En el «Aula Cero» nunca nadie quedó para marzo

Que por todo el mundo se escuche que el Sábado 05 de Noviembre de 2011, a los 83 años, ha muerto nuestra querida Señora TITA, Comunista de tomo y lomo, nacida en Nacimiento, escudo y emblema de Concepción

Por Leonel Retamal

08/11/2011

Publicado en

Ciudadanos al Poder

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Que por todo el mundo se escuche que el Sábado 05 de Noviembre de 2011, a los 83 años, ha muerto nuestra querida Señora TITA, Comunista de tomo y lomo, nacida en Nacimiento, escudo y emblema de Concepción.

¿Cómo?… ¿Ha muerto? ¿Estás seguro?… No, mentira… gente como “LA TITA” no muere nunca, no puede morir nunca, no debe morir nunca.

Unos pobres pollos eternamente enamorados éramos cuando entramos por primera vez al «Aula Cero» y sentándonos en unos cajones tomateros ante una escenografía de lechugas, papas, cebollas y tomates propiamente tales, pedimos un litreado vino en jarra de plástico color verde desteñido.

No lo sabíamos en ese momento, pero la Señora de ceño adusto que miraba desconfiada nuestra apariencia de nenes de mamá se llamaba Audita Del Carmen Salazar… la Señora Tita.

Fue al cabo de un par de semanas y ante nuestra reiterada e irreductible concurrencia al mentado bar-verdulería que nuestra querida TITA nos espetó sin anestesia: “¿Y ustedes cabros de mierda no toman en cuenta los esfuerzos que están haciendo sus padres para que estudien y vienen a tomar a estas horas?… ¡Tropa de irresponsables!”, mientras nos servía nuestras ya tradicionales escudos de a litro.

No ahondaremos en el hecho que el «Aula Cero» nació en los albores de los años 60 al ladito de la Universidad de Concepción, en la solidaria Población Agüita de La Perdiz, ni tampoco en el mito que el mismito Miguel Enríquez se reunía con Luciano Cruz para inventar el MIR en los lapsos en que la TITA no los estaba retando por algo; tampoco hablaremos de los tiempos milicos en que rapazuelos organizaban peñas, platos únicos solidarios o una que otra manifestación; no señalaremos las incontables veces en que policía encubierta, o no, llegó a vigilar las entradas y salidas del local; ni las otras tantas en que la Tita escondió a mas de algún “malo de la cabeza”.

Sólo diremos que en los tiempos-años posteriores a aquel primer encuentro adoptamos al «Aula Cero» (o bien fue la señora Tita la que nos adoptó) como EL espacio en que podíamos aprender todo aquello que las aulas universitarias no nos enseñaban, siendo el lugar en que convivían –al alero siempre de algún bebestible- académicos, obreros, funcionarios de la universidad, estudiantes, habitantes de la Agüita, profesionales bien o pésimamente pagados… todos mezclados y mejor revueltos en algo tal vez parecido a una República… fue ahí donde pudimos participar de las rebuscadas discusiones entre miristas, comunistas, trotskistas, anarquistas y borrachistas que indefectiblemente terminaban en una masa ebria de vino y amistad cantando abrazados al son de alguna guitarra o acordeón… ahí fue donde conocimos a la ojos verdes, también a la madre de nuestra hija y a algunas otras de difícil detalle. Fue la Tía TITA quien nos mostró en los hechos que la solidaridad era muchísimo más que la vocinglera caridad católica del colegio pueblerino, siendo incontables aquell@s que cobijó o alimentó sin nunca decir nada a nadie, y que la lucha por un mundo mejor no tenía nada que ver con edades o egoístas intereses.

Fue en aquel bar, en su pequeñísimo patio anterior de casa hechiza de pobla, donde nos fuimos naciendo poco a poco y fue la TITA quien contribuyó también a eso… tras su gesto rudo de militante mamá siempre existía una sonrisa picarona y un brillo en los ojos que luego de terminar la Universidad, se tradujo en el misterio de saber exactamente donde estábamos, los nombres de nuestros hijos y cuántos desamores llevábamos en nuestros hombros, fue en esos ceviches que se debían encargar con un par de días de antelación donde nos recuperábamos –ya dizque profesionales- de nuestras miserias cotidianas de deudas y egolatrías de a peso, fue siempre en los ojos de la Tita donde nos volvíamos a ver idealistas, sin miedos, creadores y alegres.

La Señora Tita, Patrimonio vivo del Conce rebelde y libertario, no ha muerto porque tamañas convicciones y tan grandes corazones están siempre naciendo.

P.S.1: Valga decir que estas pequeñísimas palabras están dedicadas al Alfredo, la Amanda, la Luna y a todos nuestros herman@s del AULA CERO.

P.S.2: A los estudiantes del hoy les decimos que estamos seguros que la Tita ronda muy seria cada una las marchas estudiantiles exigiendo educación digna, gratuita y de calidad, así que a no desanimar que ya vendrán tiempos mejores.

Por José Miguel Moral Bravo

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