Los poderosos se limpian el culo con los derechos humanos

A pocas horas de entregar su cabeza a la cuchilla de la guillotina, el famoso jacobino Louis de Saint Just, le decía a Maximilien Robespierre que quizás,  por único hecho que se serían recordados por la posteridad, era  la Declaración de los Derechos de Hombre y del Ciudadano

Por Arturo Ledezma

12/12/2014

Publicado en

Columnas

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pinochet

A pocas horas de entregar su cabeza a la cuchilla de la guillotina, el famoso jacobino Louis de Saint Just, le decía a Maximilien Robespierre que quizás,  por único hecho que se serían recordados por la posteridad, era  la Declaración de los Derechos de Hombre y del Ciudadano.  – proclamada por la Asamblea Nacional durante la Revolución Francesa – esta confesión de quienes se preparaban para la muerte bajo el poder de la guillotina tiene validez hasta nuestros días.

El día del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos coincidió, en Chile, con uno de los actos más estúpidos y provocadores, realizado en la muy desprestigiada Cámara de Diputados: nada menos que rendir homenaje, solicitando un minuto de silencio con motivo del aniversario de su fallecimiento, al chileno más criminal y genocida y ladrón que ha pasado por nuestra historia, Augusto Pinechet Ugarte.  Sin Duda, en el mundo, ningún  parlamento democrático se atrevería  a rendir homenaje a Adolf Hitler, Rafael Leonidas Trujillo, Benito Mussolini, Francisco Franco, y otros tantos, todos autores de crímenes de lesa humanidad.

Los diputados que permitieron y, sobre todo, los que participaron en tan deleznable homenaje, propinaron una monstruosa cachetada a los familiares de detenidos-desaparecidos y a las víctimas de la dictadura. De la UDI poco se puede esperar, pues un buen porcentaje de sus parlamentarios es verdaderamente nazi; la excepción la marcaron dos o tres diputados de ese partido, que decidieron no participar de esta insultante mascarada.

A mi modo de ver, el presidente de la Cámara, Aldo Cornejo, pudiendo evitar semejante insulto, justo en que se conmemoraba el día aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, quien cual Poncio Pilatos, se lavó las manos y estuvo presente en el maldito acto de homenaje a esta rata humana, aduciendo subterfugios como el que los jefes de bancada habían autorizado dicho homenaje, lo cual tampoco hablaría bien de estos “honorables” –no entiendo el porqué los diputados de la Nueva Mayoría no censuran al presidente de esa corporación -.   Con estas conductas, que equivalen a limpiarse el trasero con los derechos humanos, lo único que hacen los diputados es no sólo ganar puntos en la tómbola de la antipatía ciudadana, sino también profundizar las crisis de representación y legitimidad que, actualmente, padece nuestras castas políticas en el poder.

En Estados Unidos, país que pretende ser el líder de las llamadas “democracias”, el Senado acaba de desclasificar, luego de una investigación acuciosa, un informe sobre las monstruosa torturas a las cuales sometido a detenidos en Guantánamo, a quienes, durante doce años, no se les ha respetado su derecho al debido proceso, ni siquiera se les ha formulado acusaciones formales, pues no han podido probar su participación en delitos terroristas.

El informe emitido por el Senado detalla, una por una, las formas de tortura, aplicadas por agentes de la CIA a seres humanos, sin ningún respeto por los derechos de las personas; los detalles de estas prácticas claman al cielo. George W. Bush –  gobernante sanguinario, tonto, borracho y tarado – inventó la estúpida contra lo que él llamaba “el eje del mal”, que ha servido para invadir países y, así, justificar los brutales atropellos a los derechos humanos, practicados organismos del Estado norteamericano en contra de personas indefensas.

Poco se puede esperar del gobierno de Barack Obama en el sentido de que se cierre, de una vez por todas, Guantánamo, como lo había prometido en la campaña de su primera candidatura presidencial debido, especialmente, a la presión del Partido Republicano, hoy con mayoría en ambas Cámaras, mucho menos se puede esperar rectificación por parte de los Tribunales de Justicia, que se han negado a intervenir en este caso. En conclusión,  aquí y allá, los poderosos se limpian siempre el trasero con los derechos humanos.

Rafael Luis Gumucio Rivas

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