Así fue como un médico terminó aislado de su profesión e internado por defender el lavado de manos

Antes del siglo XIX, el lavado de manos era importante en el contexto de ceremonias y prácticas religiosas, pero la gente no sabía nada de la existencia de los gérmenes; en cambio imaginaban otras causas: el demonio, las brujerías, el mal aire, etc.

Ignaz Semmelweis

Actualmente es de conocimiento común que lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño es básico para nuestra salud. Pero esta relación entre la higiene y la salud no siempre se aceptado como un hecho. Como explica Danielle Bainbridge en la serie web «Origin of Everything«, el primer médico que trató de convencer a todo el mundo de esto, no solo fue rechazado por otros profesionales, sino que terminó en un manicomio.

Antes del siglo XIX, el lavado de manos era importante principalmente en el contexto de ceremonias y prácticas religiosas. De una u otra forma, desempeñaba un papel en el cristianismo, el islam, el judaísmo, el sijismo y el budismo. Pero aparte de eso y durante la mayor parte de la historia, lavarse las manos para detener la propagación de las enfermedades no significó nada. La gente no sabía de la existencia de los gérmenes; en cambio imaginaban otras causas: el demonio, las brujerías, el mal aire, etc.

En 1846, el médico húngaro Ignaz Semmelweis hizo una observación adelantada. Se dio cuenta de que las mujeres que daban a luz con la ayuda de parteras tenían menos probabilidades de morir que las que eran atendidas por médicos. Él consideró que debido a que los doctores también realizaban autopsias a las víctimas de la infección puerperal, de alguna manera transmitían la enfermedad a sus otros pacientes. Semmelweis comenzó a promover el lavado de manos y la esterilización de instrumentos en su clínica, dando como resultado una reducción de la propagación de la infección.

A pesar de la evidencia que apoyaba su teoría, a sus colegas les molestaba la idea de culpar a los médicos por las muertes de los pacientes. En parte debido a su compromiso con la controvertida teoría, Semmelweis fue aislado y rechazado de su ocupación, sufrió un colapso mental y terminó en un hospital psiquiátrico, donde murió unas semanas más tarde.

A medida que avanzaba el siglo, la teoría del germen se volvió más convencional y el lavado de manos comenzó a ganar popularidad. La campaña de Semmelweis recién estaba dando sus frutos, pero no fue hasta los años 1980 que el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) publicó oficialmente las primeras pautas sobre buenas prácticas en el lavado de manos.

El Ciudadano, vía Mental Floss

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