Benjamin Cañas

Grande entre los grandes de la Patria Grande

El paso fugaz, pero certero de Benjamín Cañas por la historia del arte latinoamericano, donde en la década de los 80 llegó a ser considerado como uno de los cuatro grandes pintores del continente, no pierde vigencia. De inmediato, la perfecta composición de luz, color y dislocantes perspectivas que caracterizan los cuadros de este pintor cautivan la mirada.

Por Lucio V. Pinedo

15/03/2016

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Nació en 1933, en Tegucigalpa, capital de la República de Honduras. Fue registrado como ciudadano salvadoreño por sus padres, ambos de ese origen centroamericano. Por la profesión de su padre, vivió en varios países de Centroamérica, hasta regresar a El Salvador, a los 18 años de edad. Estudió arquitectura en la Universidad de El Salvador e hizo una especialización en diseño de hospitales en la ciudad de México. En 1958, comenzó sus estudios formales de pintura en la Escuela de Artes Plásticas de la Dirección General de Bellas Artes, institución gubernamental dirigida en San Salvador. Estudió escultura con Enrique Salaverría, cerámica con César V. Sermeño y dibujo con Benjamín Saúl. En 1969, fue designado director de la Escuela de Artes Plásticas, pero en el mismo año renunció a su cargo para irse a trabajar con la firma arquitectónica Watergate, en Washington D.C. A los 34 años, decidió dejar su carrera de arquitectura para dedicarse por completo a la pintura. Siete años después, ya era considerado uno de los cuatro grandes de la pintura latinoamericana por los críticos de artes. Murió en diciembre de 1987, a causa de un aneurisma en Arlington, en el estado de Virginia, donde residía.

Su pintura se divide en tres etapas: el período abstracto (1962 a 1967), el período maya (1969 a 1971) y el período neo-humanista (1973 a 1987). El período abstracto se basó principalmente en su formación de arquitecto y en él prevalecían los tonos tierra. En el período maya trató la abstracción antropomórfica y se basó en sus observaciones de las ruinas de Bonampak, Uxmal, Tikal, Copán y Cozumel. El período neo-humanista se caracterizó por la riqueza del color, por las figuras desnudas y por los objetos fantásticos y deformes. Utilizó perspectivas múltiples y con el uso de distintas escalas demostraba la jerarquía de los elementos dentro de sus pinturas. Cada uno de sus personajes existían en un espacio privado y los elementos de sus imágenes eran frecuentemente enmarcados dentro de la misma composición. Además, modificaba sus óleos con un soplete de acetileno y hoja de oro.

Tuvo exhibiciones individuales en San Salvador, ciudad de Panamá, Estados Unidos, Paris y Roma. Expuso colectivamente en El Salvador, Brasil, Colombia, Francia, Italia, México, Guatemala, Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela, Panamá, Argentina y Costa Rica. Recibió múltiples premios incluyendo una Mención Honorífica en la Bienal de Sao Paulo en 1967, el primer lugar en pintura en la Competencia Guatemalteca Juannio en 1968, un premio de adquisición en la Bienal de Sao Paulo en 1969 y el Premio Nacional de la Cultura de El Salvador en 1979.

Una exposición antológica del artista fue realizada en el Museo de Arte de las Américas de la OEA entre marzo y mayo de 1989. Entre enero y abril de 1999, esa misma institución cultural inauguró otra muestra de sus obras, ceremonia presidida por el Secretario General de la OEA, César Gaviria, y en la que fue presentado el libro dedicado al artista por la crítica venezolana Bélgica Rodríguez, ex Directora del Museo. Su obra forma parte de las colecciones de la Muestra Permanente de la Bienal de Sao Paulo, el Museo de Arte Ponce de Puerto Rico, del Museo de Bellas Artes de Caracas y de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA).

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