Literatura sudamericana

Plástico cruel: una obra clave de José Sbarra

La reciente reedición de Plástico cruel (Dagas del sur, 2017) de José Sbarra invita a replantearse la idea del amor romántico. Lejos de ser un camino lleno de rosas, el autor plantea en este libro clave dentro de su obra, una ruta llena de accidentes, confusiones y heridas difíciles de sanar.

Por El Ciudadano Argentina

15/06/2018

Publicado en

Argentina / Artes / Cultura / Literatura

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Dentro de las reediciones actuales en la literatura argentina, el trabajo de Dagas del sur con la obra de José Sbarra es uno de los trabajos más destacables. La publicación durante el 2017 de El mal amor y la reciente reaparición de una obra clave de la narrativa contemporánea como es Plástico cruel, invitan a deconstruir el ideal del amor romántico que caracteriza a las sociedades occidentales. ¿Cuánto bien y cuánto mal queremos hacer cuando queremos a otra persona?

“Acortar la distancia para destruir el encanto”, se puede leer al principio de Prástico cruel, la novela polifónica publicada originalmente en 1992 en una edición subterránea con el sello Edicionas La Rata y reeditada tras la muerte del autor de la misma manera: lejos del canon oficial literario. Esa frase cargada de sentido poético marca el clima de este libro: los espejismos siempre desaparecen cuando estamos por tocarlos y el amor puede ser, en definitiva, algo construido por nuestra mente cuando existe una necesidad clara como el afecto.

La historia de afectos caóticos entre un poeta lúmpen, una hija de un millonario, una travesti y otro grupo de personas exóticos en una Ciudad de Buenos Aires atravesando el neoliberalismo de principio de los 90’s marcan el ritmo de esta novela donde las voces y las historias se van superponiendo con un claro objetivo: demostrar que en el amor los malos entendidos son su combustible. “¿Algunos dos seres se amarán del mismo modo y al mismo tiempo?”, se puede leer en las “Señales de tránsito” que forman parte de ese collage de voces que conforman Plástico cruel, dando a entender la derrota anticipada de poder amar sin turbulencias.

“Los placeres profundos son caóticos y destructivos. Y la felicidad de la paz es un disfraz del aburrimiento”, se afirma en otro momento de la novela. Algo similar ocurre en una de las tantas conversaciones de Axel y Linda Morrison -la historia de (des)amor central de Plástico cruel- cuando el joven poeta le responde a la chica de clase alta: “Nos pasa que tendríamos que estar tirados en el suelo y cogiendo en lugar de hacer estos debates para televisión”. Los deseos en este libro parecen ser lo único que puede durar, mientras que el amor tiene fecha de vencimiento similar a los productos orgánicos.

Las drogas y el sexo son para Axel la vía de escape de ese sentimiento que una chica de plástico como Linda le produce. La sincronicidad del amor falla una vez más entre ellos y queda claro cuando Bombón -la poeta travesti- también aparece en escena, como otra víctima de ese romance caótico que no entiende como querer a alguien puede ser algo tan dañino después de todo. “Cuando quiero amor/ me ofrecen sexo/ y cuando quiero sexo”/ insisten con eso del amor”, escribe Bombón en su diario, otra de las partes que conforman Plástico Cruel.

Cerca del final de la novela, cargada de una ironía y de un humor que esconden una fuerte crítica a los conservadurismos de la época y a la moralina de la clase más pudiente, se puede encontrar un momento clave para entender que el amor no es una varita mágica que nos toca, sino un trabajo de todos los días lleno de imperfecciones. En “El show de Axel y Plástico Cruel”, la alucinación que tiene el joven poeta, se aprecia ese sentimiento desgarrador del amor a destiempo y de ese afecto no correspondido. “¿Qué hacemos acá? Si este show es para dos y sólo hay uno…”, se pregunta. Ya lo decía Cortázar en Rayuela: un puente no se puede sostener de un solo lado.

Deconstruir el amor romántico es una tarea ardua, pero necesaria para empezar a entender el afecto hacia un otro de una manera no posesiva y lejos de los grandes relatos religiosos que hablan de destino cuando la casualidad cruza a dos personas que se atraen. Plástico cruel es un libro contemporáneo clave para empezar a comprender ese cambio de mentalidad: el amor no es Hollywood ni algo para toda la vida, sino un sentimiento que se vive de manera única sabiendo que la derrota es un escenario más que posible. ¿Pero quién puede sentirse realmente derrotado si tuvo la oportunidad de querer en serio a alguien sin hacerle daño?

Aceptar que un amor no funciona y que el azar de coincidir en tiempo y forma en la materia del afecto es algo que pasa muy pocas veces en la vida, ayuda a destruir uno de los males modernos: el narcisismo. Axel, el protagonista del libro parece entenderlo para poder querer lejos de los lugares comunes y los sentimientos posesivos. Empezar por vivir una sexualidad libre de prejuicios y entender al cariño como uno de los ejemplos más hermosos de la voluntad propia van a ser los pilares fundamentales para dejar atrás un romanticismo que perdió la brújula hace rato. Leer la obra de Sbarra es, en ese aspecto, un acompañamiento ideal en el mundo actual, donde “cualquier plástico dura más que un amor eterno».

Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste

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