Juan Pablo Abalo: La canción espejo

Las reglas de lo que vivimos en estos tiempos muchas veces resultan tristemente engañosas entre sus virtudes y castigos. Una de las más novedosas es esa que nos permite hacer parte al resto de nuestras experiencias vitales, de invitarlos felices a que conozcan esos incontables rincones que configuran nuestros días; por otro lado, una de sus odiosas cláusulas es esa que nos ordena desde siempre, esa en donde los patrones son siempre los mismos mientras la otra gigantesca porción de humanidad trabajadora seguimos moviendo la máquina sin gozar de algún rédito, de un justo reconocimiento.

No hay novedad en esto que digo, es cuestión de ver que estas mismas conclusiones son el núcleo de muchas de nuestras discursividades las que a través de distintos formatos nos llegan como una alerta permanente, un eco que nos recuerda –o nos invita- a que sigamos sabiendo que esta hueá no está bien, que siempre puede ser mejor y creo que la forma más linda en que estas verdades sigan existiendo es por medio de las canciones.

La crónica es una obrera

Juan Pablo Abalo es un músico cuya obra siempre está inquieta, como si desde el preciso momento en que vio la luz lograra trascender y vibrar a pesar del tiempo que avanza y avanza. Piezas en clave balada –como el bello Como un animal– o Canciones de Misa que con cuidada instrumentación y sin miramientos interpelan el deslavado imaginario religioso, son ejemplos que confirman la riqueza compositiva de Abalo. Música ambiental es su última entrega y lo que pasa después de escuchar sus breves veinte minutos de duración, es que las canciones suenan como perfectas crónicas de tantas escenas que configuran esta realidad nuestra.

La crónica es un formato literario de antiquísima data que ha servido como una de las tantas formas en que nuestras experiencias son posibles de registrar y de perpetuar, desafiando al avance inapelable del tiempo. Música ambiental pareciera transitar con ese mismo espíritu en donde las canciones se articulan con delicada estructura sonora y un suceder de relatos llenos de lucidez, retratando pequeñas escenas que son parte de estos tiempos que habitamos.

Con un mínimo de recursos instrumentales –usando principalmente piano y sintetizadores-, este puñado de historias transcurre sólido en su sencillez. Pienso en “Dispararse en los pies”, canción que abre el disco y que desborda una discursividad política tan potente como esas viejas rolas que nos legó toda nuestra tradición musical de los sesenta-setenta. “Nos confundieron con este mundo nuevo / y agradecimos sobre todo nuestro porvenir / Pues convencimos a familias honradas / De dispararse en los pies”, son los primeros versos con los que Abalo –con voz breve, casi frágil- nos interpela sin grandilocuencias, relatando esa escena habitual a la que nosotr@s mayoría estamos confinados a vivir desde un injusto rincón mientras los mismos de siempre, desde su comodidad continúan engañándonos con promesas y timos.

Abalo consigue en escasos veinte minutos sonar delicadamente incendiario. Es evidente la profunda naturaleza política que lo recorre, pero hay algo que distingue este álbum de otros tantos proyectos que existen en nuestra historia, una especie de desobediencia ante los recursos estilísticos que han constituido esta tradición cancionística. La urgencia en crónicas como “Gas propano” –hermosa, brutal, oscura, que cuenta la vida terrible de una chiquilla de nuestras periferias- o el vacío con que nos figuramos a la hora de vestirnos, de convivir con otros o de usar nuestras redes sociales en “La Foto”, brillan como una experiencia musical perfecta en su sonoridad e iluminadora en sus letras.

El breve espacio en que sí estás

Muchas veces parecemos perdidos entre tanto estímulo, como la mejor cita a esa imagen de que cuando estamos tan cerca de algo no alcanzamos a verlo en todas sus dimensiones. Tanto mensaje, tanto hipervínculo, tanta vehemencia tentadora, culmina con ciudadanas y ciudadanos en una suerte de naufragio, buscando en cualquier parte alguna experiencia que devuelva esa templanza que llega cuando realmente cachamos qué está pasando, qué tiempos vivimos y qué lugar ocupamos aquí.

Música ambiental es un disco cuyos temas resuenan profundos, urdidos con una simpleza que logra mostrarnos algunos pequeños fragmentos rescatados de nuestros domésticos. En tiempos en donde nuestras búsquedas apuntan a reconocernos y a encontrarnos con nosotr@s y con quienes convivimos, lo lindo de estas ocho canciones es que terminan siendo unos pedacitos de espejo en donde brevemente logramos mirarnos a los ojos.