¿Para quién legislan unos y otros?

Basta sólo un día al interior de la sala del Senado, para entender de qué lado están las voluntades de ciertos parlamentarios, las que claramente no representan los intereses de las grandes mayorías, abandonadas a su suerte

Por Wari

12/09/2012

Publicado en

Actualidad / Editorial

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Basta sólo un día al interior de la sala del Senado, para entender de qué lado están las voluntades de ciertos parlamentarios, las que claramente no representan los intereses de las grandes mayorías, abandonadas a su suerte. ¿Pero existen defensores entre toda la fauna parlamentaria?

En el lugar, tú los ves cómo salen de la sala a cada rato, cómo patean las discusiones y cómo los quórum muchas veces no alcanzan cuando hay asuntos importantes de discutir.

Se nota quiénes están con las farmacias, los amigos de la industria automotriz, de las tabacaleras, la minería y dele que suene hasta el infinito.

Los senadores representan muchos intereses que no son precisamente los del colectivo y menos de las regiones de las que muchos ni siquiera son oriundos(as). En las semanas distritales, por ejemplo, deberían recoger con mayor fragor las demandas de sus “coterráneos”, pero en vez de eso, salvaguardan los intereses de sus partidos asentados en lugares remotos.

Así, hay quienes trabajan legislativamente con miras a beneficiar a consumidores antes que a ciudadanos, desde una perspectiva que rebaja derechos esenciales como la educación pública y gratuita de calidad, en beneficio de la Banca; y el derecho a una vivienda digna es desplazado nuevamente en beneficio del crédito y la usura, mientras todo sigue y sigue subiendo, menos los sueldos.

Asimismo, canales de televisión del Senado y la Cámara de Diputados debiesen ser públicos y no por cable. Transmiten importantes discusiones y tomas de decisiones de las que muchos no se enteran, ni se enterarán jamás.

Mensajes valiosos que contienen los anhelos de las regiones, cuando son expresados por los parlamentarios en las horas de incidentes, terminan en oficios que el asfixiante presidencialismo tardará en responder, mientras que otros quedarán en el más absoluto de los olvidos.

Entre medio se cuelan episodios mediocres pero que dan cuenta del mal estado de la salud de la política formal, como el ocurrido en estos días entre el senador Guido Girardi y el ex titular de Hacienda, Andrés Velasco, con una seguidilla de declaraciones de políticos, entre ellos el ex presidente Ricardo Lagos, en que, entre otras cosas, acusan de “presiones” al propio Mandatario y a ministros, llegadas desde Girardi y otros personajes concertacionistas. ¿Así es como trabajan entre ellos?

Desde medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil debemos asumir la vigilancia legislativa popular sobre los proyectos y las iniciativas que se discuten y votan, y saber claramente cómo vota cada parlamentario.

Eso debe ocurrir sobre todo en temas sensibles como el salario mínimo, el término del binominal, los derechos laborales, etc.

Al mismo tiempo no hay que bajar la guardia sobre emplazamientos hechos desde la sociedad, como la necesidad de avanzar en una Asamblea Constituyente para generar una nueva Constitución Política para Chile, algo en lo que ya están comprometidos muchos legisladores y que debe ser materia a tratar en el Parlamento.

Es por ello urgente y necesario que los ciudadanos y las organizaciones sociales vivas, tengamos cada vez mayor participación y asumamos mayor fiscalización sobre el ejercicio parlamentario de quienes se supone son nuestros representantes. Y si ya no nos representan, tenemos que ver cómo lo hacemos para cambiarlos. Eso tiene que ver con reformas como instalar en el país los plebiscitos o referéndum para revocación de mandatos, pero en consulta al pueblo, no como en Paraguay donde un puñado de legisladores deciden si un Presidente electo democráticamente puede o no seguir en el cargo.

Hay legisladores que sí trabajan y respaldan demandas sociales y de regiones, a ellos hay que apoyarlos y contribuir a que sus voces, proyectos y trabajos sean conocidas por el pueblo.

Con sus limitaciones y en el espacio que le corresponde, el Congreso debe, en definitiva, jugar un rol para la profundización de la calidad de la democracia y la expansión de los derechos sociales de los ciudadanos. De lo contrario, se queda en un ámbito cupular y conservador que sigue el camino del desperfilamiento y desprestigio del ejercicio de la política. El Parlamento, en definitiva, debe ser, realmente, representante de los intereses, necesidades y demandas de las grandes mayorías.

Por Equipo Editorial

El Ciudadano Nº128, primera quincena julio 2012

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