Empresa norteamericana sería responsable de promover «una epidemia de adicción» a los opioides

La empresa norteamericana Johnson & Johnson está siendo acusada de desempeñar un papel clave en el uso desmedido de opioides de la industria farmacéutica.

Por Pedro Pérez

05/01/2020

Publicado en

Salud

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La empresa multinacional estadounidense, Johnson & Johnson, uno de los fabricantes de dispositivos médicos, productos farmacéuticos, de cuidado personal, perfumes y para bebés, está envuelta en un escándalo farmacéutico por promover «una epidemia de adicción» a los opioide.

Recientemente, el fiscal general del estado de Washington, Bob Ferguson, presentó una demanda contra la multinacional, acusándola de desempeñar un papel clave en el uso desmedido de opioides de la industria farmacéutica norteamericana y por participar en una campaña de márketing “engañosa”.

Johnson & Johnson es  uno de los mayores proveedores de las materias primas utilizadas para producir analgésicos opioides en el país del norte de América y, según la autoridad, comercializó engañosamente el uso a largo plazo de estas sustancias en dosis altas, sin evidencia documentada de su efectividad e ignorando los riesgos de tales medicamentos.

Ferguson asevera que los opioides han destruido a las familias de Washington y han sobrecargado el  sistema de atención médica y han provocado una epidemia de adicción que están luchando por contener.

 “Johnson & Johnson debe responsabilizarse del daño causado”, indicó el Fiscal.

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Un mercado monopolizado

A mediados del 2019 se conoció que en Estados Unidos fueron comercializados 76.000 millones de pastillas durante los últimos 6 años. La información fue revelada por The Washinton Post, que tuvo accesos a una base de datos oficial.

De acuerdo con lo publicado por el rotativo, las ventas anuales de analgésicos como la oxicodona y la hidrocodona aumentó un 51% entre 2006 y 2012, en un mercado controlado por tres productores y seis distribuidores.

The Washington Post evidenció un enorme aumento durante ese período de tiempo, una disparidad en la distribución geográfica de su consumo y el control que ostentan unas pocas compañías sobre el mercado de estos peligrosos fármacos.

Entre las grandes empresas que distribuyeron los fármacos estaban McKesson Corp., Walgreens, Cardinal Health, AmerisourceBergen, CVS y Walmart.

Al hablar de la producción, el mercado estaba monopolizado por las corporaciones SpecGx, Actavis Pharma y Par Pharmaceutical,  responsables del 88 % de las pastillas.

En esta ocasión, la demanda contra Johnson & Johnson, presentada en el Tribunal Superior del Condado de King, afirma que la empresa junto a varias de sus subsidiarias alimentaron la epidemia de opioides en el estado de Washington y en todo el país, al embarcarse en una campaña de marketing masiva engañosa.

De acuerdo con el fiscal Ferguson, la campaña convenció a médicos y al público de que sus medicamentos son efectivos para tratar el dolor crónico y tienen un bajo riesgo de adicción.

Además de utilizar ingredientes activos procesados para producir sus propios opioides, Johnson & Johnson vendió estas sustancias a otros fabricantes importantes para usarlos en sus propios medicamentos. Esas compañías son, entre otras, Purdue Pharma y Teva. Los ingredientes se usaron para fabricar oxicodona, hidrocodona, fentanilo, naloxona y otros medicamentos, detalló The Objetive.

La multinacional comercializó el uso a largo plazo de estas sustancias en dosis altas, sin evidencia documentada de su efectividad e ignorando los riesgos de tales medicamentos.

Muerte dosificada

Datos de la DEA confirman que las farmacias estadounidenses dispensaron en los últimos seis años 76.000 millones de pastillas de oxicodona e hidrocodona, lo que se traduce en que las  ventas anuales de estos opiáceos aumentaron en un 51%, desde los 8.400 millones de 2006 hasta los 12.600 millones de 2012.

Así, entre 2006 y 2012 el consumo de opioides legales causó la muerte de 100.000 personas en el país. Esta cifra se elevó a 47.600 solo en el 2017, según reveló un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglos en inglés).

Según los datos de la DEA, el consumo de opiáceos difiere de una unidad administrativa a otra. Por ejemplo: en la ciudad de Norton (Virginia), de 4.000 habitantes, se consumían anualmente 306 pastillas por persona, mientras que el condado de Charleston (Carolina del Sur), la ciudad de Martinsville (Virginia) y el condado de Leavenworth (Kansas), se registró una venta anual de 248, 242 y 226,5 dosis por habitante, respectivamente.

Tomando en cuenta estos datos de la DEA, los estados más expuestos a la epidemia de opiáceos fueron Virginia Occidental, Kentucky, Carolina del Sur, Tennessee y Nevada, con un consumo de entre 66,5 y 54,7 pastillas por habitante y año.

A mediados del 2019 se conoció que en Estados Unidos fueron comercializados 76.000 millones de pastillas durante los últimos 6 años.

Riesgo de los opioides

La Guía 2016 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para la prescripción de opioides para el dolor crónico, por su parte,  determinó que no existe ningún estudio que demuestre que los opioides sean efectivos para el tratamiento del dolor a largo plazo.

De hecho, los CDC encontraron “evidencia extensa” de que aquellos que usan opioides por más de tres meses tienen un riesgo sustancialmente mayor de trastorno por el uso de estos analgésicos.

En 2017, el fiscal general presentó una demanda contra la empresa Purdue Pharma y en marzo de 2019, otra contra los distribuidores más grandes de opioides recetados en el estado de Washington, cuyo juicio está programado para octubre de este año.

Se calcula que cerca de 218.000 personas han muerto en Estados Unidos en las dos últimas décadas debido al consumo de derivados del opio y sus versiones sintéticas.

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