Víctor Pey: La película Neruda “no tiene pies ni cabeza”

La película Neruda, dirigida por Pablo Larraín, arrancó elogios en Cannes, pero críticas en Chile. La razón: “tergiversa” los hechos que el premio Nobel vivió en 1948, cuando pasó a la clandestinidad y se fugó de Chile para evitar la cárcel. En entrevista, el ingeniero Víctor Pey cuenta la historia real de este episodio. Lo hace con conocimiento de causa: él fue quien dio refugio a Neruda y a su esposa en su vivienda y quien organizó el plan de fuga del poeta.

“La película no tiene absolutamente nada que ver con lo que ocurrió en el lapso que se cuenta, cualquier relación con lo que fue la verdad es pura coincidencia”.

Esto señala, en entrevista, el ingeniero español Víctor Pey Casado, en referencia a la película Neruda, dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por Luis Gnecco, en el papel de Pablo Neruda, y Gael García Bernal, quien encarna al jefe de policía Óscar Peluchonneau, quien en 1948 recibió el encargo del presidente Gabriel González Videla de capturar a Neruda. Así, el poeta pasó a ser el hombre más buscado de Chile y, junto con su esposa, Delia del Carril, vivió cerca de un año y medio en la clandestinidad. En contraparte, fue Pey quien asumió la responsabilidad de proteger al escritor y, luego, de elaborar el plan para sacarlo del país. En el filme, su papel es interpretado por el actor Pablo Derqui.

pey victor

A sus 101 años, Pey es considerado un personaje relevante en la historia del siglo XX chileno. Dueño del diario Clarín, el de mayor tirada al momento del golpe militar de 1973, fue amigo y consejero del presidente Salvador Allende hasta el día de su muerte.

Pey conoció a Neruda en 1939 en la embajada de Chile en París. Ahí llegó Neruda con la especial misión de llevar a Chile a refugiados de la guerra civil española. Estos serían trasladados a Valparaíso en un barco de carga –el Winnipeg– especialmente acondicionado para dicha tarea.

“La película habla solamente de un momento de la vida de Neruda: cuando se mantuvo clandestino y tuvo que ser sacado de Chile porque lo perseguía la policía, de manera que no hay una relación entre el título y el contenido”, señala Pey.

“Es como si usted hiciera una película que se llamara Pedro Aguirre Cerda y se tratara de cómo él iba desde su casa a La Moneda», añade.

El filme, que fue exhibido en el Festival de Cannes el pasado 13 de agosto y que representará a Chile en la disputa por el premio Oscar a Mejor Película Extranjera, ha desatado una fuerte polémica. Mientras parte de la crítica chilena y extranjera lo recibió con elogios, en Chile se alzaron numerosas voces que critican “la tergiversación” de la figura del poeta.

El sitio especializado Variety aseguró el 13 de agosto que la obra “representa lo mejor del director, con un trabajo inteligente y hermoso, además de poderoso”. Sin embargo, el historiador Maximiliano Salinas expresó en el diario El Mostrador que “la película carga las tintas a un poeta demasiado caído al trago, con fama de ganar mucha plata, con exceso de peso, sexista, prepotente, pegado en el ‘Poema 20’. Es decir, se recogen los temas trillados y vulgares relativos a su persona. Su caracterización se hace tan superficial e increíble que en ocasiones más aparece el actor que lo encarna que la propia personalidad del poeta”.

Pey aclara que ni Oscar Peluchonneau ni ningún policía “estuvo allá en el sur” persiguiendo a Neruda “como pinta la película… la película no tiene ni pies ni cabeza”.

Como sea, el director Larraín expresó en Cannes que su filme “era nerudiano, pero no biográfico”.

Neruda-Allende

LA TRAICIÓN

Gabriel González Videla salió electo presidente el 4 de septiembre de 1946 con el apoyo de la Alianza Democrática, en la que participaban el Partido Radical (el de Videla), el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista (PC) y otros partidos menores.

Sin embargo, al poco tiempo comenzó una persecución contra el PC que se consagró en la “Ley 8.987 de Defensa Permanente de la Democracia” –conocida popularmente como Ley Maldita–, promulgada en septiembre de 1948. Esta norma proscribió a ese partido y encarceló a miles de sus militantes.

El mandatario radical estaba particularmente molesto con Neruda porque el 27 de noviembre de 1947 éste publicó en el diario El Nacional, de Caracas, su “Carta íntima para millones de hombres”, que no podía difundir en Chile por la censura de prensa instaurada por el gobierno. En dicha misiva, el entonces senador Neruda denunció la traición que, a su juicio, cometía González Videla con sus antiguos aliados y la persecución de la que eran objeto los trabajadores.

Tras la publicación, el mandatario se querelló por injurias contra Neruda. No obstante, éste aprovechó su cargo y figura pública para continuar sus reproches. El 6 de enero de 1946 pronunció un discurso en el Senado conocido posteriormente como “Yo acuso”, en el que fustigó al mandatario.

“El presidente de la República ha dado un paso más en la desenfrenada persecución política que lo hará notable en la triste historia de este tiempo”, señaló el poeta.

Tras esa alocución, la persecución en su contra se agudizó: en septiembre de aquel año fue desaforado por la justicia, lo que abrió las puertas a que se le detuviera y encausara.

La actitud de González Videla para con Neruda resultó del todo traicionera si se considera el importante papel que el escritor jugó para que éste arribara a la Presidencia. Pey recuerda: “Neruda creó una frase para que se hiciera popular el candidato González Videla, que decía: ‘¡Y el pueblo te llama Gabriel!’. Y a donde iba a hacer un discurso, toda la masa de gente le coreaba repetidamente: ‘¡Y el pueblo te llama Gabriel!’…”.

Llegó el día de la elección, y como a las 11 de la noche ya se sabía que su victoria era abrumadora, por lo que González Videla hizo un discurso, desde el balcón de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), frente al Cerro Santa Lucía.

“Allí agradeció al pueblo de Chile su respaldo y terminó diciendo: ‘Juro por mi honor que no habrá fuerza humana ni divina que me separe del Partido Comunista’. Fíjese cómo era la adhesión y gratitud que le tenía al PC, por el apoyo que le había dado Neruda como jefe de propaganda”, relata el entrevistado.

Dos meses después llegó a La Moneda y el ‘juro por mi honor’ se transformó en una feroz persecución.

En Confieso que he vivido el Premio Nobel chileno establece que en aquel periodo “los presidios estaban llenos de perseguidos políticos y hasta se abrieron campos de concentración como el de Pisagua. (…) No había otro camino que aguantarse y luchar en forma clandestina por el retorno de la decencia”.

Pey Casado explica que González le dio la espalda al PC “porque empezó la Guerra Fría y él se puso naturalmente a las órdenes, mejor dicho, en cuclillas y a los pies de los norteamericanos. Esa es la explicación”.

Pablo Neruda

LA FUGA

El ingeniero Pey cuenta que ante la inminencia del desafuero de Neruda, dos diputados del Partido Comunista –cuyas identidades no recuerda– intentaron sacarlo hacia Argentina por el paso de Cristo Redentor. “Cuando llegó la policía, que había sido advertida del viaje de Neruda, no lo dejó pasar, so pretexto que el nombre al cual había sido expedido el pasaporte no coincidía con el del carnet de identidad. En uno decía Pablo Neruda y en el otro decía Neftalí Reyes”.

Agrega: “Cuando regresaban ya estaba aprobado el desafuero, entonces los dipu­tados comunistas no podían llevarlo al domicilio de amigos de Neruda ni de gente connotada, porque la policía iba a ir a buscarlo ahí. Así que uno de los diputados recordó que conocía a un amigo mío, un ingeniero joven, comunista, José Saitúa Pedemonte. Llevaron a Neruda y a su esposa, La Hormiguita (Delia del Carril), a la casa de él, en Los Leones, Providencia”.

Al día siguiente los diarios informaron con grandes titulares que se perseguía a Neruda y que caería muy pronto, porque estaba toda la policía con orden de detenerlo.

Saitúa se asustó y fue a hablar con su amigo Pey: “Mira, tremendo pastel en que me han metido”. Entonces Pey se llevó al poeta y a su esposa a su departamento. “Yo vivía solo en Vicuña Mackenna (cerca de la Plaza Italia) en un departamento pequeño, de un solo ambiente. Y ahí los tuve varias semanas. Yo les llevaba el almuerzo, la comida”.

Neruda pasó tres o cuatro semanas en la casa de Pey hasta que el PC nuevamente tomó el control de su custodia.

“En aquel año de peligros y de escondite terminé mi libro más importante, el Canto General”, señaló el poeta en sus memorias. “Cambiaba de casa diariamente. En todas partes se abría una puerta para resguardarme”.

Una de sus estadías más largas la tuvo en Valparaíso, en el cerro Lecheros. “Yo estaba circunscrito a un pedazo de habitación y a un rinconcito de ventana desde donde observaba la vida del puerto”. El objetivo de su estadía ahí era embarcarse de un barco de carga y desembarcar en Guayaquil, plan que posteriormente abortó.

Como había pasado tanto tiempo sin que Neruda pudiera salir, a Víctor Pey le pareció que él podía ayudarlo. Le propuso al secretario general del PC, Galo González, que lo dejaran intentar sacarlo por el sur. Pey tenía ahí a su amigo Jorge Bellet que era jefe de un aserradero, en Hueinahue, cerca de la frontera con Argentina, a unos 900 kilómetros al sur de Santiago, en una zona de espesa y lluviosa selva cordillerana.

Pey relató que con Bellet buscaron el apoyo de un médico de carabineros, Raúl Bulnes, que tenía un auto con banderín de carabineros. Salieron hacia el sur por la carretera Panamericana en dos autos: el del doctor Bulnes y otro que le facilitó el PC a Pey: un Chevrolet morado. Neruda viajaría con un carnet a nombre del ornitólogo Antonio Ruiz Legarreta.

A menos de 100 kilómetros de Santiago, en el pueblo de Graneros, había un control de carabineros. “Bulnes sacó su credencial, pasamos todos para el sur, y un poco más allá detuvimos los dos autos, nos tomamos un whisky y yo me regresé con el doctor Bulnes. Bellet siguió con Neruda y con el chofer al sur”, recuerda Pey.

En el viaje sólo tuvieron un momento difícil. “Un decidido oficial de carabineros hizo detener el auto en que viajaba el hombre más buscado de Chile. El oficial pedía que lo lleváramos 100 kilómetros más lejos. Se sentó junto al chofer, mi camarada Escobar, y conversó amablemente con él. Yo me hice el dormido para no hablar. Mi voz de poeta la conocían hasta las piedras de Chile”, expresó Neruda en sus memorias.

Llegaron al Lago Ranco. Ahí tomaron un bote que los esperaba, atravesaron el lago y después otro más pequeño. Y al fin llegaron al aserradero donde estaba la casa de Bellet.

El dueño del fundo era un amigo de González Videla: Pepe Rodríguez, quien en ese lapso no se encontraría en su propiedad. De hecho, él no sabía nada de los planes de fuga. Estaba previsto que el escritor estuviera ahí un par de días para que practicase un poco la equitación (porque no sabía montar) para pasar al lado argentino de a caballo. Pero ocurrió que en esos días se desató una tormenta muy grande y no se pudo cruzar la cordillera. Y esa demora significó que, por casualidad, el dueño llegara de visita a su fundo.

“Lo más peligroso para mi situación (…) era que el propietario supiera que yo me albergaba en sus propias tierras. Se sabía que era un íntimo amigo de mi perseguidor, González Videla. Y que él había puesto precio a mi cabeza, ¿qué hacer?”, se preguntó Neruda.

Bellet quería decirle la verdad, pero Neruda estuvo en desacuerdo. Seguía fiel a las instrucciones de su partido, que decretaban absoluta confidencialidad, por lo que se fue a la casa de un cacique mapuche. Pero allí su situación se volvió muy precaria, por lo que aceptó encontrarse con el patrón. Éste, contra todo pronóstico, le dijo a Neruda directamente cuando lo vio: “Mire, desde este momento está usted bajo mi protección, de manera que no tenga usted ningún cuidado”, cuenta Pey. Bellet y Neruda incluso se hicieron amigos.

“‘Si el señor Legarreta, de aquí a una semana, tiene impedimentos para salir a Argentina por el paso de los contrabandistas, ustedes abrirán otro camino que llegue hasta la frontera. Pararán todos los trabajos de la madera y se pondrán todos a abrir ese camino. Éstas son mis órdenes’, (dijo el terrateniente). Pepe Rodríguez fue para mí un pequeño emperador que ordenó abrir 60 kilómetros de camino en la selva virgen para que un poeta alcanzara la libertad”, reseñó Neruda.

Cuando el tiempo lo permitió, por fin partieron. A Bellet, Neruda y tres arrieros que sabían el camino se agregó el viejo amigo de Neruda, Víctor Bianchi, que casualmente llegó al aserradero.

En el bosque, en medio del camino, Neruda escribió: “Qué bien aquí se respira / En el paraíso de Lipela / Donde no llega la mierda / De Gabriel González Videla”.

Y el inmigrante español cuenta: “Al llegar a San Martín de los Andes, en Argentina, me mandaron un telegrama en código, como estaba previsto, que decía: ‘El embarque de madera ha sido efectuado’. Eso quería decir que Neruda ya estaba a salvo”.

En dicha ciudad el poeta fue recogido por la delegación del Partido Comunista de Argentina, que lo subió a su auto y se lo llevó por tierra hasta Buenos Aires. Allí se encontraba Miguel Ángel Asturias, escritor guatemalteco y amigo de Neruda.

“Compañero chompipe (así se decían mutuamente) –le dijo Neruda según sus propios recuerdos–, préstame tu pasaporte. Concédeme el placer de llegar a Europa transformado en Miguel Ángel Asturias.”

Pey prosigue: “Neruda tomó un avión y llegó a París justo cuando se estaba realizando un Congreso Mundial por la Paz en el Teatro Olimpia. Ahí estaba Pablo Picasso discurseando y de pronto llega hasta el escenario Pablo Neruda. Se dan un gran abrazo los dos Pablos. Y ahí el mundo entero se enteró que la policía chilena no había conseguido tomar preso a Neruda en su país, y que Neruda estaba libre”.

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