REPORTAJE

Franco Rojas: La historia del condenado inocente

Rojas cumplió una condena de 10 años de Cárcel en Rancagua por “violación impropia” –en Graneros- contra dos sobrinos menores de edad. Cuando estaba próximo a concluir su condena, en 2013, pericias del SML, de la Clínica Alemana y del médico forense Luis Ravanal Zepeda, concluyeron que el delito nunca existió. Sin embargo, debió pasar otro año y medio en prisión y hasta ahora el Ministerio Público y la Justicia aún no reconocen su error…

La historia de vida del carnicero y artesano en cuero Franco Rojas Álvarez se fue transformando en pesadilla desde que en enero de 2004 su cuñada Guillermina Rojas Osorio (casada entonces con su hermano Pablo Rojas Álvarez) sorprendiera a su hijo Cristián Bastián Rojas Rojas (8 años) practicando acciones de corte sexual con su medio hermano de padre Pablo Nicolás Rojas Villar (10 años).

Nueve meses después Guillermina hizo una denuncia ante la Fiscalía de Graneros: “En enero de 2004 sorprendí al hijo de mi marido (Pablo) haciendo que mi hijo (Cristián) le practicara sexo oral. Al descubrirlos ellos se asustaron, pues estaban los dos con los pantalones abajo, y luego mi hijo me dijo que lo habían hecho antes, como dos veces aproximadamente (…) creo que lo tomó como jugarreta”.

La acusadora continuó: “Entonces yo hablé con Pablo Nicolás y él me dijo que él hacía eso porque su tío Franco Rojas, de 23 años, le había enseñado”.

Sin embargo, tanto Pablo como su medio hermano Cristián han negado en diversas instancias que su tío haya abusado de ellos. Y pese a ello, los fiscales y jueces terminaron por creerle a Guillermina Rojas y al médico del SML de Rancagua Bernardo Barlaro Fuentealba, quienes inculparon a Franco.

En las garras de Barlaro

El 26 de noviembre de 2004 Pablo Rojas –entonces de 11 años- fue llevado al SML de Rancagua. Fue en compañía de su abuela Margarita Álvarez, pero Barlaro le impidió presenciar como examinaban a su nieto Pablo, de quien era tutora legal junto a su marido Mario Rojas.

Según consignó Barlaro en su informe sexológico forense Nº 1340-2004, Pablo Nicolás le dijo que introdujo su pene en la boca de su hermano Cristián agregando que “su tío Franco le introduce el pene en el ano hace varios años” como literalmente se expresa en el informe.

En las conclusiones de este informe el galeno afirma que “existe evidencias físicas suficientes como para poder afirmar que el menor periciado (Pablo) ha sido víctima de penetraciones anales reiteradas”.

Un mes después de entregar este informe, Barlaro emite el Ordinario N° 1516-2004 de fecha 11 de diciembre de 2004, donde informa que por un supuesto error de impresión (que no existía), en el informe de Pablo Nicolás omitió señalar que las penetraciones anales que este evidenciaba constituían “violación sodomítica”. De esta manera, excedía sus atribuciones científico forenses para convertirse en sentenciador.

En el transcurso del juicio, Ginnette Márquez López, asistente de Barlaro, corroboró los dichos de éste. “Al momento de analizar el ano de Pablo Nicolás (Barlaro) le pregunta quien le había hecho algo (ya que el ano se presentaba entubado) y menor se pone a llorar y le dice que el tío Franco le hacía esas cosas, contándole el menor al doctor que la abuela le había dicho que no le dijera nada”.

Barlaro, luego de examinarlo, determinó que Cristián también había sido violado por el ano. Según el profesional, este menor también sindicó a su tío como autor de las violaciones.

Sin embargo, los menores han negado en reiteradas ocasiones haber inculpado a su tío. El 2 de noviembre de 2004 Pablo dijo a la Fiscalía de Graneros que “nunca mi tío Franco me ha hecho nada (…) yo lo quiero mucho”.

Cuatro años más tarde, en mayo de 2008, cuando tenía 14 años, este niño revelaría como se construyó la inculpación. Se lo relató al sacerdote Luis Escobar, capellán de la Penitenciaría de Rancagua “La Gonzalina”.

Capellán: ¿Qué te pasó?

Pablo Nicolás: Están acusando a mi tío por algo que no ha hecho (…) la esposa de mi papá, la otra (la anterior), inventó que Franco nos había violado a mí y a mi hermano.

Capellán: ¿Es verdad eso?

Pablo: No es verdad, ella le tenía rencor a mi papá porque se llevaba muy bien con nosotros.

En otra parte de su declaración ante el sacerdote, Pablo da cuenta de lo sucedido cuando fue llevado al SML:

“Me mandaron donde un doctor y pucha el doctor se portó mal conmigo, me obligó a decir que era Franco y si no decía que era Franco me iba a mandar internado a Santiago, nunca más iba a ver a mi familia”. 

Pablo Nicolás relató además que una secretaria de la Fiscalía de nombre Julia miraba cómo el doctor Barlaro le gritaba a él y ella no decía nada”. Dice que ese mismo día de noviembre de 2008 en que fue examinado en el SML, lo trasladaron a la Fiscalía donde fue interrogado por 7 horas. “Allí había una señora que grababa, otra que escribía; la sicóloga, Julia y el fiscal le hacía preguntas, aseguró Pablo: “Ellos grabaron las partes que ellos querían no más porque en el momento que me estaban obligando a decir que era mi tío Franco no lo grabaron”.

El maltrato de Barlaro

Cabe consignar que el médico Barlaro fue denunciado de maltrato por el presidente de la Organización de Transexuales por la Dignidad de la Diversidad (OTD), Andrés Rivera. Este detalló minuciosamente la forma en que el médico forense lo atendió luego que en 2005 un juez lo derivara con él, para definir su eventual cambio de sexo legal.

“Me hizo tacto anal, para ver si era virgen, su secretaria registraba fotográficamente cada situación… el doctor sin preguntarme nada, me introduce el especulo en mi vagina, brutalmente, provocándome una herida interna y sangramiento, me fotografiaron, después el médico consignó en un informe lo que me hizo. Me sentí humillado, vejado y violado. Salí llorando del SML, seguí llorando en la calle, llegué llorando al Tribunal y le pregunté a la Jueza ¿Por qué me había enviado a eso?, ¿qué buscaba? Si ese era el costo para ser reconocido hombre, yo no quería serlo”.

La condena de Fuentes

El primer fiscal que vio este caso –en 2004- Juan Pablo Araya Muñoz, luego de aquilatar los antecedentes disponibles, decidió no perseverar al no haber pruebas inculpatorias. Sin embargo, dos años más tarde, otro fiscal de Graneros reflotó el caso. Se trata de Carlos Fuentes Rebolledo.

El principal insumo que ocupó el fiscal Fuentes para relanzar la acusación del Ministerio Público contra el supuesto violador fueron los informes y una declaración de Barlaro, de 8 de noviembre de 2006.

La asistente de este, Ginnette Márquez López, también aportó con lo suyo. Relató que Barlaro, al momento de analizar el ano de Pablo Rojas, le preguntó quién lo había violado. Aseguró que luego de eso, el menor se puso a llorar y este le respondió: “fue mi tío Franco”, añadiendo que su abuela “le había dicho que no dijera nada”.

Pero ni el doctor Barlaro ni su asistente Márquez, se imaginaban que muchos años más tarde, nuevos análisis forenses demostrarían que los informes de sus pericias fueron falsificados. Las fotos tomadas a los niños en esos exámenes todavía no son entregadas en el marco del juicio que se le sigue a Barlaro por falsificación de instrumento público.

Pero volvamos al desarrollo de los hechos en comento. El 9 de enero de 2007 se realizó la audiencia de formalización contra Franco Rojas, quien finalmente es detenido el 1 de abril de aquel año 2007. El 11 de abril se realiza en el Juzgado de Garantía de Graneros la audiencia de cierre de la investigación siendo el juez Marcelo Vásquez y el persecutor Carlos Fuentes.

{destacado-1} En esta audiencia “el Tribunal estima que los elementos incriminatorios aportados por el Ministerio Público son precisos y categóricos en relación a sindicar al imputado como eventual participe de los hechos que afectaron a los aludidos menores”. La condena de tres meses más tarde, replicaría estos conceptos.

Como señaló el abuelo de los menores víctimas y padre de Franco, Mario Rojas, en escrito de 2008: “En definitiva, a pesar de la negación de los menores sobre la calidad de supuesto agresor sexual de ellos de su tío Franco, los testimonios rendidos por el médico Barlaro y su asistente tuvieron mayor fuerza incriminatoria en el juicio oral (…) atribuyéndosenos de presionar a nuestros nietos para proteger a nuestro hijo Franco”.

También influyó un informe sicológico de la Corporación Opción, en que se sugería que la familia Rojas Álvarez estaba protegiendo a Franco Rojas y posiblemente ocultando su delito.

Franco Rojas fue condenado a 10 años y un día de presidio mayor en su grado medio, en sentencia impuesta el 19 de julio de 2007, por el delito de “violación impropia” contra Pablo Nicolás y Cristián.

Franco Rojas no tenía antecedentes judiciales previos a la acusación de su cuñada Guillermina. Tampoco evidenciaba anormalidad en sus conductas “que hicieren temer situaciones de pedofilia u otras de similar naturaleza”, como lo señala el informe pericial sicológico, de 19 de mayo de 2006, redactado por la sicóloga María Eugenia Ilabaca Cabezas”.

La lucha sigue

Esta historia no acabó con la sentencia condenatoria de 2007. Tras esta, Michael Rojas Álvarez –hermano de Franco- contactó al reconocido abogado Roberto Celedón para pedirle ayuda y que asumiera la causa en la fase de apelaciones.

Celedón dijo que en ese momento era muy difícil hacerlo, por los pocos antecedentes disponibles, pero le señaló a Michael que, dado que el SML había dictaminado que los menores habían sido violados, volviera “cuando tus sobrinos digan quién los violó. Es la única manera de esclarecer la verdad con respecto de Franco”.

Michael Rojas volvió a principios de 2008. “Me dice que el sobrino Pablo Nicolás está dispuesto a decir quién fue”, recuerda Celedón en entrevista con El Ciudadano.

“El niño me dice que no fue su tío Franco que estaba preso, que él tuvo una experiencia, cuando era menor, antes del 2001, en que el entonces pololo de su mamá abusó sexualmente de él. Me da el nombre”, acota el abogado.

La madre de Pablo, que lo había abandonado a los pocos meses de nacer, es Bernarda Villar. El pololo: Alberto Pozo, ambos domiciliados en Graneros.

Tras este antecedente, Celedón pide al niño que entregue el testimonio ante un notario público o un sacerdote. Fue entonces que se contactaron con el cura Escobar.

Roberto Celedón

“Se encontró en una parroquia un sacerdote que resultó ser capellán de la cárcel. En determinado día este sacerdote recibe el testimonio del niño, Pablo, quien cuenta todo. No hay otra persona de la familia, solo el niño, el sacerdote, una grabadora y una cámara de video. Y con ese testimonio del niño y el del sacerdote, yo presento una querella criminal -contra Alberto Pozo- en el antiguo sistema”, narra Celedón.

Esta acción por delito de violación fue presentada el 25 de mayo de 2008, por el padre de Franco, Mario Rojas Gutiérrez y la causa quedó rolada con el RUC Nº 0810011474-8. Entonces se inicia una investigación que encuentra muchas dificultades para avanzar.

“(Para que avance) le planteo a la familia Rojas Álvarez que hagamos una pericia que pueda determinar la antigüedad de la violación”, nos cuenta el jurista. Fue entonces que definieron acudir al destacado médico forense chileno Luis Ravanal Zepeda, actual miembro de mérito de la Sociedad Mundial de Medicina Forense, para que realice un metanálisis forense a los informes de Barlaro y para que examine él mismo a los hermanos Rojas.

Las conclusiones de Ravanal fueron sorprendentes: “(los menores) no presentaban ningún daño anatómico a nivel de los esfínteres anales, o secuelas de daños, como tampoco alteraciones por incontinencia anal (…) por lo que técnicamente no existen evidencias que permitan sustentar que estos hayan sufrido lesiones por penetración coital única o reiterada por vía anal”.

Además, en este informe se critica duramente que no se hayan incorporado al informe de Barlaro las fotografías tomadas a los menores durante las pericias, las que por lo demás nunca han aparecido.

Ravanal Zepeda además encargó realizar a los menores un examen de Defecografía por Resonancia Magnética, en la Clínica Alemana. Allí se demostró que el aparato esfinteriano y las estructuras circunvecinas estaban normales, lo que descarta la existencia de desgarros antiguos propios de una violación y que hayan afectado a los esfínteres anales.

{destacado-3} El abogado Celedón solicitó al SML un tercer examen que arrojó resultados similares. En efecto, el médico forense del SML de Santiago Andrés Rosmanich, en julio de 2013, ratificó que los niños nunca habían sido violados. En las conclusiones del examen tomado a Pablo Nicolás se afirma que “no se aprecian lesiones sospechosas de penetración anal”.

Con estos antecedentes, Celedón presentó en 2013 una querella criminal contra Bernardo Barlaro Fuentealba, “por falso testimonio y falsificación de instrumento público”.

“¡Han pasado 5 fiscales y no se llega a nada! –dice Celedón muy molesto.

Pese a que esta evidencia se genera en 2013, cuando Franco aún estaba en la cárcel, la Justicia no hizo nada para que éste saliera en libertad. Sólo pudo hacerlo en diciembre de 2015, luego de cumplir 8 años y 8 meses de condena, la que fue levemente rebajada por buena conducta.

“Ahora tengo una pena alternativa: tengo que firmar cada tres meses, por 10 años más. Si salgo a tomar y tengo una pelea, vuelvo a caer a la cárcel. Entonces tengo que ser súper cuidadoso”, señala en entrevista Franco Rojas.

Añade que ahora está dando una lucha por limpiar su nombre y que se haga justicia.

{destacado-2} Franco apunta al doctor Barlaro y a su asistente Ginette Márquez como “los principales responsables” de su drama.

Señala que en la cárcel vivió muy malas experiencias, pero también pudo hacerse de amigos. Además, se hizo maestro del cuero. “Morrales, cinturones, billeteras, monederos, pulseras, cualquier cosa hacía para generar plata… mi hermana las vendía”.

Dijo que lo experimentado ha sido “como un mal sueño” pero asegura que sacó “lo mejor” de sí. En todos los años de prisión sólo pudo salir una vez, para el funeral de su Padre: “Mi Papá murió un año antes que saliera en libertad. Ahí se puso todo negro para mí porque yo tenía muchos planes que hacer con él, pero tuve que seguir luchando por mi mamá y mis hermanos… Mi lucha es porque esto se sepa. Que se transmita que esto que digo es verdad”.

Ahora trabaja como carnicero y combina esta actividad con su emprendimiento en cueros. Evita salir en las noches y las fiestas. Sin embargo, no ha perdido del todo la alegría.

“Ahora me siento mejor, me siento hombre. Puedo trabajar, llegar cansado, dormir, salir, cosas que son normales en libertad”.

 

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