Huele a tormenta…
No salimos de una para entrar en la otra: las crisis se suceden a un ritmo desenfrenado, y nada dice que los vientos amainarán en un futuro previsible. Las grandes instituciones financieras, tan inútiles unas como otras, solo sirven para pasear boludos por el planeta: el turismo de los banqueros centrales es un buen ejemplo. Luego un par de fondos de inversión deciden con qué salsa nos cocinarán a fuego lento.