Ecuatorianas crearon firma en Egipto que abrió espacios de integración a la mujer

Venciendo la pobreza y la falta de oportunidades

Féminas de Egipto, Sudán del norte y del sur, Etiopía, Eritrea, Somalia, Yemen y Palestina, han conseguido superar las barreras para sumarse al mercado laboral


En 2004 dos ecuatorianas residentes en Egipto alumbraron un proyecto que hoy emplea a más de un centenar y medio de trabajadoras. 

Se trata de Malaika, una exclusiva firma textil que lleva tres lustros hilvanando el mejor algodón egipcio, con su misión de mitigar los abismos de quienes dan forma a sus productos.

«La idea de Malaika fue siempre hacer un producto honesto y de alta calidad pero, al mismo tiempo, lograr que las vidas de las personas que se hallan involucradas cambien para bien», señaló Margarita Andrade, la «mudira”, directora de la empresa.

El 75% de la plantilla de Malaika son mujeres que han conseguido superar las barreras para integrarse en el mercado laboral, reseñó el diario El Mundo.

«Aquí se sienten libres y protegidas. Nos dicen que por primera vez saben lo que es que alguien las cuide», afirmó la emprendedora, embargada por la emoción.

«Pueden hacer dinero para vivir y eso jamás lo habían experimentado. En el centro hay mujeres de Egipto, Sudán del norte y del sur, Etiopía, Eritrea, Somalia, Yemen y Palestina».

«El algodón egipcio es de fama mundial pero, cuando comenzamos, no había ni una sola marca local. Todo el algodón se estaba exportando a firmas extranjeras», recordó Goya Gallagher. Foto Brins.

A Mariam, sursudanesa de 52 años, le encanta bordar tanto como hacer amigas. A su compatriota Rebeca, de 20, le mueve el reto de aprender a cuidar de sí misma.

«Todas estas mujeres tienen una vida muy dura. Es una tragedia que está relacionada con la pobreza y la falta de oportunidades», deslizó Andrade.

La compañía -que exporta alrededor de la mitad de su producción a Europa, la península Arábiga y Asia- ha logrado hacerse un espacio reivindicando un regreso a los orígenes.

«El algodón egipcio es de fama mundial pero, cuando comenzamos, no había ni una sola marca local. Todo el algodón se estaba exportando a firmas extranjeras», recordó Goya Gallagher -creadora de la firma- la otra mitad de un proyecto que arrancó en el rincón de una oficina y hoy suma hitos entre el céntrico taller y una fábrica en Seis de Octubre, una ciudad dormitorio en el árido extrarradio de El Cairo.

«Abrimos un taller en un cuarto de mi oficina, con una máquina de coser. Invitamos a algunas mujeres a aprender a bordar. Se corrió la voz y tomaron toda la oficina», relató entre risas Gallagher.

«Desde el principio tuvimos claro que queríamos que fuera un negocio y a la vez una oportunidad para ayudar a las mujeres en Egipto».

Hoy su mano de obra se reparte entre las estancias de sus talleres y sus propios hogares.

Ecuatorianas crearon firma en Egipto que abrió espacios de integración a la mujer Foto: El Mundo.

«Para algunas mujeres es difícil dejar sus casas y desarrollar un trabajo a tiempo completo porque tienen hijos y se enfrentan a la negativa de familias conservadoras. Es mucho más fácil convencerlas para que vengan dos meses a formarse y luego ganen dinero desde sus casas», detalló Gallagher.

«Al entrar en el mercado, nos dimos cuenta de que las condiciones en las fábricas eran terribles. No queríamos ser parte de esa industria», rememoró.

Además de apostar por la calidad del algodón local, castigado durante años, y un ambiente laboral respetuoso, la amplia gama de productos que toman forma en sus cuarteles -desde sábanas o toallas hasta cojines o neceseres- reclama un reencuentro con las raíces.

«Queremos celebrar toda la cultura egipcia, ya sea la faraónica, la islámica o la copta. Darle espacio a todas esas distintas etapas de Egipto», admitió Gallagher.

Las manos que hilvanan el futuro de la compañía recuperan los bordados más tradicionales y laboriosos del país mientras se imprimen estampados con escarabajos y el Nilo representados en tumbas y templos faraónicos o árboles extraídos de la iconografía cristiana copta. Líneas que aunan el legado con la innovación y el diseño contemporáneo.

«Nuestro próximo reto es recuperar la artesanía egipcia que, de alguna manera, se está perdiendo, desde el vidrio hasta la cerámica», señaló Andrade, feliz por la historia que han terminado tejiendo.

«Antes la mayoría de los trabajadores en las fábricas eran hombres. Hoy nosotras hemos cambiado esa tradición. Hemos demostrado que las mujeres pueden aspirar a algo mejor y tomar sus propias decisiones».

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