A 63 años de su nacimiento

Rebelión: Melómanos del mundo evocan a Joe Arroyo

Un imborrable legado musical dejó el cantante colombiano reflejado en sus 47 producciones discográficas y más de 400 canciones

Por Félix Eduardo Gutiérrez

02/11/2018

Publicado en

Artes / Colombia / Latinoamérica / Música

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Uno de los temas más universales de Joe Arroyo es sin duda Rebelión, la canción de ritmo avasallante y en la que con voz desbordante, el llamado “Centurión de la noche” narra el maltrato que sufrían los negros esclavos africanos durante la época colonial en la Latinoamérica del siglo XVII.

Ese y muchos otros temas emblemáticos de la música caribeña se escucharon una y otra vez en emisoras, bares y cantinas en este comienzo del mes de noviembre. Y es que los melómanos de todo el mundo no olvidan que el penúltimo mes del año, hace 63 años, vino al mundo el genio creador de esa y muchas otras joyas de la música popular de América Latina.

Álvaro José Arroyo González, mejor conocido como Joe Arroyo, nació en Cartagena de Indias, en el barrio Bruselas el 1 de noviembre de 1955. Hijo de Guillermo Arroyo y su segunda esposa Ángela González. Fue un cantante y compositor colombiano, considerado como uno de los más grandes intérpretes de la música caribeña de su país.

Mauricio Silva, autor de la biografía del cantante titulada “El Centurión de la Noche” y del libro “¿Quién mató al Joe?”, refiere que el cantante “jamás aprendió a leer música, por lo cual solo pudo dictar lo que a bien tenía para sacar de su garganta. A él le soplaban de arriba y esa información desbordaba su cuerpo. Convengamos, era un genio natural”, aseveró Silva.

Un imborrable legado musical dejó el cantante colombiano reflejado en sus 47 producciones discográficas y más de 400 canciones.. Foto Web.

Arroyo comenzó su carrera a muy temprana edad.   A los ocho años ya cantaba en público; a los doce se había convertido en una de las voces del coro de la Catedral y, al mismo tiempo, se ganaba la vida presentándose en un local llamado La Tuerca.

En sus inicios cantó con agrupaciones como Los Caporales del Magdalena, Manuel Villanueva y su Orquesta y el Super Combo Los Diamantes (las dos últimas en 1970); en 1971 grabó con La Protesta.

En 1973 encontró su gran oportunidad al firmar para Discos Fuentes y es reclutado por Julio Ernesto Estrada, el bajista, cantante, compositor y productor de Fruko y sus Tesos, orquesta con la que alcanzó gran fama y con la que grabó ininterrumpidamente hasta 1981.

Entre 1974 y 1975 actuó con Los Líderes (Los barcos en la bahía), entre 1976 y 1981 con The Latin Brothers (La guarapera), en 1976 con Los Bestiales, en 1978 con Pacho Galán (Volvió Juanita) y con La Sonora Guantanamera, y en 1980 con Los Titanes.

En 1981 fundó su propia orquesta, La Verdad, con la que se dedicó a mezclar diversas influencias musicales, fundamentalmente la salsa con la música costeña (cumbia, porro, chandé, entre otros) y con diversos ritmos del Caribe (socca, reggae) hasta crear su propio ritmo, el «joesón».

Realizan homenajes a los 63 años de su nacimiento. Foto Web.

En 1989 actuó en el Empire Ballroom de Londres. Sus discos Fuego en mi mente (1988), En acción (1990) y La guerra de los callados (1991) se editaron en el Reino Unido a través de la subsidiaria de Island Records, Mango.

El artista supo mezclar composición, voz y presencia física y con su música desbordó estudios, radios y escenarios, para transformarse en el más fulminante referente de la costa Caribe colombiana.

“Fue un sobresaliente compositor, un bravo intérprete y un increíble personaje que, con su particular sonido, llegó lejos, probablemente más lejos que las leyendas que lo precedieron”, asegura su biógrafo.

 “En cuarenta años de vida artística –agregó Silva- dejó un legado de cuarenta y siete álbumes, algo menos de cuatrocientas canciones grabadas y poco más de cien composiciones, de las cuales más de cuarenta alcanzaron los primeros lugares de los listados de la música tropical. Muy pocos pueden decir eso”.

“Su inmensidad probablemente consiste en que su obra no estaba dirigida a grupos selectos. Por el contrario, Colombia entera lo bailó, lo baila y lo bailará en un acto reflejo, sin la más mínima pretensión. Al pueblo se le da el Joe, porque el Joe, intencionalmente, siempre fue profundamente popular”.

Joe Arroyo murió el 26 de julio de 2011, en la clínica La Asunción de Barranquilla a causa de un paro cardiorrespiratorio, producto de una falla multiorgánica que lo había mantenido en cuidados intensivos desde el lunes 27 de junio del mismo año. Fue sepultado el 27 de julio de 2011 en el cementerio Jardines de la Eternidad de Puerto Colombia.

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