Los Sicodélicos (1966-68): El lado beat de Francisco Sazo de Congreso

SONIDOS CHILENOS DEL SUBTERRÁNEO V:  LOS SICODÉLICOS Probablemente el título de este artículo no hace justicia con la verdadera historia de Los Sicodélicos, una banda sin liderazgo absoluto y un sentido de comunidad enraizado en la fuerte espiritualidad de sus integrantes

Por Cristobal Cornejo

29/12/2010

Publicado en

Actualidad / Artes / Música

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SONIDOS CHILENOS DEL SUBTERRÁNEO V:  LOS SICODÉLICOS

Probablemente el título de este artículo no hace justicia con la verdadera historia de Los Sicodélicos, una banda sin liderazgo absoluto y un sentido de comunidad enraizado en la fuerte espiritualidad de sus integrantes.

Aún hoy, para los curiosos, investigadores, periodistas y musicólogos locales, existen muchos episodios desconocidos en la historia de lo que se ha llamado rock chileno, aun cuando en la generalidad, el rock haya tenido una vocación internacionalista e híbrida, desde la contracultura a la industria cultural, que supera fronteras e incluso el propio estilo.

Esto lo sabe muy bien Claudio Gajardo Cornejo, devenido en exhaustivo biógrafo de Los Sicodélicos,  mediante “Sólo tu nombre puede cortar las flores”, profundización del tercer capítulo de su Tesis de Magíster en Artes con mención en Musicología, “El Beat Chileno, El Beat Progresivo-Psicodélico Chileno y Los Sicodélicos (1964-1968)”.

Fueron una serie de agradables coincidencias las que llevaron a Gajardo a adentrarse en la desconocida obra de la banda, cuarteto oriundo de Quilpué, activo entre 1966 y 1968, primero bajo el nombre de The Growlings (Los Gruñendo) y luego, desde 1967 como Los Sicodélicos.

Gajardo (a la derecha en la foto, junto a Pirincho Cárcamo de Radio Futuro), confeso fanático de la invasión británica -“pero sobre todo de The Beatles”- un día quiso investigar qué era lo que ocurría en Chile, paralelamente a lo que ocurría en Europa y Estados Unidos, entre 1965 y 1970.

El 2002, fortuitamente, un compañero del magíster de musicología de la Universidad  de Chile (donde asistía de oyente en ese momento) le dio una copia en CD del LP Sicodelirium (1967, Orpal) de Los Sicodélicos, “una propuesta beat, en la que me doy cuenta que hay también instrumentos mapuche y andinos como ocarinas, charangos, cascahuillas, trompe, quena, es decir, era un mestizaje, una fusión, pero bien tímida, porque cantaban en inglés. Era algo como de afuera, pero también de adentro”, explica.

Fue ese mismo compañero quien le comentó que en esa banda tocaba Francisco Sazo, antes de conformar Congreso. En la ocasión en que abordó a éste, luego de una charla de rock chileno en que se toparon, Sazo fue muy escueto. “Me dijo que estaba arrepentido de haber grabado el disco, ya que era un cabro chico y era muy ridículo cantarlo en inglés”, comenta Gajardo. Francisco Sazo en Los Sicodélicos se hacía llamar Frankie Sazo.

El 2004, ya como alumno regular, tenía claro que este sería su caso. ¿Por qué?: “Además de las pocas referencias de parte de otros investigadores, con Los Sicodélicos se explican los orígenes del hibridismo instrumental que influenciaron la discografía de Congreso, Los Jaivas y Los Blops, por medio de Sicodelirium. Y también, porque, conjuntamente, con las misas de Bianchi y de Los De Ramón, la Misa para Gente Joven empujó, a la iglesia católica chilena, en la incorporación de instrumentos musicales populares en su liturgia”.

Gajardo se refiere a la misa rock surgida de la musicalización hecha por el grupo del texto del periodista de la V Región, Orlando Walter Muñoz, estrenada en 1968.

GOLPES DESDE LA CIUDAD DEL SOL

En 1966, The Growlings se presentaban en el Parque Cousiño en un festival de bandas escolares (foto del encabezado). Tocaron “Whats your name?”, una composición propia y ganaron. Volvieron a Quilpué como héroes. En 1967 tocando en el Sindicato de Estibadores de Valparaíso, los ve Mario Marín, quien les ofrece representarlos, con la condición de que se cambien el nombre. Ese punto marca el inicio de Los Sicodélicos, nominados así al calor del flower power de la época.

Y 40 años después, Claudio Gajardo Cornejo, casualmente, daba con la prima de Leslie George Needham (Guitarra solista, corista y compositor del grupo), quien estaba dispuesto a hablar de su vieja banda, tras cuarenta años sin haberse referido a ellos en alguna entrevista.

En el núcleo duro del grupo (que promediaba los 16 años) estaba Needham, Sazo (bajo eléctrico, vocalista y autor de las letras) y Waldo Morales (guitarrista rítmico y vocalista). Los bateristas fueron varios: Jorge “Choche” Fernández (en The Growlings y los primeros Sicodélicos), Sergio Alvial (quien grabó el single, For you love/ Train to Dover, antes del citado LP), Alfonso Valdés (quien grabara Sicodelirium) y Juan Carlos Saphores (quien toca en la Misa para Gente Joven).

Don Charles Needham y su hijo George tenían una tradición musical ligada a la religión metodista. Needham padre se transformó en el principal apoyo del grupo. En un tiempo en que, según Gajardo,  “el sueño de los quinceañeros era hacer un cuarteto tipo Beatles, con bajo, dos guitarras, batería y ojala  voces y los instrumentos eran un lujo”, Needham padre se convertirá en el principal apoyo económico del grupo, incluso construyendo él mismo las guitarras, el bajo eléctrico y los amplificadores, gracias a sus conocimientos de electrónica.

Sicodelirium contiene doce canciones. De ellas, cinco originales y siete versiones, de grupos más o menos desconocidos a los que tuvieron acceso en la discoteca de Radio Porteña, donde trabajaba Marín. “En las vitrinas comerciales, se encontraba Beatles y Rolling Stone, solamente”, afirma Gajardo.

Sazo escribía las letras en inglés, “ya que creían que podrían hacer una carrera internacional”, explica Gajardo.

Según el investigador, Marín “tenía la idea de que en un segundo LP podrían hacer lo suyo”. Y aunque los jóvenes creían que todo el repertorio podía ser propio, Marín los logra convencer. Igualmente, los educa en el rigor de los ensayos, puliendo la ejecución y la puesta en escena total, hasta sus movimientos en el escenario y la ropa, explica Gajardo.

Para el también profesor de artes musicales, el hibridismo musical en el disco vino del manager. “Su idea era hacer un disco comercial, que fuese de afuera y de adentro, pero que tuviera alguna particularidad”. Así llama a un norteamericano, Erich Bulling, que tocaba instrumentos andinos e integraba el trío Kunza, para que grabe estas sonoridades.

El impacto del grupo fue importante, tocando en colegios, balnearios, discotecas y radios de la V Región y Santiago y logrando entrevistas en todos los medios escritos de la época. Incluso tuvieron su propio programa de televisión, “Go-in-go” (en la foto) -una copia de El Show de Los Monkees que esa banda beat realizó en Estados Unidos- que se transmitió por Canal 8 UCV y con el que Los Sicodélicos alcanzaron cierta fama.

A pesar de este hecho, “ellos no vieron ni uno, tocaban sólo por amor al arte”, afirma Gajardo, quien presume que Marín vio a Los Sicodélicos como una inversión. “Probablemente puso dinero y no pudo recuperar nada” debido a su separación, especula.

ROCK’N’ROLL INTO THE CHURCH

El jueves 5 de septiembre de 1968 Los Sicodélicos estrenaban su Misa para gente joven en el gimnasio de la Unión Española de Deportes, contiguo a la capilla del Seminario San Rafael, en Valparaíso. Fue un espectáculo gratuito, al que asistieron laicos y eclesiásticos, y que provocó revuelo a través de las varias crónicas que de ella se escribieron. Posteriormente, se tocó en el Aula Magna de la Universidad Federico Santa María.

En ambas ocasiones utilizaron sólo instrumentos eléctricos, no charangos, como ha señalado algún investigador.

Los Sicodélicos eran jóvenes muy religiosos, incluso dos de ellos, católicos, señalaron en la prensa “no ser de la Iglesia sino ni joven, sino pertenecer a la única Iglesia de Cristo”.

A pesar de que no hay registro de aquella intervención, Gajardo insiste en su importancia ya que sería “el primer intento de introducción de elementos de rock-beat y de temáticas contingentes como la Guerra de Vietnam dentro de la liturgia religiosa católica, después del Concilio Vaticano II”.

VIDA ETERNA

A fines de 68, luego del estreno de la misa, el grupo iba a grabar “No volviste con el sol”. Needham conoce a los Testigos de jehová, quienes consideran incompatible el camino religioso con su actividad en el rock. Él prefirió la religión.

“A principios del 69, Needham los reúne en una plaza y les comunica su decisión. Entre llantos, se acababan Los Sicodelicos”, relata el musicólogo.

Sin embargo, la disolución del grupo proyecta otros vértices. Sus amigos de Los Masters, también de Quilpué y que tocaban un beat instrumental “a la The Shadows”,  invitan a Morales y a Sazo a sus filas. A poco andar, el primero se da cuenta que no encaja y se retira, porque Los Masters quieren pasar “de ese estilo a algo latinoamericano, a un mestizaje de instrumentos autóctonos con rock”, explica Gajardo. De esa escisión y nueva encarnación, surge al poco tiempo el grupo Congreso.

“Lo impactante del final es que la separación no es por un lío de faldas ni por plata, sino por algo más profundo. Si Leslie no hubiese preferido la religión, Congreso no hubiese existido”, concluye el autor de “Sólo tu nombre puede cortar las Flores”.

UN TRABAJO CÓSMICO

El libro de Gajardo indaga con muchos detalles en el contexto que rodeaba al grupo y en las dinámicas creativas al interior, poniendo en tensión, por ejemplo, la relación de Sazo y Morales, consultando sobre la “real” sicodelia a la que adherían (“la única droga que consumieron fue unas cáscaras de plátanos secas que se fumaron”, cuenta Gajardo entre risas), las motivaciones que tenían para hacer beat, distintas a la de algunos contemporáneos como Los Mac’s, entre muchas otras situaciones. Cada una es abordada en profundidad, dejando hablar a todos los actores.

Además, la publicación digital contiene la transcripción a partitura hecha por el autor de 3 canciones de Los Sicodélicos, “para el posterior análisis de otros investigadores musicales, así como para la interpretación” y un análisis de las letras de las canciones.

Los Sicodélicos “marcan un paso, un antes y un después. Si bien, cantan en ingles y hay una fusión de instrumentos, esta es tímida y será más potente en Jaivas, Congreso y Los Blops. El hecho de que no se haya grabado la misa a investigarlos, también me motivó, ya que era un tema desconocido, ese es mi aporte a la música. También el silencio de Sazo me motivó. Y creo que también que hay un tema cósmico en todo esto, muchas cosas guardadas hoy están saliendo a la luz”, comenta Claudio Gajardo.

Se considera marcando la pauta colgando su investigación en Internet, gratuitamente y para todo el mundo. “La idea es que esto pueda ser visto por todos y no solo por unos pocos”, explica.

“Con Internet los que más han ganado son los periodistas y musicólogos, ya que las investigaciones pueden ser iniciadas de manera mas rápida al contar con el material sonoro”.

Asimismo, considera que “los editores de los diarios deben dejar más espacio a los periodistas y musicólogos para que publiquen contenidos musicales” abordados con profundidad.

Claudio ha colaborado en diarios locales (Puento Alto) y televisoras comunitarias (canal 29), realizando programas de música. En estos cruza su vocación de músico, comunicador, pedagogo y melómano.

Los agradecidos con su trabajo ya son muchos, además de los investigadores y cercanos al grupo. Hoy más que nunca se hace posible y necesario develar aquellas historias que están bajo el velo de lo masivo y lo exitoso, así como volcar el conocimiento académico hacia otras esferas de la creación artística.

Para leer el libro

Para descargar «Sicodelirium»

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

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