Literatura sudamericana

Juan Sasturain, escritor argentino: «La escritura es un cóctel que no siempre tiene la misma composición»

Escritor versátil y curioso, Juan Sasturain es dueño de una obra tan extensa como variada. Eso se puede ver en dos de sus recientes publicaciones, como La patria transpirada (Sudamericana, 2018) y Cuentos Reunidos (Alfaguara, 2017), la cual reúne gran parte de sus narraciones breves.

“No tengo límites muy precisos entre lo que es estrictamente literario y otro tipo de escritura. Eso no es bueno ni malo, es un hecho. Creo que el libro da cuenta de eso, me guste o no, eso es lo que escribo”, comenta el escritor argentino Juan Sasturain.

Sobre la reciente reedición de La patria transpirada, libro que reúne las participaciones de Argentina en los campeonatos mundiales de fútbol, Sasturain destaca el universo de posibilidades que cada partido encierra en sí mismo y las distintas estrategias narrativas que se pueden utilizar a la hora de internar narrar acontecimientos tan especiales como un Mundial.

La literatura argentina y la relación con la región

— ¿Qué relación tenés con la literatura chilena?
 En Argentina Hemos aprendido a amar a los chilenos a través de sus poetas,ya sea Huidobro, Gonzalo Rojas, Neruda mismo. Lo que sucede con Neruda es que ha tenido la dificultad de ser un poeta popular, ahí hay preconceptos, pero nadie lo leer. Haber escrito «Residencia en la tierra» le da una envergadura poética excepcional. En Argentina, a pesar de la cultura rica que poseemos, no hemos tenido un Vallejo como Perú, ni un Neruda como Chile.

— ¿Pensás que Argentina le sigue dando la espalda al resto de la región?
 No te quepa duda, eso es histórico y tiene que ver con la tendencia al aislamiento de cada uno de nuestros países. Ni hablar de la relación entre Argentina y Brasil, por ejemplo. Lo mismo sucede con Uruguay. En el caso chileno se agrava, por más que hayamos privilegiado a sus poetas. Basta con recordar «La cueca de los poetas» de Violeta Parra pare recordar su riqueza en ese campo.

Un espectador de fútbol en estado puro

— ¿Qué te produce a vos cada nueva reedición de La patria traspirada?
 Si bien no se ha publicado en cada nuevo mundial, sí lo ha hecho periódicamente. Cada Mundial es un fenómeno en términos filosóficos: es un acontecimiento diferente por la naturaleza de cada evento y por el tipo de texto que me genera escribir a mí. El mejor ejemplo lo tuve cuando tuve que escribir sobre el Mundial de Brasil. Para la primera edición, que fue previa a la edición del 2002, hice una operación que consistía en trabajar con mi memoria, sobre todo con la afectiva y personal, junto al registro periodístico. Había escrito, sucesivamente, esos textos juntos, puestos en pasado y a la misma distancia, si bien son uno distinto del otro.

— Claro, como un mismo bloque de memoria.
— Exacto, lo escribió el mismo tipo en el mismo momento, los primeros meses del 2000. Los mundiales posteriores (2002, 2006, 2010), quien escribe está parado en un lugar similar: el del periodista que cubre y escribe, algo así como escribir con el diario del lunes. En el último, en el del Brasil, lo que sentía que tenía que hacer era dar cuenta de mis sensaciones a lo largo de ese Mundial. Lo que hice fue transcribir mi diario de esos días, por lo que la operación narrativa fue la opuesta. Esta edición, en definitiva, es mucho más larga (casi 100 páginas más), más diversa y más impresionista. No hay una mirada sintetizadora, que esté contaminada con una mirada posterior, salvo en el prólogo. Eso es algo muy lindo, porque me doy cuenta en qué medida soy un espectador en estado puro, soy un hincha de fútbol.

— Me parece muy interesante cómo encarás el Mundial 78, con esa pelota del delantero holandés que sale por al lado del palo y lo que pudiera haber cambiado si entraba.
 No podemos decir si algo hubiera cambiado, pero sí podemos pensar que acaso pudiera haber cambiado. Como la nariz de Cleopatra: si ella hubiera sido más fea, qué hubiera pasado con el devenir de cierto momento de la civilización romana.

— ¿Y qué recuerdos tenés a nivel personal de esa Copa del Mundo?
– Tengo recuerdos absolutamente presentes, yo era un hombre de 33 años que vivía la dictadura desde la crítica y que la había padecido a mi alrededor. En el 78′ miré los partidos a puertas cerradas, como tantos otros, y deseé que Argentina ganara. Festejé para adentro, no saqué la banderita para los milicos, obviamente que no.

Las fronteras de la escritura

— Pasando a tus Cuentos Reunidos que se publicaron el año pasado por Alfaguara, ¿qué tan representativa de tu obra considerás esa edición?
 Es muy representativa y abarcativa, imaginate que ahí están el 90% de los textos narrativos que escribí.

— ¿Qué te produjo ver tantos años de trabajo reunido de esa manera?
 Es un libro muy placentero, es muy lindo. La sensación de que me propusieran reunir los cuentos en esta colección de Alfaguara además, es un lugar muy lindo para estar, vos me vas a entender lo que te quiero decir. Es algo que me pone muy orgulloso y contento. He disfrutado muchísimo con este libro, más allá de los valores intrínsecos que pudiera tener. Es como vos decías, ves muchos años de laburo y de vocación concretada. Uno se siente excesivamente privilegiado de estar en esta colección, casi como un colado al lado de Nabokov, Fitzgerald.

juan sasturain

— En esa dirección, releyendo ambos libros antes de hacer esta nota, a veces resultaba difícil darse cuenta del traspaso de un libro al otro, porque en algunos cuentos había la misma sintonía que en algunos capítulos de La patria transpirada.
 Claro, porque La patria transpirada tiene la misma tensión que un texto estrictamente ficcional. Como te habrás dado cuenta, tiene que ver con cierta práctica adquirida de escribir en los medios gráficos. Yo siempre escribí ahí, fue algo que se fue dando así. Cuando uno escribe en esos medios, va recortando un tipo de lector posible que puede ser diferente a aquel que es indeterminado cuando se escribe un texto que no va a ser publicado en lo inmediato. Durante muchísimo tiempo, he escrito con un lector predeterminado y eso va tanto desde una crónica periodística, como una novela.

— ¿Qué herramientas te dio eso en tu propia obra?
 Fue algo que no se dio por separado, sino que se dio todo junto. Mi primera novela se publicó como folletín, y eso operó sobre su forma. Siempre se dio una relación de ida y vuelta. Yo he escrito poesía durante muchos años y la primera vez que publiqué un poema no fue en un libro, sino que salió en un medio donde me habían pedido una nota. En vez de eso, escribí un poema, que fue “Carta al soldado Kirk” en 1981. A partir de entonces, gran parte de mi poesía salió en medios gráficos.

 Eso que decís está bueno para pensar a la poesía más cercana al oficio de escribir y no como algo tanto lejano. Si bien tiene sus características propias en relación con la narrativa, no están tan ligada a la inspiración como se cree.
 Sí, nada está ligado a la inspiración únicamente. A la hora de escribir estamos respondiendo a muchas cosas: imperativos interiores, sentimientos, sensaciones, experiencias. La escritura s un cóctel siempre y que no tiene la misma composición. Además, como estamos hablando del lenguaje, ¿quién sabe lo que escribimos cuando escribimos? Nos enteramos después de qué es lo que estamos hablando.

Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste

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