Un californiano propone una aberrante iniciativa de ley para «condenar a muerte» a los homosexuales

La ‘Ley de Supresión sodomita‘ es una aberrante iniciativa de ley surgida en California que propone que los homosexuales sean «condenados a muerte por balas en la cabeza o por cualquier otro método conveniente«.

Esta estúpida y repugnante iniciativa fue propuesta por el abogado Mateo McLaughlin, quien redactó el ignorante texto y lo presentó en la oficina del fiscal general. Debido a las normas establecidas para estos procesos legales los funcionarios de la oficina del fiscal no pudieron hacer nada por detener  la recolección de firmas en apoyo a la grotesca iniciativa para condenar a los gays y a las lesbianas a pena de muerte en California.

La propuesta de McLaughlin denomina a la intimidad entre personas del mismo sexo como «un mal monstruoso«, ante lo que argumenta desvergonzadamente que sería mejor para los homosexuales morir, que para los californianos «ser asesinados por la justa ira de Dios contra nosotros por la locura de tolerar la maldad en medio de nosotros«.

A través de los vacíos legales McLaughlin consiguió que su iniciativa saliera a la calle con el objetivo de reunir 365 mil firmas en 180 días para conseguir que incluyan la homófoba ‘Ley de Supresión sodomita’ en la boleta electoral. Lo bueno es que aunque la iniciativa consiguiera reunir todas las firmas y además fuera aprobada por los votantes, en el último paso los tribunales la anularían por ser -lógicamente- inconstitucional.

Es decir, esta iniciativa de ley presentada por el ignorante Mateo McLaughlin muy difícilmente saldrá adelante, pero ha servido para generar debate sobre si California debe reformar y mejorar el proceso para gestionar las iniciativas de ley y evitar que absurdeces de este tipo vuelvan a permitirse.

En California ya han surgido anteriormente iniciativas extremas y poco serias que buscan prohibir el divorcio o dividir el estado en seis, pero la ‘Ley de Supresión sodomita’ que propone asesinar a gays y lesbianas con «balas en la cabeza» o «cualquier otro método conveniente» ha sobrepasado los límites de lo permisible.

Me sorprende, me repugna y me indigna que a día de hoy sigan existiendo personas que defiendan una postura tan retrógrada, intolerable e inculta como la de McLaughlin y tristemente, como la de otras muchas personas en este mundo que se niegan a progresar, avanzar y evolucionar.