Investigadores advierten que la soledad y el aislamiento social son la nueva epidemia del mundo

Todos nos hemos sentido solos en algún momento de la vida, pero la soledad crónica es un asunto al que hay que poner atención. Muchos estudios han relacionado este problema con dolencias de la salud física, desde el sueño fragmentado hasta un sistema inmune debilitado. Los mecanismos no están claros, pero hay una combinación de factores psicológicos que influyen en la salud física, con la ausencia de una red de apoyo.

Aunque en términos de tecnología y comunicaciones estamos más conectados que nunca, hay muchos lugares del mundo que están enfrentando lo que se ha llamado una «epidemia de la soledad». Un ejemplo son los más de 42 millones de adultos sobre los 45 años que sufren de soledad crónica, de acuerdo a cifras recogidas en Estados Unidos.

Una nueva investigación dice que este aislamiento social generalizado es una amenaza para la salud pública más grande que la obesidad. De acuerdo al estudio, algunos de los problemas asociados a esta epidemia son la disminución en el número de matrimonios y nacimientos, y el envejecimiento de la población.

«Existe consenso en que estar conectados socialmente con otros se considera una necesidad humana, esencial para el bienestar y la supervivencia. Hay ejemplos extremos de infantes en instituciones, que carecen de contacto humano y que con frecuencia no se desarrollan bien e incluso mueren. De hecho, el aislamiento social o el confinamiento solitario se ha usado como una forma de castigo», dice Julianne Holt-Lunstad, profesora de psicología en la Universidad Brigham Young, EE.UU.

El estudio es el mayor de su tipo y fue presentado hace poco en la 125° Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología. Los investigadores usaron datos de dos meta análisis previos; uno involucró 148 estudios, lo que representa a más de 300.000 participantes de EE.UU, y el otro comprendió 70 estudios que representan más de 3,4 millones de individuos de Norteamérica y Europa, Asia y Australia.

Basándose en estos dos meta estudios, los autores concluyeron que el aislamiento social, la soledad o el simple hecho de vivir sin alguien tenía un efecto significativo en el riesgo de muerte prematura, y que las conexiones sociales ricas se asocian con un 50% de reducción del riesgo.

Todas las personas nos hemos sentido solas en algún momento de la vida, pero la soledad crónica es un asunto al que hay que poner atención. Hay muchos otros estudios que han apuntado a este problema en relación a dolencias de la salud física, desde el sueño fragmentado hasta la demencia, el bajo gasto cardíaco o un sistema inmune debilitado. Los mecanismos no están totalmente claros, pero es posible que sea por una combinación de factores psicológicos que influyen en la salud física, y la ausencia de una red de apoyo.

«Hay evidencia sólida de que el aislamiento social y la soledad aumentan significativamente el riesgo de mortalidad prematura, y la magnitud del riesgo excede la de muchos indices de salud importantes», explica Holt-Lunstad.

Los autores esperan que su estudio ayude a destacar la importancia de este problema silencioso, permitiendo abordar el tema a un nivel de salud pública enmarcado en lo social; por ejemplo, incluyendo las conexiones sociales en las evaluaciones y chequeos médicos a nivel individual.

«Con una creciente población que está madurando, se espera que el efecto en la salud pública también aumente. De hecho, muchas naciones sugieren que estamos ante una epidemia de soledad. El desafío que enfrentamos ahora es qué podemos hacer al respecto», concluye la experta.

Vía IFLScience

El Ciudadano

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