Infancia, Imaginación y Lectura: Trilogía Perfecta

Ser partícipes y protagonistas de los libros que elegimos

Por Arturo Ledezma

20/04/2015

Publicado en

Artes / Literatura

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Ser partícipes y protagonistas de los libros que elegimos. Desarrollar una habilidad y un hábito que agradeceremos para siempre.

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Quienes tenemos pasión por la lectura, sabemos lo fantástico de involucrarnos en la historia que leemos y de repente vernos rodeados de animales que hablan, personas que vuelan, árboles que caminan y otros sucesos fantásticos que suelen monopolizar el nudo de las novelas y cuentos infantiles. Recuerdo con frescura La Ciudad de Queso que me leían cuando yo todavía no podía hacerlo por mis propios medios, y mi búsqueda de construcciones similares a la del libro en las calles de mi barrio.

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Esa imaginación creció paralelamente a mi pasión por leer, entonces cada libro me resultaba más fácil para insertarme y perderme en su mundo, pudiendo incorporar palabras disparatadas a mi vocabulario, vestimentas exóticas o ambientación de mi pieza. Mi obra preferida, Alicia en el País de las Maravillas, aumenta todo el tiempo nuestra capacidad de imaginar, a la par de la mente de ese personaje encantador creado en la rebuscada cabeza de Lewis Carroll. ¿Entonces cómo iba a aceptar ir con el colegio a la granja y que los conejos estén encerrados en una jaula privándolos –y privándome- de la posibilidad de ir junto a ellos al Inframundo? Inconcebible.

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Mago de Oz fue otro de mis grandes viajes a convivir junto a Dorothy con personajes estridentes y llenos de bondad, luchando contra un enemigo fuerte y poderoso. Cada vez que lo leía era volver a empezar, nunca fallaba. A mis treinta años, sigo involucrándome de esa manera con cada libro que elijo.

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Esas piezas son sólo ejemplos de lo que quiero destacar en esta columna: fomentar la lectura a los chicos lo más pronto posible, leerles cuando ellos todavía no saben, tomarnos el tiempo de describirles las características de cada personaje, cada lugar y cada historia asombrosa. Fogonear la curiosidad, la intriga, las ganas de volver corriendo del colegio para seguir con el libro. En una época trazada por la abrumadora tecnología (que no vamos a validar ni a invalidar), no archivar una actividad tan linda como leer debe ser primordial para quienes estamos en momento de empezar a dejarle un legado a las nuevas generaciones.

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¿Qué me inspiró en particular a esta columna? La tira de la semana pasada de Liniers en La Nación. No sólo que me hizo revivir la mayoría de los libros con los que crecí, sino que fue fantástico –propio de su genialidad- la manera de vincular infancia, imaginación y lectura. Adelante, continuemos con esa trilogía perfecta.

Por Yago Fiamingo @yagoyago84 en BuenDiario

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