Mundo

Toronto: primer museo norteamericano de cultura islámica

El Aga Khan Museum, inaugurado recientemente, traza un puente entre Oriente y Occidente amparado por la tolerancia y voluntad de integración canadiense.

Por Arturo Ledezma

30/09/2014

Publicado en

Artes / Artes Visuales

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El edificio blanco y de líneas limpias llama la atención por su diseño, pero sobre todo porque es el primero dedicado al arte islámico en Norteamérica. En su interior, podemos encontrar antigua carpintería mudéjar de Toledo y valiosas cerámicas arábigas, por ejemplo en el salón que el príncipe Sadruddin Aga Khan tenía en su residencia de Ginebra, presente en el museo. “Cuando murió, su viuda nos lo regaló”, explica Luis Monreal, director del Aga Khan Trust for Culture. La habitación es especial porque en esas vitrinas se exhibe el origen de la colección de más de mil piezas del museo. “Cuando el Aga Khan tuvo la idea de crear este centro, su tío, el príncipe Sadruddin, le cedió esa colección de miniaturas y cerámicas islámicas, la más importante del mundo”, dice Monreal, quien lidera el proyecto que celebra la contribución de la civilización musulmana en la historia y trazar lazos con Occidente.

A partir de esa idea se reunió una colección de objetos (manuscritos, cerámicas, alfombras, cuadros y coranes) que recoge diez siglos de historia islámica, desde Andalucía hasta Indonesia, expuestos en galerías de manera cronológica y geográfica. “Esta idea”, dice Monreal, “no se debe a la vanidad de un coleccionista privado”. El Aga Khan, en tanto imán y líder de los ismailíes, tiene la responsabilidad de ayudar a su comunidad, que reúne a unos 15 millones en el mundo. Desde que sucedió a su padre en 1957, se ha tomado la tarea en serio, y constituyó el Aga Khan Development Network, red de agencias entre las que está el Aga Khan Trust for Culture. “Este museo forma parte de una estrategia del Aga Khan, que piensa que uno de los vectores del desarrollo es la educación. Ha creado museos e institutos en muchas partes del mundo. Y pensó que un museo era un peón importante porque a través del arte se llega a un público amplio”.

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¿Y por qué en Toronto? “¿Y por qué no?”, responde el director del centro, Henry Kim. “Toronto es una de las ciudades más grandes de Norteamérica. Canadá es un modelo global de éxito en cuanto a diversidad y Toronto, su mejor ejemplo”. La idea era construir el museo en Londres, pero en 2002 surgió la oportunidad de adquirir este terreno de siete hectáreas en Don Mills, barrio septentrional de Toronto. Entonces, decidieron poner en marcha un proyecto que, creen, redefinirá el mapa cultural de la ciudad. Se esperan 250.000 visitantes el primer año, también gracias al Centro Ismailí -diseñado por el indio Charles Correa-, por el punto de reunión y oración, y por el gran parque del serbio-libanés Vladímir Djurovic, inspirado en la Alhambra.

En la primera carta que le escribió Aga Khan al arquitecto Fumihiko Maki le habló sobre todo de luz. El japonés ideó un edificio de 10.500 metros cuadrados, revestido de granito blanco brasileño orientado al Sol, que distribuye la luz natural a través de aperturas asimétricas. El patio, como es tradición en la arquitectura islámica, es la joya. Recubierto de cristales con dibujos de mashrabiya (la estrella de ocho puntas clásica de las celosías de madera), crea sombras en las paredes del distribuidor que da acceso a los 2.000 metros cuadrados de galerías que albergan la exposición permanente y las temporales. In search of the artist analiza la figura del artista en Irán, India y Asia Central en la historia con pinturas y dibujos de la colección de Aga Khan. The garden of the ideas es una muestra de artistas contemporáneos paquistaníes y su representación del jardín como lugar de contemplación.

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