Apoyamos decididamente al gobierno legítimo del presidente Maduro: En política, las medias tintas no sirven

  Una vez más el proceso revolucionario bolivariano es acosado por el imperialismo, buscando que su derrota sea un fuerte revés para las fuerzas populares latinoamericanas

Por Director

09/02/2019

Publicado en

Ciudadanos al Poder

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Una vez más el proceso revolucionario bolivariano es acosado por el imperialismo, buscando que su derrota sea un fuerte revés para las fuerzas populares latinoamericanas. La actual ofensiva se distingue de las anteriores, en que el gobierno estadounidense tomó directamente en sus manos la dirección del ataque ante la evidente debilidad de la derecha venezolana. Para derrotar al chavismo Estados Unidos sólo puede utilizar la intervención militar directa, pero inclusive aquella agresión no le garantiza la victoria.

No es necesario denunciar los objetivos imperialistas, ya que, con increíble falta de pudor, los norteamericanos señalan sin tapujos que pretenden instalar un gobierno títere que les permita apoderarse de las riquezas naturales de Venezuela. Asimismo, no es un misterio que grupos económicos europeos, canadienses y asiáticos, buscan derrocar al presidente Maduro para reinstalarse en la región, ansiando un alivio a la crisis que atraviesan.

Tampoco es necesario discutir sobre actuales condiciones de legitimidad o legalidad, ya que desde el inicio del proceso bolivariano, en 1999, la embestida imperialista ha sido constante no importándole la situación interna del país, por el contrario, al igual que en Chile durante la Unidad Popular, la decisión de derrocar a Chávez se tomó antes de que se instalara su gobierno. Hoy simplemente la agresión se refuerza y lo demás es burda justificación. Ya, a mediados del 2018, fue enunciado el plan de aniquilamiento por Kurt Tidd, ex comandante del Comando del Sur (SouthCom) de la flota estadounidense.

La preparación de condiciones para una invasión está en marcha y se abrieron diversos frentes y, por el momento, el mediático, el económico y el diplomático, son los  preponderantes. Sin embargo, la correlación de fuerzas internacionales indica que no es suficiente para derrotar al pueblo venezolano. El escenario mundial unipolar, que siguió a la caída de la Unión Soviética, cambió considerablemente desde hace unos años, consolidando a China como principal potencia económica y a la Federación Rusa como fuerza militar de primer nivel frente a una declinante Unión Europea y un deslucido Japón. Hoy, el campo imperialista está dividido entre globalistas y nacionalistas y, ambas facciones desean terminar con el chavismo, pero deben disputar la hegemonía a naciones emergentes que tienen sus propios intereses y ven en Venezuela un aliado fundamental, por lo que el gobierno bolivariano no está aislado ni es un  paria internacional.

Mientras tanto, en Chile, no es sorpresa que Piñera mantenga su obsecuencia a Estados Unidos y que, junto al mediocre escritor que oficia de canciller, se haya convertido en el adalid sudamericano de la intervención y la guerra civil. La Derecha chilena junto a la Democracia Cristiana, tienen un reciente pasado golpista y fueron culpables en 1973 de una vil masacre que aún tiene consecuencias en nuestro país.

Igualmente, a nadie extraña que las directivas del Partido Socialista, del PPD y del Partido Radical, todos integrantes de la facción globalista que lidera la dupla Soros-Clinton, se hayan incorporado entusiastamente a los intentos por derrocar al gobierno bolivariano. Lo que sorprende es la posición del Frente Amplio, cuyos destacados personeros acusan de “dictador” al presidente Maduro, desconociendo la legalidad de su mandato y, al mismo tiempo, se incorporan a la verborrea mediática derechista acusando a su gobierno de atropellos a los derechos humanos, en instantes en que el diputado Guaidó se pasea por Venezuela llamando a un golpe de Estado.

No obstante, en una reciente declaración el Frente Amplio solicitó a Piñera que se incorpore al Grupo de Contacto, entidad ligada a los globalistas, cuyo objetivo es buscar, por otros medios, una capitulación del gobierno de Maduro. Es evidente que ante las inconsistencias internas, que pomposamente, llaman diversidad, los frenteamplistas dieron vida a un Frankenstein, evitando resolver con decisión una clara postura: reconocen o no la legitimidad de la elección del presidente Maduro y sobre dicha aseveración buscar una salida pacífica a la crisis, lo demás es quitarle el bulto a una decisión que, como en otras ocasiones, les queda grande. En política, las medias tintas nunca han servido al pueblo, sólo a sus opresores.

Nuestra solidaridad con el gobierno del presidente Maduro y el heroico pueblo venezolano

Movimiento Tierra Trabajo y Libertad

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