Letras para pasar una temporada en el infierno

A los siete años escribió impresionantes poemas en francés y latín, en ese momento ya contaba con crisis existenciales dignas de un hombre adulto

Por Andrea Peña

22/11/2015

Publicado en

Artes / Literatura / Tendencias

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A los siete años escribió impresionantes poemas en francés y latín, en ese momento ya contaba con crisis existenciales dignas de un hombre adulto. En su pubertad ganó un premio de poesía y el director de su colegio dijo sobre él: “Nada ordinario germina de esa cabeza, será un genio del mal o un genio del bien”. Las palabras retumban casi dos siglos después por lo cierto que resultaron ser. A los 15 años decidió liberarse del yugo materno que lo mantenía en su pueblo natal en el que para matar el aburrimiento salía a la calle con letreros que decían “Muera Dios”.
Rimbaud

Esos fueron los primeros años de Vida de Arthur Rimbaud, uno de los personajes más importantes para la poesía contemporánea. Su carrera fue corta pero sirvió para cambiar para siempre la forma en que se entiende el arte escrito. A los 15 años huyó a París para empaparse del ideal revolucionario que la capital vivía y lo logró con éxito. Conoció a importantes personajes entre los que se encontraba el propio Víctor Hugo, quien lo llamó “Shakespeare Niño”. Fue ahí donde conoció a Paul Verlaine, quien primero fue su amigo y después su amante; gracias a él, Rimbaud llegó a ser conocido en las altas esferas parisinas, pero el alma de poeta y revolucionario no lo dejaron en paz.

El poeta maldito, el vagabundo que realmente era un genio, el alcohólico brillante; Arthur Rimbaud fue eso y más. Antes de los 19 años publicó Una temporada en el infierno, el único libro que Rimbaud dejaría de legado por su parte, pero muchos poemas han sobrevivido además de esa obra maestra.

rimbaud
La idea de Rimbaud es que el poeta debe hacerse “vidente” y que el camino para lograrlo es “por un largo, inmenso y racional desarreglo de todos los sentidos”. El poeta debe vivirlo todo, experimentarlo todo, sufrirlo todo, para entonces ser capaz de traducir esos sentimientos en poesía viva. Tal vez esa fue la razón por la que después de revolucionar decidió abandonar la poesía para viajar por el mundo.

Viajó mayoritariamente a pie por Europa y después se unió a las filas del ejército colonial neerlandés para ir a Indonesia. Después de desertar viajó a Chipre y después a Yemen. En esos años tuvo muchas amantes, algunas parejas estables pero la soledad y las crisis que desde la infancia lo acompañaban nunca lo abandonaron. Creó una pequeña fortuna como traficante, pero una enfermedad causó que le fuera amputada la pierna y entonces regresó a París, donde finalmente murió a los 37 años.

rimbaud retrato

Pocos han logrado lo que Rimbaud, cambiar el mundo de las letras tan rápido. Su talento era natural, su genio lo llevó pasos más allá que el de los escritores comunes y decidió vivir antes de atarse enteramente al encanto de las musas. Hoy la mejor forma de recordar a uno de los más importantes poetas de la humanidad es leyendo algunos de sus más famosos poemas que, seguramente, como él lo hizo toda la vida, se sentirán como pasar una temporada en el infierno.


Venus Anadiomena

Como de un ataúd verde, en hoja de lata,
con pelo engominado, moreno, y con carencias
muy mal disimuladas, de una añosa bañera
emerge, lento y burdo, un rostro de mujer.

El cuello sigue luego, craso y gris, y los hombros
huesudos, una espalda que duda en su salida
y, después, los riñones quieren alzar el vuelo:
bajo la piel, el sebo, a capas, como hojaldre.

El espinazo, rojo, y el conjunto presentan
un regusto espantoso, y se observa ante todo
detalles que es preciso analizar con lupa.

El lomo luce dos palabras: CLARA VENUS.
Un cuerpo que se agita y ofrece su montura
hermosa, con su úlcera, tenebrosa, en el ano.


Los cuervos

Señor, cuando los prados están fríos
y cuando en las aldeas abatidas
el ángelus lentísimo acallado,
sobre el campo desnudo de sus flores
haz que caigan del cielo, tan queridos,
los cuervos deliciosos.

¡Hueste extraña de gritos justicieros
el cierzo se ha metido en vuestros nidos!
A orilla de los ríos amarillos,
por la senda de los viejos calvarios,
y en el fondo del hoyo y de la fosa,
dispersaos, uníos.

A millares, por los campos de Francia,
donde duermen nuestros muertos de antaño,
dad vueltas y dad vueltas, en invierno,
para que el caminante, al ir, recuerde.
¡Sed pregoneros del deber, ¡Oh nuestros
negros pájaros fúnebres!

Santos del cielo, en la cima del roble,
mástil perdido en la noche encantada,
dejad la curruca de la primavera
para aquél que en el bosque encadena,
bajo la yerba que impide la huida,
la funesta derrota.

 

El corazón robado 

¡Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón que colma el caporal
y me vierten en él chorros de sopa,
mi triste corazón babea a popa:
con las bromas sangrientas de la tropa
que brama un carcajeo general,
mi triste corazón babea a popa,
mi corazón que colma el caporal!

Itiofálicos y soldadinescos
sus chistes sangrientos lo han depravado;
y de noche componen unos frescos
itiofálicos y soldadinescos.
¡Oleajes abracadabrantescos
llevadme el corazón, que sea lavado!
Itiofálicos y soldadinescos
sus chistes sangrientos lo han depravado.

Cuando se agoten sus chimós gargálicos
¿cómo vivir, oh corazón robado?
llegarán con sus estribillos báquicos;
cuando se agoten sus chimós gargálicos
sentiré sobresaltos estomáquicos,
yo, el del corazón despedazado.
Cuando se agoten sus chimós gargálicos
¿cómo vivir, oh corazón robado?


Los pobres en la iglesia 

Aventura

En el cabaret verde

Cabeza de un fausno

Una temporada en el infierno

Fuente: Cultura Colectiva

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