«Yo acuso»

Yo acuso Al Estado de Chile y sus poderes, a sus representantes y autoridades a los responsables de los medios de comunicación masivos sean estos escritos, audiovisuales y/o radiales a los responsables de las instituciones de educación del país a los señores responsables de la ciencia y la tecnología a la iglesia católica por su […]

Por Pia

24/10/2011

Publicado en

Artes / Literatura

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Yo acuso

Al Estado de Chile y sus poderes, a sus representantes y autoridades

a los responsables de los medios de comunicación masivos

sean estos escritos, audiovisuales y/o radiales

a los responsables de las instituciones de educación del país

a los señores responsables de la ciencia y la tecnología

a la iglesia católica por su falso dogma,

a los encargados de la salud pública, la medicina y la farmacia,

y por supuesto, a todos los señores oligarcas que durante 200 años

han regido con mano dura y tacaña los designios de este pueblo,

Ah, y a esos nuevos ricos, dueños del comercio, el dinero plástico y la prensa,

Por haber convertido a los habitantes de su pueblo en clientes desprovistos de derechos, por tratar a las personas como simples consumidores y no como ciudadanos respetables, rebajando así su condición humana a la de mercancías, predadores del consumo y sus fetiches, cautivos de toda una oferta inacabable de fruslerías desechables, los acuso de ser responsables de un ardid progresivo y permanente en el tiempo, que enmascara una profunda segregación cultural, espacial y territorial, la cual ha creado inmensos ghetos de miseria urbana en las grandes ciudades del país, sean estos callampas, campamentos o poblaciones marginales, todos lugares de la ignominia, donde han arrojado a las últimas generaciones de chilenos, despojándolos de toda su dignidad, negándoles el derecho a un hogar limpio y saludable, con los mínimos vitales asegurados para su reproducción en paz,

Yo Acuso a las instituciones públicas responsables de la educación por no haber cumplido su misión, por no haber resguardado debidamente el derecho a una formación idónea,  que entregara herramientas para la vida a sus niños y jóvenes, y por olvidar totalmente la igualdad de acceso y condiciones para todos los habitantes del territorio, esas instituciones de – formación generaron durante décadas las condiciones para que hoy existan dos grupos de personas; unos pocos miles de hombres y mujeres con amplios derechos reconocidos, de primera clase y preparados para la vida en cualquier lugar y condición, y a otros varios millones de segunda y tercera categoría, reducidos a mano de obra barata, obreros, técnicos y profesionales, todos ellos subempleados e ignorados por el sistema de castas y privilegios que hoy los excluye, segrega y coarta sus posibilidades,

Yo los acuso, por discriminar en vez de educar, y por enriquecerse vilmente y con engaños, cuando debieron trabajar por el bienestar de todos los hijos de esta tierra,

Yo Acuso a los señores médicos y científicos, pues olvidaron su juramento y misión, y en vez de trabajar para sanar y orientar a su población, la subestimaron, y la han envilecido con atención de baja categoría,  por no poder pagar altas sumas de dinero en clínicas privadas y de lujo, de las cuales ellos son sus mentores  y dueños, esos médicos sólo llegan a los hospitales a purgar su culpa y mala conciencia, pues se volvieron megalomaniacos y estatuarios.

Acuso también a los científicos que forman a tales médicos y a los que son ambas cosas, pues ellos son los directos responsables de la proliferación de una industria malsana y abusiva, que vuelve dependientes a las personas de fármacos, costosos exámenes y productos que atentan contra la libertad de acción, que ciega a los ciudadanos, transformándolos en enfermos crónicos y consumidores compulsivos de drogas y sustancias cancerígenas, lo único que ha resultado de esa ciencia virulenta, es una población de clientes  mórbidos y asiduos compradores, que enriquecen la industria farmacológica mundial, de la cual ustedes, señores médicos, investigadores y químicos, son sólo unos lacayos muy bien pagados,

Yo Acuso a la falsa iglesia católica, apostólica y romana, por su excesiva arrogancia histórica, por su notable abandono de deberes en este país –por la falta de generosidad hacia sus fieles-, por su insaciable hambre de poder, y por encubrir cada día más, a pederastas abusadores de niños y jóvenes.

Yo Acuso a los responsables de los medios de comunicación de masas, por ocultar, falsear y negar la realidad, por contribuir de manera fatal, a empobrecer la cultura local, afeando todo cuanto es posible el medio ambiente social, por trabajar sistemáticamente, de la noche a la mañana, con los más básicos elementos del ser humano, y luego retransmitirlos y pronunciarlos hasta el hartazgo, hasta la deformación de toda realidad plausible, están siendo acusados señores, por mostrar sólo aquello que los nuevos ricos demandan: consumo y vanidad, exhibicionismo y arrogancia, exitismo, vacuidades y miseria humana, sin importar en nada quien está del otro lado de la pantalla, de la radio o quien mira el periódico cada día, Uds. y su lógica no han respetado a los niños, jóvenes ni adultos, y sólo trabajan desde la grosería, la descalificación y la bajeza, en un ejercicio que tiende siempre a la discriminación de los pobres, de los que son diferentes, y que profundiza aún más nuestra intolerancia y tendencia a la segregación de clases,

Yo Acuso a la clase política y al sistema de partidos, a los representantes sentados en el Congreso, pues ellos no trabajan para el país, ellos no suman a favor de la mayoría y simplemente se han enriquecido con sueldos estrafalariamente millonarios, ridículamente inflados, para personas que trabajan tan poco y que no son responsables de nada y por nadie, excepto de sus abultadas cuentas corrientes, de su mujer y sus muchos hijos, señores diputados y senadores, presidentes de partidos y profitadores a fin, no es sólo para que vayan a cobrar los 10 o 15 millones de pesos a fin de mes que fueron votados por su electores, o para que viajen por el mundo a costa de nuestros impuestos, ¡es para que trabajen por el país!

Señores Honorables, se supone que están ahí por méritos, por sus capacidades…no?, Se supone, a fin de cuentas, que llegaron a ese espacio de toma de decisiones, para mejorar el país que recibieron, los sueldos de miseria que ganamos, las casas de emergencia que habitamos, los colegios donde nos educamos, en fin, para cuidar el agua que bebemos y el aire que respiramos!, todo eso gracias a lo cual  vivimos…o no?

Tal vez erramos el concepto o el paradigma, y su trabajo no es por la comunidad ni para la región o la provincia…tal vez, digo sólo tal vez, vuestro trabajo es por usted hoy, mañana por usted y luego también por sus hijos y sus nietos…no es que seamos todos unos mal pensados honorables señorías, pero viéndolo bien a la cara y viendo sus casas y sus autos, sus inmensos jardines, parece que si, que nos equivocamos medio a medio con el señor diputado y con el señor senador,

Pero todo esto se les acaba, sépanlo, se les acaba el pozo de oro, el dorado,

la mina de plata, este viejo orden de las cosas, que los vio gobernar, enriquecerse y engañar impunemente, llega hoy a su fin,

estos molestos e iracundos habitantes de la ciudad traen bajo el brazo algo más que manuales para bombas caseras o panfletos dieciochescos, y

parece señores, que nos estamos poniendo de pie, y comenzamos a ver, y a respirar aire fresco, aire nuevo!

Se acabó la era de la resignación. Puede ser que todos ustedes reunidos, políticos y científicos, economistas, juristas y médicos, no nos den nada, que sigan negándonos el pan y escondiendo la riqueza, pero ojo, sépanlo de una vez, ya no nos callaremos, día a día estaremos ahí, observando y exigiendo derechos, no migajas, peleando en las calles, en las plazas y los puestos de trabajo, pues no lo olviden, algo ha cambiado para siempre en este terruño y les anunciamos que, al fin, se acaban, la pasividad y la indiferencia que nos maniataron todos estos años.

Vaya este mensaje, por los trabajadores, los hombres y mujeres dignos de este país, que desde hoy ya no descansan, buscando su libertad.

Octubre 2011, en el fin de la resignación

Por Alberto Moreno, poeta y antropólogo

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