EE.UU. vs Venezuela

Lecciones morales de un guerrerista Sin duda la ”guerra fría” ha regresado a nuestra región, en una rara mezcla de aplicar la Doctrina Monroe de 1823, es decir asegurar el dominio absoluto de ”Nuestra América” para los (norte) americanos y de  ”exterminar el socialismo” y todo gobierno popular mientras acaba con los Estados para conformar […]

Por Wari

07/03/2019

Publicado en

Columnas

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Lecciones morales de un guerrerista

Sin duda la ”guerra fría” ha regresado a nuestra región, en una rara mezcla de aplicar la Doctrina Monroe de 1823, es decir asegurar el dominio absoluto de ”Nuestra América” para los (norte) americanos y de  ”exterminar el socialismo” y todo gobierno popular mientras acaba con los Estados para conformar algo así como su gran ”espacio colonial” del siglo XXI.

En una combinación de empresario-vaquero inculto, voraz y brutal, Trump estuvo acompañado de capos de mafias, auténticos terroristas disfrazados de representantes en el Congreso de Estados Unidos, fascistas, sionistas, deslumbrados por el hedonismo del poder absoluto y el control total conque siempre soñaron, desde el Destino Manifiesto, para dominar un mundo, que Dios-supuestamente- les entregaba para ‘democratizar’, en su criterio de democracias coloniales, según la teología del capitalismo en decadencia.

En su discurso desde Miami se posesionó de su papel de amo del mundo, advirtiendo a los oficiales de las fuerzas armadas venezolanas, que si continúan apoyando al gobierno de Nicolás Maduro, lo “van a perder todo” ya que sabemos “quiénes son y sabemos dónde guardan los miles de millones de dólares que se robaron. Si eligen a Maduro no van a encontrar refugio”.

La verdadera ‘ayuda humanitaria’ que ofrece el presidente estadounidense es una descarnada confirmación de su prédica mafiosa: o te entregas y me entregas a tu país o te aplasto.

Y su lenguaje humanitario se puede traducir en: “yo te robo miles de millones de dólares con los que todos podrían comer en Venezuela, destruyo tu economía, te desabastezco, bajo el petróleo a lo mínimo, ordeno sabotajes a tus industrias, refinerías, tendidos de la luz, lo que sea, confisco tus bienes, me guardo lo que debí pagarte y mucho más. Y además, ordeno a barcos con medicamentos que no lleguen a puertos venezolanos, multo a quien quiera venderte comida, remedios y otros.

Pero como soy bueno te mando ‘ayuda humanitaria’, unos pesitos, unas bolsitas, ‘ayuda humanitaria’ como a Libia -después de destruirla toda y matar a más del diez por ciento de su población. Como soy bueno te mando 20 millones de dólares en cajitas de comida, y como tengo que cuidar el mandado, te mando algunas tropas especiales detrás, o distraigo al mundo con esto y te mando la invasión por otro lado. ¿Ves cómo es de bueno, generoso, caritativo el imperio?

Este es Trump, un cavernícola sin la inocencia del cavernícola verdadero, que dice tender una ‘mano salvadora’ para los que traicionen a su patria, a su pueblo, a sus propias convicciones, aunque en realidad todos sabemos que esa mano es una garra.

Increíble un discurso tan mediocre, tan infantil -de un niño perverso-, advirtiendo que los militares patriotas de las fuerzas bolivarianas arriesgan su futuro y el del país por un hombre malo-malo, por un Maduro “controlado por los militares cubanos y protegido por un ejército privado de soldados cubanos”, porque según sus asesores, el presidente Maduro es un pobrecito ‘títere cubano’.

Mientras hacía su amenaza, continuaba recordándonos que su gobierno es tan pacifista como el de sus predecesores… que han invadido, matado, mentido, torturado, destruido países y pueblos enteros, sin ninguna piedad, produciendo los primeros genocidios del siglo XXI y todos los del pasado.

Nos habla a todos, porque hoy todos los latinoamericanos dignos somos Venezuela, nos habla como si estuviéramos idiotizados, zombificados, para lo cual sus expertos en “’control de mentes y corazones’ han trabajado todos estos años y algo han logrado.

Por suerte no todos somos comprables, ni amenazables, ni zombificables, para creer que ustedes, Estados Unidos, precisamente ustedes salvarán a Venezuela y apoyarán una ‘transición pacífica’.

A Estados Unidos le encantan esas ‘transiciones pacíficas’, un eufemismo muy especial para mencionar el momento en que se apropian de un país, después de invadirlo, mediante las estrategias más diversas que utilizan, y sobre cadáveres, como lo hicieron en Irak, donde anunciaron que había llegado ‘la democracia’.

Claro eso pasó después de la invasión, la destrucción brutal, la desaparición de la memoria histórica, de los rastros de la historia de la civilización, a los que arrasaron.

‘Democracia’ como en Irak, Afganistán, Libia, Hiroshima y Nagasaki, Siria, Indonesia etc, etc. La lista es tan larga si nos remontamos a los fines del siglo XIX , todo el siglo XX y lo que va de este, que no cabría en una nota.

Imaginen que Maduro es tan ‘malo’ que se niega a aceptar una ayuda vital ¿cómo la que llevaron a Haití?  ¿O como el agente naranja sembrado con bombas en Vietnam?

El ‘dictador Maduro’ es aún más terrible que los amigos de Estados Unidos: los Somoza, Pinochet, Videla, Batista, el Sha de Irán… Recuerden lo que dijo un presidente de ustedes, Franklin Delano Roosevelt sobre Somoza: “Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, lo que volvió a repetir nada menos que Henry Kissinger cuando se refirió al segundo Somoza de la dinastía, también dictador. Y se supone que ustedes inventaron la democracia.

Los grandes filósofos del mundo, nunca lo hubieran sido si hubieran conocido ‘la bella vida’ del pueblo americano (de los Estados Unidos de Norteamérica), las catedrales del consumo, la filosofía del vacío absoluto, el terror aplicado para ‘lograr el bien’, según sus principios para ‘salvar a la humanidad de los malos’ a los que hay que colgar, hacer arder en una pira, desaparecer en la noche y niebla, como lo hizo el nazismo.

No importa cuántos puedan morir

Les pusieron de plazo mayo, mientras avanzaba un diálogo y negociación donde participó como mediador el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero con la colaboración del presidente de República Dominicana, Danilo Medina. Diálogo que avanzó, y el gobierno venezolano hizo exigencias a la oposición.

El 7 de febrero de 2018 en la noche estaba ya todo instalado en la República Dominicana para la firma del acuerdo que además iba a estar bajo observación, para su estricto cumplimiento. Llegaron todos vestidos elegantemente para la firma, cuando un llamado telefónico desde Bogotá, Colombia, del ex secretario de estado de Trump, Tex Tillerson, Julio Borges, jefe de la delegación opositora , terminó con la ilusión y el trabajo de semanas y semanas de los mediadores.

En una carta escrita luego a la oposición el mediador del diálogo Rodríguez Zapatero, sostuvo que: “De manera inesperada para mí, el documento no fue suscrito por la representación de la oposición. No valoro las circunstancias y los motivos, pero mi deber es defender la verdad y mi compromiso es no dar por perdido el lograr un compromiso histórico entre venezolanos (…) Es por ello que le pido (a los opositores), pensando en la paz y la democracia, que su organización suscriba formalmente el acuerdo que le remito, una vez que el Gobierno se ha comprometido a respetar escrupulosamente lo acordado”.

Ante las amenazas contra Venezuela, Rodríguez Zapatero advirtió la semana pasada sobre la necesidad de evitar una gran tragedia, cuyo final sería imprevisible, señalando que los mismos que están fraguando la operación en ese país son los que invadieron Irak y que el uso de la fuerza sería dramático.”

Mientras la Cruz Roja Internacional se niega a participar en la entrega de una supuesta ‘ayuda humanitaria’ a Venezuela -porque dadas las circunstancias esto está siendo utilizado y no por una razón humanitaria y justa-, no hay quien no mencione al Caballo de Troya, la ciudad sitiada, a la que sus enemigos que la estaban rodeando para rendirla, le envían como obsequio y oferta de paz, un hermoso y enorme caballo de madera.

Sólo que en su interior iban soldados armados hasta los dientes, que salieron en la noche para atacar y vencer a una ciudad sitiada, hambrienta pero digna. Todos saben que la ‘ayuda humanitaria’ es esto mismo.

Crear un conflicto mediante subterfugios contrainsurgentes, después de preparar el terreno por los medios de incomunicación masiva, hoy una de las armas tácticas más poderosas de Estados Unidos, ha sido común en toda la historia y en este siglo.

Falsas noticias, falsas escaramuzas, acciones y atentados de falsa bandera, ‘ falsos positivos’ detrás de los cuales llegan las bombas y toda la parafernalia del imperio, que no por eso es menos decadente.

Armas de destrucción masivas que no existían en Irak, sirvieron como pretexto para matar más de un millón de personas y destruir todo a su paso. ‘Ayuda humanitaria’ supuestamente para paliar el hambre en Venezuela, después de haber desatado la guerra económica más violenta que se recuerde en los últimos tiempos y de haber robado a ese país millones de dólares, para -como han reconocido- asfixiar al pueblo para que no pueda soportar más y se rebele. No importa cuántos puedan morir.

Todo porque hay que imponer al presidente que no existe, que fue creado como parte de la misma guerra, Juan Guaidó, quien recorrió todas las academias de formación de traidores, como los que Estados Unidos ha formado para enviar a los países del ‘patio trasero’ que pretenden ocupar definitivamente. “Las muertes no son un costo, sino una inversión a largo plazo” como dijo Guaidó.

No sabían muy bien contra qué pueblo y qué gobierno se iban a enfrentar.

Invadir Venezuela no es por el ‘malo de Maduro’ ni por ninguna otra razón que el petróleo, la más grande reserva del mundo, además muy cercana a la metrópoli, a lo que se añaden enormes y estratégicos recursos de todo tipo.

Pero también porque fue la cuna del proyecto de unidad latinoamericana en este siglo, nada menos que basado en el pensamiento contra el hegemonismo del siglo XXI: el proyecto Bolivariano, en nombre de Simón Bolívar y Hugo Chávez Frías, fue ejemplar para América Latina y se sembró en el continente.

Por Stella Calloni

Publicado el 4 de marzo de 2019 en The Prisma.

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