El agua en Aysén: Capturada, destruida, contaminada

Cada cierto tiempo escuchamos el cliché aquel de que en el futuro las guerras serán por el agua

Por mauriciomorales

07/07/2015

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Aysen reclama sus derechos

Cada cierto tiempo escuchamos el cliché aquel de que en el futuro las guerras serán por el agua. Que en un horizonte lejano las principales controversias no serán por el petróleo ni por límites territoriales sino por el acceso a los recursos hídricos.  Y que en tal escenario nuestra región, por los caudales de sus ríos y lagos, y volumen de glaciares en sus campos de hielo y alturas, será protagonista.

La verdad es que, como ya más de alguien puede suponer, no es preciso otear un mañana incierto para constatar tal posibilidad.  Tampoco escudriñar naciones exóticas para vivir el conflicto por la tensión sobre la propiedad del elemento que fluye por superficie y napas, o se mantiene inmóvil sobre las montañas.

Durante las últimas semanas, varios ejemplos podemos encontrar acá en Aysén.

El agua capturada

El viernes, el Tribunal Ambiental de Santiago rechazó la reclamación judicial que presentáramos como Corporación para el Desarrollo de Aysén impugnando la resolución de calificación ambiental que en septiembre de 2013 aprobó a nivel regional el proyecto de represa río Cuervo.  Ese embalse de 13 mil hectáreas en las cercanías de Puerto Aysén.

Aunque la decisión pudo ser vista como un revés, lo cierto es que la corte expresamente no resolvió sobre el fondo de nuestra presentación  sino que solo dijo que al mantenerse pendiente una definición del Comité de Ministros –instancia distinta a los tribunales ambientales- des preciso esperar a que este resuelva. Y una vez que lo haga, cualquiera de las partes que no quede conforme con el dictamen podrá recurrir de todas formas a la justicia.  Es decir, a río Cuervo aún le queda mucho camino por recorrer.

En el fondo, todo se mantiene igual.  Por ello que Energía Austral haya emitido una declaración señalando que “nuevamente, una instancia judicial ratifica la aprobación ambiental de Cuervo” no es más que una tergiversación.

Más aún, el propio presidente del Tribunal Ambiental de Santiago, Rafael Asenjo, dejó en claro la plausibilidad de lo por nosotros planteado: “Esta reclamación revela que este caso es uno de aquellos donde no solo está envuelto el principio preventivo, sino también el denominado enfoque precautorio. Si los riesgos, en la etapa de construcción, y particularmente durante la de operación de la Central Hidroeléctrica Cuervo, no son todos previstos, estaríamos frente al escenario que precisamente dicho enfoque pretende abordar”.

El agua destruida

Esta semana supimos de los intentos del gobierno por aprobar una indicación que deje en la indefensión los glaciares que no estén dentro de parques nacionales.  Tal decisión, resistida por varios parlamentarios, comunidades y organizaciones, afectaría a múltiples cuerpos de agua de la región de Aysén que hoy se emplazan en reservas nacionales y territorios privados y del Estado pero no en parques nacionales.

Son millones de metros cúbicos de agua congelada que, de no aprobarse una ley general de protección, quedarán a merced de actividades altamente impactantes como la minería.  Los glaciares del área del San Lorenzo, el Calluqueo y el Cerro Castillo, y muchos de la cuenca del Baker, la reserva nacional Jeinimeni y otras zonas de montaña de Aysén correrán serio riesgo de destrucción, al ser un recurso no renovable.

Esta ley, que paradójicamente se denomina “de protección y preservación de glaciares”, busca limitar la salvaguarda de los bienes públicos, esos que nos pertenecen y benefician a todos, facilitando la acción de intereses privados que no apuntan al desarrollo regional sino a las utilidades que pueden extraer del territorio en que sus ejecutivos no viven precisamente.

El agua contaminada

El sábado, la revista homónima de El Mercurio publicó el artículo “El campo minado de Alto Mañihuales”.  En este dio cuenta de la lucha de cuatro familias del sector por la contaminación por metales pesados: plomo, arsénico y zinc.  Por más de tres décadas hombres y mujeres de Aysén han estado expuestos a las operaciones de la mina El Toqui, hoy controlada por Nyrstar, la que cuando se termine el mineral seguirá rumbo a otro territorio para seguir generando ganancias para sus accionistas.

En el reportaje, la periodista cuenta cómo los tranques de relave de la empresa han ido contaminando el suelo y el agua de esos campos.  Allí en Alto Mañihuales. Hombres y mujeres que merecen el mismo trato que cualquier otra persona.

En el fondo, cómo se ha ido contaminando la vida de quienes viven en dichos territorios.  Y podríamos decir el alma también, dada la desesperanza y desazón que se escucha en su voz: “No sé qué problemas habrá con la empresa, pero a mí no me traigan la polvareda para acá… Yo no me voy a poner a pelear con una empresa tan poderosa. Tengo tercero básico, así que mejor no meterse en problemas” son las palabreas de una mujer, mientras autoridades del Estado y de la propia compañía minimizan la gravedad del problema.

Minería y Energía

Dos poderosos sectores de la economía unidos en un apetito voraz para el cual el agua no es más que un recuso el cual acaparar para utilizar o contaminar.

Hoy cerca de un quinto de la población mundial (unas mil 200 millones de personas) vive en áreas de escasez física de agua.  Y se espera que 500 millones pronto lleguen a dicha situación.

Y en Chile, más de 600 mil personas dependen de camiones aljibes para subsistir.

Aysén es privilegiado.  Y debiera ser responsabilidad de cada uno de quienes acá vivimos, no permitir que el agua sea capturada, destruida, contaminada.

Porque para muchos el agua es vida.  El problema es que para otros, no es más una mercancía.

¿De qué lado estarás tú?

Por Patricio Segura, periodista

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