiera. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.

Los “perseguidos por hacer lo que es justo” (Jesús) son los que “siente en lo más profundo cualquier injusticia cometida contra cualquiera” (Che). Y las víctimas de la injusticia son los indios, no los derechistas. En el tiempo de Jesús, Israel estaba sometido a Roma de un modo parecido a como los mapuche están sometidos a Chile. Y Jesús era un socialista, que decía:

“Anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo.” (Mt 19:21)

“Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.” (Mt 6:24)

Los apóstoles de Jesús vivían en una comunidad socialista:

“Todas las cosas eran de todos. Todos los creyentes, que eran muchos, pensaban y sentían de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solamente suyas, sino que eran de todos. Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno”. (Hechos 4:32-35)

Y los apóstoles de Jesús eran perseguidos y fueron encarcelados por los saduceos y fariseos, los grupos con poder y prestigio en Israel, los mismos que crucificarían a Jesús. Por ejemplo, leemos en Hechos 5:17-20: “Persecución de los apóstoles. El sumo sacerdote y los del partido de los saduceos que estaban con él, se llenaron de envidia, y arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y los sacó, diciéndoles: “Vayan y, de pie en el templo, cuenten al pueblo todo este mensaje de vida.””

Así, todos los cristianos ultraderechistas son cristianos falsos y blasfemos, no siguen el ejemplo de Jesús. Jesús se refería así a los que, en su tiempo, se creían muy religiosos y de muy buenas costumbres, pero eran hipócritas:

“¡Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!” (Mt 23:24)

“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados, bien arreglados por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muertos y de toda clase de impureza. Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad. ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, y luego dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados, no habríamos tomado parte en la muerte de los profetas”. Ya con esto, ustedes mismos reconocen que son descendientes de los que mataron a los profetas. ¡Terminen de hacer, pues, lo que sus antepasados comenzaron! ¡Serpientes!¡Raza de víboras!” (Mt 23:27-33)

Jesús fue condenado a muerte por los conservadores de la tradición religiosa judía de su tiempo, los fariseos y saduceos conservadores pro-pena de muerte que arrestaron a Jesús y lo crucificaron. Y cuando lo habían arrestado, decían mentiras sobre él, para tener motivos sobre los que condenarlo. Lo mismo que hacen quienes arrestaron a Elena Varela y la tienen en la cárcel.

“Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban alguna prueba falsa para condenar a muerte a Jesús, pero no la encontraron, a pesar de que muchas personas se presentaron y lo acusaron falsamente. Por fin se presentaron dos más, que afirmaron: -Este hombre dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios, y volver a levantarlo en tres días”” (Mt 26:59-61)

También acusaron a Jesús de haber dicho que no había que pagar impuestos a Roma, cosa que Jesús nunca dijo. De hecho, tiempo antes, antes de que Jesús fuera arrestado, habían tratado de tenderle una trampa para que lo dijera, preguntándole si acaso no había que pagar impuestos a Roma, y Jesús había dicho que no le tendieran trampas, y que había que dar al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios. Quienes condenaron a muerte a Jesús estaban preocupados porque Jesús se estaba empezando a hacer muy conocido y temían que su fama le diera a Israel problemas con Roma. Quienes tienen en la cárcel a Elena Varela son lamebotas de Estados Unidos y ultraracistas anti indios. Estos racistas les roban a los mapuche sus tierras y después, cuando los mapuche realizan algún acto violento en respuesta, dicen “Ahí tiene usted, ¿lo ve? Los indios son delincuentes”. Estos racistas, que son los saduceos y fariseos de hoy, piensan que los mapuche “atrasan a Chile” y que hay que asesinar a todos los indios, erradicarlos, y así tendremos un gran Chile desarrollado.

Estos racistas son éticamente deplorables y tienen todas las características que ellos atribuyen a los indios: son ignorantes, tontos, tienen faltas de ortografía y enormes errores de redacción cuando escriben, y además son asesinos y violentos. La violencia de los mapuche no es más que una reacción a los actos de los racistas que les roban sus tierras.

La idea de que los mapuche atrasan a Chile es falsa. Marcelo Salas Melinao, el goleador histórico de la selección chilena, tiene un segundo apellido mapuche. Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura, decía:

“Pocas razas hay sobre la tierra más dignas que la raza araucana. Alguna vez veremos universidades araucanas, libros impresos en araucano, y nos daremos cuenta de todo lo que hemos perdido en diafanidad, pureza y en energía volcánica.” ~Pablo Neruda

Neruda era indigenista y también lo era Gabriela Mistral, nuestra poetisa que recibió el Premio Nobel antes de que en Chile le dieran el Premio Nacional de Literatura. Las siguientes palabras son de Gabriela:

“…se ha mantenido testarudamente puro según el empecinamiento araucano (…) Agradecimiento le doy a las gargantas cantadoras por esta preciosa lealtad a sí mismas, virtud en que el indio sobrepasa al blanco imitador, para el cual todas las cosas se vuelven pegadizas en este tiempo” (Mistral, 1957, p. 87)

“El latifundista chileno forma parte del bloque de la crueldad conquistadora y colonial; pero teniendo una porción grande de delito tiene mucho más aún de estupidez, y de estupidez criolla. El gran pecado que es aquí el Estado, se exhibe con una imbecilidad verdaderamente “soberana”” (Mistral, 1957, p. 114)

Además de los chilenos Pablo Neruda y Gabriela Mistral, también son indigenistas y críticos por lo menos otros tres Premios Nobel de literatura latinoamericanos: el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano Octavio Paz. Todos ellos, los 5, son mestizos visibles (tienen rasgos indígenas visibles) y todos son más inteligentes que los derechistas que están asesinando y oprimiendo a los mapuche.

Los derechistas dicen que los mapuche son atrasados en ciencia-tecnología; también lo eran los israelitas del tiempo de Jesús en comparación al imperio romano. El progreso no es sólo científico-tecnológico, es también democracia, lo que significa “modernidad” político-cultural, tolerancia, dejar de lado los prejuicios reaccionarios. Estos son los principios democráticos modernos que la revolución francesa hizo emerger cada vez más hasta hoy, pasando luego por la abolición de la esclavitud y el logro del derecho a voto de las mujeres, y que nos distinguen de la edad media. En Chile no hay negros y en EE.UU. sí, si en Chile hubiera negros y en EE.UU. no, los derechistas chilenos dirían que los negros nos atrasan e impiden que Chile se desarrolle. Los negros, por lo demás, inventaron el rock n roll, el gospel, el blues y el jazz. Los mapuche no atrasan a Chile, la tolerancia es una cualidad de la “modernidad” y la multiculturalidad enrriquece a los países. Así, por ejemplo, en Francia, Tobie Nathan inventó la consulta de etnopsiquiatría gracias a que en ese país hay inmigrantes que provienen de culturas indígenas. La etnopsiquiatría es una forma de psicoterapia dirigida por Tobie Nathan y con la participación de diez terapeutas más, venidos cada uno de una cultura distinta, y traductores. Es psicoterapia para pacientes inmigrantes en Francia, inmigrantes indígenas que sufren sintomatología de diverso tipo debida al choque de aculturación, a las diferencias entre la cultura francesa y la de origen, y al hecho de que en Francia los códigos culturales de las tribus de las que estas personas son originarias, no son reconocidos. Los tratamientos occidentales, dice Nathan, no son del todo adecuados para estos indígenas, pues ellos tienen sus propias formas culturales de concebir enfermedad y tratamiento. Es importante destacar que los libros de Nathan se han traducido a varios idiomas, incluído el español. Así, la invención de la etnopsiquiatría, que habría sido imposible sin la diversidad cultural, ha enrriquecido tanto a la antropología cultural (etnología) como a la psicología europeas, pues se encuentra en el cruce entre ambas, y ha significado ingresos en dinero a Francia (por los libros de Nathan vendidos en diversos países del mundo). A continuación un fragmento de un tratamiento que Nathan brindó a un soninké:

“Primera entrevista con el señor Abdulá D… Se trata de un soninké originario de Mauritania; un hombre pequeño, delgado, con el rostro arrasado por el dolor. Para guardar compostura, vino con su intérprete. Inmediatamente, comenzó a acusarnos, a nosotros los blancos, todos los blancos. Su mujer, influenciada por las asistentes sociales y las responsables de puericultura de la PMI, pidió el divorcio según la ley francesa. ¿Pero sabe acaso el juez de paz que él entregó una dote de cuatro millones de francos CFA, alrededor de 80.000 FF, y que entre los soninkés se restituye la dote después de un divorcio? ¿Sabe que por el contrato de matrimonio él se comprometió ante la familia de su mujer a protegerla y ayudarla en tierra de exilio y que no puede volver a su pueblo dejándola aquí sin ningún lazo familiar? ¿Sabe que entre los soninkés, que tienen costumbres estrictamente patrilineales, los niños pertenecen a la familia paterna y que confiarlos a la madre es equivalente a excluírlos de su pertenencia cultural? ¿Acaso el juez quiere secuestrar a los niños? No para de lanzarnos proverbios: “¡La tortuga no abandona su caparazón!” “¡No se hace sonar el tambor en el agua!”, que significan: “Cuando se vive en medio de extranjeros, uno no se muestra, uno se mantiene tranquilo”. Daba a entender de forma clara que no quería cometer la imprudencia de revelar a un extranjero lo que realmente pensaba.

¿Es posible sólo escuchar a esta persona, como se dice habitualmente en nuestra casta?1 ¿Pero cómo compartir con él un universo de referencia para reconocerlo como persona? ¿Es posible, en el transcurso de la entrevista, permitirle ser humano sin permitirle ser también (¡ser ante todo!) un soninké? Ese día estuve inspirado, recordé un proverbio bambara. “En Malí”, le dije, “escuché decir que si encuentras una hermosa calabaza que baja por el Níger es porque tiene un agujero en el fondo”. Le permití así ser ante todo un soninké (la única manera, pensé, de ser humano para un soninké) y expresar, del modo en que lo hacen los soninkés, sus reproches para con su mujer.

El mensaje fue recibido inmediatamente pues respondió: “¡Ah! ¡Conoces África! Entre los soninkés preferimos decir “si encuentras una bicicleta en el río y la recojes, ¡debes saber que deberás volver a dejarla en el mismo lugar de donde la tomaste!””. Daba por sobrentendido sin duda que esa bicicleta pertenecía a algún genio del agua, tan presentes entre los soninkés (Gibbal). Yo no había hecho más que darle a entender “Deseaste a una mujer joven y bonita; quién sabe si ella no pertenecía a algún genio del río?”. Mi intervención no se limitaba a recordarle verdades de perogrullo del modo en que un soninké puede escucharlas. Mi frase estaba también cargada de implícitos (volveré sobre esto). Pero, ante todo, él me identificaba, ponía en evidencia el estado actual de la interacción que yo acababa de establecer con él (“¡Ah! ¡Conoces África!”).” (Nathan, 1999, p. 16-17)
Por Stefano Gissi
Referencias

Mistral, G. (1957). Recados contando a Chile. Santiago: Ed del Pacífico.

Nathan, T. (1999). La influencia que cura. Buenos Aires: Fondo de cultura económica.

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