Reseña: «11» de Carlos Soto Román

11 /Carlos Soto Román /Autoedición /Sin numerar     Por Matias Ávalos   Los servicios secretos informan al Estado lo que el Estado quiere escuchar, producen al enemigo con las reglas de la ficción;  Carlos Soto Román realiza un tratamiento poético del lenguaje castrense sin negar los límites que éstos suponen, por el contrario, los […]

Por Grado Cero

06/04/2018

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Grado Cero / Letras

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11 /Carlos Soto Román /Autoedición /Sin numerar

 

 

Por Matias Ávalos

 

Los servicios secretos informan al Estado lo que el Estado quiere escuchar, producen al enemigo con las reglas de la ficción;  Carlos Soto Román realiza un tratamiento poético del lenguaje castrense sin negar los límites que éstos suponen, por el contrario, los pone a bailar tocándole su propia música: los sorprende, describe, escanea, los mapea con precisión de hombre de ciencias, devela lo que en realidad estuvo, está y parece continuar expuesto a la vista de todos: su explicitud.

En “11” -utilizando herramientas de la poesía visual, apropiándose de ellas con nitidez excepcional-, hay un plano técnico del Helicóptero Puma, vehículo utilizado en la llamada Caravana de la muerte, donde enviados especiales de Pinochet iban a aleccionar a los mandos blandos sobre la manera de proceder contra presos políticos, también instrucciones exactas de la forma de fusilar “primero, las piernas; después los órganos sexuales; después el corazón”. El libro acompaña la efectiva comunicación del modelo dictatorial que aumenta a medida que avanza la línea temporal iniciada el 11 de septiembre del 73, fecha fatídica, pero también el número mediante el cuál todas las tardes las familias chilenas nos reunimos a la mesa, otra intervención poética, otro extrañamiento del lenguaje que hace sombra para que podamos ver entre tanta luz.

Esto no se hace con ánimos testimoniales, lo que despolitizaría el gesto al llevarlo a planos individuales, es más bien una decisión formal de enfrentar lo que en democracia no se puede concebir de la dictadura, por más que se padezcan sus efectos, aquello que se vuelve representable en lugar de irrepresentable: la victoria de su proyecto económico / la derrota sin guerra de las organizaciones revolucionarias / la rehabilitación de la vida de derecha como la única vida posible.

De hecho, el punto de inflexión del libro se produce en la redacción de la Constitución del 80, donde quedan claros cuáles son los verdaderos intereses de quienes siempre están detrás de los genocidios en América: familia y libre comercio / moral religiosa y economía liberal.

No es casual que el libro sea una autoedición; asociado con Carbón Libros, Soto se hace cargo de la obra que le presenta al lector, sabe que el mercado no tendría problema, explícito y sin principios como es, de editar y desvirtuar un material con semejante contenido y estética, por eso elige el reducto subversivo y potente que fue durante la historia de la poesía chilena la autoedición y apuesta a devolverle la seriedad que supuso en los casos de, por ejemplo, Pablo De Rokha, J.L Martinez, Raúl Zurita o Bruno Vidal.

“11” es un acontecimiento extraño en la literatura chilena, que permite pensar materialmente la ficcionalidad de lo dado en el período sociopolítico que comienza en 1973 hasta nuestros días, una investigación poética de los años más negros de un Chile con el aparato represor intacto, como lo demuestra uno de los últimos poemas del libro: “José Gerardo Huenante Huenante, 16 años, de origen mapuche, se enfrentó a Carabineros […] Desde entonces se desconoce su paradero”.

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