Carta abierta a la comunidad Arcis

Estimados colegas, estudiantes y funcionarios: He visto con verdadero espanto el increíble nivel de agresividad al que ha sido sometida nuestra compañera rectora Elisa Neumann

Por Leonel Retamal

10/10/2014

Publicado en

Columnas

0 0


carlos-perezEstimados colegas, estudiantes y funcionarios:

He visto con verdadero espanto el increíble nivel de agresividad al que ha sido sometida nuestra compañera rectora Elisa Neumann. Hace treinta años que hago clases en esta Universidad y, aunque recuerdo situaciones que podrían considerarse precursoras de estos niveles de descalificación y violencia, no había visto nunca a académicos, funcionarios y estudiantes contrapuestos de esta manera a otros académicos, funcionarios y estudiantes. Cada vez que he podido expresarlo he manifestado mi desacuerdo con la forma en que Elisa ha sido designada Rectora. Hoy no puedo sino expresar mi solidaridad con su persona, ante una agresión simplemente incalificable.

Más allá de este claro pronunciamiento contra los modos que ha adquirido la discusión interna, escribo esto para repetir mi opinión global sobre la situación de la Universidad, que he conversado con los actuales miembros del Directorio, y directamente con los estudiantes.

Creo que los hechos muestran que la Universidad se ha vuelto clara y desastrosamente ingobernable.

Estas son unas condiciones que hacen inimaginable que obtengamos la acreditación oficial que nos permita seguir recibiendo el sistema neoliberal de los CAE, con que se financia gran parte del presupuesto. Peor aún, sostengo claramente que, en el hipotético caso de podamos obtener tal certificación, sería una concesión simplemente inmoral, y constituiría un verdadero fraude a la confianza pública.

Sostengo que no podemos ofrecer hoy ninguna garantía de que esta Universidad pueda durar cinco años más, y que eso debería hacernos pensar seriamente en la responsabilidad que implica que recibamos en el próximo año académico una nueva generación de estudiantes.

{destacado-1}

Sostengo que es simplemente inmoral (y, en todo caso, no puede considerarse una postura de izquierda) esperar que el Estado, a costa de los impuestos de todos los chilenos, asuma el costo de una Universidad privada (la que sea), y menos aún de una que no puede garantizar su gobernabilidad.

Creo que si en medio de una grave crisis hay estudiantes que no encuentran nada mejor que usar la Universidad como centro de sus enfrentamientos con Carabineros, si hay funcionarios que no encuentran nada mejor que pedir que la justicia embargue las cuentas bancarias donde se depositan justamente los dineros con que esperan que les paguen, si la enorme mayoría de los estudiantes, ante el espectáculo de la crisis opta simplemente por no asistir a las clases, si los debates entre los trabajadores llegan a los niveles de descalificación que, por ambas partes hemos presenciado, quiere decir simplemente que no podemos dar garantías reales de viabilidad a este proyecto, más allá de todas las bondades intelectuales y académicas que ´mantenga aún.

Es en virtud de estas consideraciones que creo que la salida más honesta que se puede dar a esta situación es simplemente cerrar esta Universidad.

Debemos hacerlo ya, de la manera más ordenada posible. Pero declarando desde el principio que esa es la salida.

Un proceso de cierre que dure unos cinco años:

  • que empiece por cerrar el proceso de admisión 2015 para todas las carreras;
  • que reduzca la planta funcionaria desde ya, al menos en un 30%,
  • que inicie conversaciones con Universidades y Escuelas afines para establecer convenios que permitan a los estudiantes continuar sus estudios en otras instituciones,
  • que mantenga los cursos necesarios para que los estudiantes que quieran mantenerse en la Universidad puedan completar sus estudios durante ese lapso,
  • que reduzca desde ya los salarios de los trabajadores que permanezcan durante el proceso en funciones, con el objeto de mantener una situación financiera relativamente equilibrada,
  • y que permita, por esa vía del ahorro y la reducción, pagar las indemnizaciones de los trabajadores que vayan quedando progresivamente fuera, empezando por aquellos que sean afectados por la reducción inicial.

El cierre de la admisión, y de todos los departamentos de funcionarios dedicados a ella, debería ser un primer ahorro en horas pedagógicas y en funcionarios que permita abordar una primera instancia de indemnizaciones.
La derivación responsable de los estudiantes a otras universidades debería, progresivamente, por las mismas razones, aliviar la presión financiera.

El cierre de todos los departamentos que dejan de ser necesarios en una situación de cierra (los dedicados a la acreditación, al desarrollo institucional, a la extensión y publicaciones) debería apuntar en la misma dirección, desde ya.
Me parece que esto es lo honesto, lo que podemos garantizar medianamente. Es lo que podemos comprometer, sin incurrir en demandas indebidas al Estado, y sin quedarnos en esta pelea interminable, que sólo puede conducir a la quiebra catastrófica, a la intervención a manos de un síndico de quiebras, es decir a una situación en que la Universidad se cierra de hecho, de manera abrupta, sin que nadie haya sido capaz de asumir cara a cara su inviabilidad. Una situación de quiebra que, desde luego, no sólo afectará a los trabajadores que pierdan su empleo, sino, directamente, a los estudiantes, cuyos intereses todos decimos querer resguardar.

Estimados colegas, trabajadores y estudiantes, esto es lo que puedo decir honradamente del estado en que se encuentra la Universidad a la que he dedicado 30 años, la mitad de mi vida, y muchos más de la mitad de mi vida profesional. Desde 1984 el desarrollo de mis ideas, los libros que he publicado, todo el desarrollo intelectual que he podido lograr, proviene básicamente de los diálogos que he mantenido en esta Universidad. Mis hijos se graduaron aquí, aquí he desarrollado grandes amistades y muchos afectos. Aquí he forjado también la honestidad intelectual que me permite presentarme con orgullo como intelectual marxista, profesor de la Universidad Arcis, en todos los foros a los que soy frecuentemente invitado en este país y varios otros. Es desde esos logros, que agradezco infinitamente, y desde esa honradez adquirida, respecto de la cual me siento obligado, es desde esos afectos que puedo decir, honrada y claramente: es hora de terminar. Es lo más claro, lo más valiente, lo más responsable. Otros proyectos académicos, con estas y mejores características podrán ser emprendidos. En contra de lo que suele decirse, las instituciones pueden pasar, son los intelectuales honestos los que deben permanecer, para dar una vez más, en todas las instancias que sean necesarias, las peleas que debemos dar.

Un gran abrazo,
Carlos Pérez Soto
Profesor de Estado en Física
Profesor Titular Universidad Arcis

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones