¿Qué hay en los archivos de Alemania?

Clases a la DINA, armas químicas y espionaje: Los comprobados vínculos de Dignidad con la dictadura

Entrenamiento de agentes en Casa Piedra, vigilancia de funcionarios públicos, secuestro de opositores y elaboración de venenos letales, son algunas temáticas que vinculan a la secta pederasta de Paul Schäfer con el régimen del general Augusto Pinochet.

Por Matías Rojas

29/04/2016

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Dignidad

Investigadores y organizaciones de derechos humanos recibirán con brazos abiertos la liberación de cientos de documentos diplomáticos sobre Colonia Dignidad que el gobierno alemán dará a conocer próximamente.

En la actualidad, el centro de memoria Londres 38 ofrece un catálogo completo de las miles de fichas encontradas en el enclave del pederasta y ex enfermero nazi Paul Schäfer, que dan cuenta de las operaciones de espionaje desplegadas por la “Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad” desde su instalación en la Región del Maule, a inicios de la década de los sesenta, cuando el principal jerarca de Villa Baviera escapó de las acusaciones de abuso sexual contra menores en Alemania, trayendo consigo a miembros de la secta religiosa que originalmente fundó en Lohmar.

A continuación hacemos un resumen de los antecedentes más escabrosos que han trascendido a la opinión pública sobre el estrecho vínculo de colaboración que unió al régimen de Pinochet, sus servicios de inteligencia y el tristemente célebre asentamiento de Schäfer, que también sobrevivió a los gobiernos de Alessandri, Frei Montalva y Allende.

CLASES A LA DINA

Se ha podido establecer a través de múltiples fojas judiciales que Colonia Dignidad participó en el entrenamiento de agentes de la DINA tanto dentro como fuera de los perímetros del fundo de Parral, en materias propias de inteligencia y represión de opositores.

Se conoce el uso dado al recinto ahora conocido como “Casa Piedra” en el Cajón del Maipo, como lugar de instrucción, detención y torturas. La ex residencia del dueño de Clarín, Darío Saint Marie (Volpone), hoy usada como centro de eventos y almuerzos por la élite empresarial, fue ocupada por agentes de la CIA de EEUU y jerarcas de Dignidad para hacer clases a efectivos de la policía secreta de Manuel Contreras.

Los alemanes habrían prestado apoyo logístico para instalar allí una sofisticada estación de comunicaciones que también sirvió para interrogar a líderes del Partido Comunista detenidos en la década de los 70.

ESPIONAJE A AMIGOS Y ENEMIGOS

Desde Dignidad también ocurría la vigilancia no sólo a rivales de la Junta, sino a chilenos aliados de la enfermiza secta y funcionarios públicos como policías y jueces.

La información contenida en las fichas registra, en uno de los casos, datos tan triviales como la cantidad de “hot dogs” ingeridos por una de las personas monitoreadas. En el otro extremo aparecen fotografías clandestinas del asesinado bioquímico de la DINA Eugenio Berríos, involucrado en la fabricación de gas sarín, como también párrafos que apuntan a la calidad del denunciante del caso Caval, Sergio Bustos, como colaborador del temido coronel Contreras.

En esta última ficha mecanografiada – todas cuentan con siglas o apodos que dan luces sobre el origen de la información – Dignidad cita como fuente a Fernando Gómez Segovia, uniformado jefe de la Brigada Sur de la DINA enlazado directamente con la comunidad germana.

Lo que el propio Gómez Segovia probablemente desconocía es que él mismo tenía una ficha en Dignidad, similar a las que eran confeccionadas para fijar los movimientos de dirigentes comunistas.

SECUESTRO DE «SUBVERSIVOS”

Según ha sido acreditado en sede judicial, Gómez Segovia participó en la detención de opositores de Pinochet que fueron llevados a Colonia Dignidad, tal como aparece retratado en el argumento de la nueva película de Florian Gallenberger que sensibilizó a las autoridades alemanas y los llevó a adelantar en 10 años la desclasificación de sus archivos.

En diciembre de 2014, Gómez fue condenado por el secuestro calificado de Pedro Raúl Merino Molina, ocurrido 40 años antes en el mes de septiembre. Según estableció el juez Jorge Zepeda, el militante de las Juventudes Comunistas fue detenido en la ciudad de Coronel, siendo llevado al cuartel de Carabineros de Parral y posteriormente al feudo nacista de Schäfer, donde fue encerrado gracias a la colaboración directa de sus jerarcas.

Los agentes hicieron desaparecer a Merino a través de “un plan sistemático… que contó con el empleo por parte de los hechores de una política de desinformación a nivel nacional e internacional”. Dicho plan, que se enmarca en la cooperación de los servicios de inteligencia del Cono Sur conocido como Cóndor, llevó el nombre de Operación Colombo.

Una coordinación de la DINA con El Mercurio, financiado por la CIA, La Segunda y La Tercera, se intentó convencer a la opinión pública de la inexistencia de 119 detenidos desaparecidos, afirmando que todos ellos habían muerto en enfrentamientos con fuerzas de seguridad extranjeras y pugnas internas.

POSIBLE CRIMEN DE MILITAR

El caso del capitán de Ejército Osvaldo Heyder Goycolea, fallecido misteriosamente por un presunto suicidio en julio de 1975, en la ciudad de Talca, permitiría graficar en opinión de algunos investigadores los fuertes roces que existieron entre la DINA de Contreras y el Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Mientras algunos rumorean que Heyder, miembro del SIM, fue asesinado por dar un trato humanitario a detenidos en Valparaíso, los periodistas Jorge Escalante y Javier Rebolledo se refieren aquí a las sombras del oficial: en su hoja de vida registra una felicitación por colaborar con el organismo represivo de Contreras y una detenida lo habría identificado como torturador.

Un análisis de los documentos de Dignidad permite inferir la certera existencia de conflictos entre ambos servicios de inteligencia. Por esos años, cuando también se conoció la extraña muerte del director del SIM Augusto Lutz, aparentemente por envenenamiento, Colonia Dignidad fichaba a integrantes del mismo aparato de espionaje militar con calificativos tremendamente negativos y hasta infantiles, a diferencia de lo que hacía con agentes de la DINA.

A un miembro del SIM, por ejemplo, se le acusaba de tener vínculos con el Partido Comunista en virtud de un documento supuestamente hallado en un local del partido que lo sindicaba como miembro del mismo.

Para el periodista Carlos Basso, a la hora de analizar un posible asesinato cometido por la DINA contra el capitán Heyder, cabe tener en cuenta un documento protocolizado ante el cónsul chileno en Viena de fecha 23 de octubre de 2002, que reproduce una conversación mantenida entre Walter Rövenkamp (gerente de Amnistía Internacional) y Hugo Bäar, ex jerarca disidente de Dignidad.

El ex mirista Erick Zott afirma que “reconstruyendo pasajes importantes de sus responsabilidades en esta colonia, entre otras cosas (Bäar) relató que en aquel entonces, él estaba encargado de administrar la armería de la colonia y de esta manera se enteró que en el invierno chileno de 1975, dos miembros de la Colonia Dignidad, a quienes identificó y cuyos nombres no recuerdo, participaron en un atentado en contra de un oficial del ejército chileno en la ciudad de Talca. Hugo Bäar recibió el arma de vuelta y estos dos miembros de la colonia se ocultaron temporalmente en el sur de Chile”.

LAS ARMAS QUÍMICAS

Conocida es la mención del Instituto Bacteriológico y del Complejo Químico del Ejército de Talagante en las diversas investigaciones judiciales que han tenido por objeto investigar el uso de armas químicas por el régimen de Pinochet, como las relativas al caso Letelier, la muerte de Eugenio Berríos y el magnicidio del ex presidente Eduardo Frei Montalva.

En uno de los expedientes, el profesional del Instituto de Salud Pública (ISP) Hernán Lobos Romero declaró que, a las dependencias del mismo servicio que almacenaba químicos empleados por la dictadura, llegaba frecuentemente un “médico de Parral” identificado más tarde como Helmut Hopp, alto miembro de Dignidad.

“Como ya se ha dicho, hasta el ISP también llegaba Eugenio Berríos”, destaca un reportaje de Mónica González. Habría sido gracias a una ayuda de Berríos a Schäfer, Hopp y otros en materias de su experticia que la Colonia logró envenenar al ex agente de la DINA Miguel Ángel Becerra Hidalgo cuando trató de escapar del enclave.

EL CONTRABANDISTA

El fundo también se relacionó con un conocido traficante de armas que hizo migas con Manuel Contreras: Gerhard Mertins, ex oficial de las SS. Mertins acompañó al jefe de la DINA en un viaje a Irán, donde este último esperaba recibir “una gruesa suma de dinero del Sha Reza Pahlevi si le ofrecía asesinar al venezolano Ilich Ramírez, ‘Carlos, El Chacal’”, apunta un segundo reportaje de Mónica González.

En su libro «Contreras: Historia de un intocable», el periodista Manuel Salazar menciona como hipótesis que los míticos “documentos perdidos” del número uno de la inteligencia de Pinochet, relativos a los crímenes de Prats, Leighton y Letelier, fueron enviados en 1978 a Sieburg, la pequeña ciudad donde funcionaba la matriz de Colonia Dignidad en Alemania.

Cabe señalar que Mertins, creador del grupo de “amigos de Colonia Dignidad”, era propietario de una empresa que sirvió a la CIA para abastecer de armas a la Contra nicaragüense. Dicho caso fue investigado por el periodista Manuel Buendía, asesinado en México tras descubrir que la agencia norteamericana también movía drogas.

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