Hace 57 años Puebla vivió jornadas extraordinarias

Hace tiempo, en Puebla

1961 es el punto de partida de la configuración de la UAP como institución de educación superior abierta a todas las ideas, democrática y plural

Por El Ciudadano México

25/10/2021

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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Enrique Condés Lara

Hace cincuenta y siete años, entre el 13 y el 30 de octubre de 1964, Puebla vivió jornadas extraordinarias que pasaron a la historia como la “lucha de los lecheros”. Tales sucesos sacudieron a esa todavía muy provinciana sociedad y a su Universidad, la hoy BUAP.

1961 es el punto de partida de la configuración de la UAP como institución de educación superior abierta a todas las ideas, democrática y plural; esto es, de su verdadera constitución como universidad moderna. Y aunque importantes esfuerzos en este camino se emprendieron antes, fue en ese año cuando aseguró su condición laica, premisa indispensable para edificar todo lo demás.

El siguiente episodio se presentó en octubre de 1964, cuando una concentración de protesta contra la promulgación de una ley de pasteurización que perjudicaba a miles de pequeños productores, introductores y distribuidores de leche y sus derivados, fue violentamente disuelta por los cuerpos policíacos y encarcelados decenas de participantes, varios universitarios entre ellos. Al igual que las jornadas de 1961-1963, el rector y el consejo universitarios se manifestaron contra los abusos represivos y se solidarizaron con los estudiantes y lecheros. Crearon una comisión encabezada por el rector, Dr. Manuel Lara y Parra, quien se entrevistó con el gobernador del Estado, general Antonio Nava Castillo, para manifestarle su inconformidad, demandar la solución al problema y, particularmente, la liberación de los detenidos. Sin embargo, en un alarde de prepotencia y autoritarismo, tras escucharlos, el gobernador les respondió:

“No voy a liberar a nadie y a ustedes les doy tres minutos para que se vayan a chingar a su madre; ¡órale sáquense!”

Las formas despóticas y arbitrarias de gobernar estaban en boga en el México de entonces. Los gobernantes insistían en que, por encima de todo, debía mantenerse el principio de autoridad, entendido como “yo decido lo que hay que hacer y todos los demás me obedecen sin rechistar”.

Pero no fue todo lo que sucedió aquél día. Al salir del Palacio de Gobierno, policías uniformados, agentes judiciales y bomberos agredieron a golpes y a balazos a los comisionados, a familiares de los detenidos y a los estudiantes que esperaban en la calle a sus representantes. Todos ellos, a duras penas, alcanzaron a refugiarse en el edificio Carolino de la Universidad. En consecuencia, luego de que el Consejo Universitario exigiera la renuncia del gobernador del Estado y la Universidad se declarase en huelga, el rector manifestó: “Nuestra Universidad rompe relaciones con el Gobierno del Estado”. Parecía el inicio de un fuerte pero desigual conflicto, en el que la Universidad tenía todas las de perder. Su séquito en el aparato gubernamental del Estado, los dueños del dinero y la prensa local, salvo el diario La Opinión, avalaban abiertamente las formas del gobernador quien, por si fuera poco, era un reconocido diazordacista.

No obstante, como Nava Castillo a lo largo de su gestión había afectado a muchos y variados grupos de la población y no solo a los introductores de leche, el descontento acumulado en su contra encontró en ese momento la oportunidad para expresarse. Así, la demanda “Fuera Nava” galvanizó las inconformidades ciudadanas y la movilización se extendió a múltiples organizaciones gremiales y organismos sociales.

Un sustancial y rápido reacomodo de definiciones y de fuerzas dejó atrás la división tajante simbolizada en el “Cristianismo Sí, Comunismo No” de apenas tres años antes, y creó un ambiente que modificó la correlación de fuerzas prevaleciente, y aisló al gobernador.

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El 23 de octubre de 1964 tuvo lugar la demostración de masas más concurrida habida en toda la historia de Puebla: alrededor de unas doscientas mil personas marcharon por las principales calles de la ciudad, en demanda de la renuncia de Nava Castillo. Y luego de tres semanas de actos públicos, choques con los cuerpos policíacos, tensión en las calles, patrullajes del ejército, etc., avanzada la noche del 29 de octubre, el general Antonio Nava Castillo presentó su dimisión al cargo de gobernador del Estado de Puebla.

En su lugar, como gobernador interino, quedó el Ing. Aarón Merino Fernández, fiel lopezmateísta, quien fungía como gobernador del territorio de Quintana Roo, quien fue traído de inmediato a la ciudad de México, donde recibió instrucciones y, de ahí, a Puebla. Finalmente, el 20 de diciembre de ese año, fue derogada la controvertida ley de pasteurización.

Tales acontecimientos establecieron fuertes vínculos entre la Universidad y sectores populares de Puebla, los cuales vieron a la institución educativa, a partir de entonces, como un aliado en sus reclamos frente a las autoridades. Una de las características distintivas de la UAP, su compromiso social y popular, tiene este origen.

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