Grande, ¡Gabriela!
Me vendieron a una Gabriela célibe que hablaba de unos “piececitos de niño, azulosos de frío…” y yo no podía entender qué hacía que mi profesora se emocionara tanto con los versos ñoños de esta señora que yo a mis seis años creía que era hombre y que se llamaba “Gabriel Amistral”, por su aspecto […]