Ad portas de investidura de Tump

Fin de la Era Obama: Un tiempo de promesas incumplidas y esperanzas perdidas

Desigualdades, bajo crecimiento económico, racismo, deportaciones y un Partido Demócrata debilitado es el legado que deja el mandatario tras ocho años de gestión de pocos y tímidos avances.

Por Meritxell Freixas

10/01/2017

Publicado en

Actualidad / Mundo / Portada

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Era el 20 de enero de 2009 cuando un joven afroamericano de 47 años llegaba por primera vez a la Casa Blanca. Un clima cálido y optimista se respiraba aquel día en Washington. Barack Obama había ganado por casi un 43% de los votos electorales al candidato republicano John McCain y, después de la contienda, todos querían «ser parte de la historia», como se popularizó en el lema que se lucía en las camisetas, vallas publicitarias, anuncios en prensa y TV, y toda la mercadería que se ofreció en torno al evento de la toma de posesión. Olía a esperanza para aquellos que anhelaban un cambio real creían en la caída de la ola conservadora que había arrasado con el país desde la era Reagan.

TppObama

Ocho años después, Barack Obama hace las maletas de la casa presidencial para dar paso a un inesperado Donald Trump encabezando la administración estadounidense. Mientras la incertidumbre, la inexperiencia y la arrogancia se apoderan de la Casa Blanca, Obama hace balance de dos mandatos en los que la desilusión se convirtió en el denominador común de aquellos esperanzados del país.

En la noche de este martes, el aún presidente de EEUU realizará su discurso de despedida desde Chicago, su ciudad de origen, y -según dijo él mismo-  será «prospectivo y optimista», quizás para evitar lo inevitable y no evidenciar los déficits y desafíos pendientes -que fueron muchos- que deja su gestión.

Empleo y desigualdad

Los Estados Unidos de 2009 se encontraban inmersos en una crisis financiera global que acechó fuertemente al mundo Occidental, dejando a sus socios europeos sumidos en un declive que los llevó a aplicar las medidas de austeridad más duras de los últimos años en el continente.

La tasa de paro, que llegó a superar el 10%, y la imposibilidad de generar un cómodo crecimiento económico -que no excedió más del 2,5%- alimentaron el crecimiento de la desigualdad, que registró un mayor crecimiento en el mandato del presidente saliente.

Los ricos alcanzaron un mayor poder adquisitivo que el país no conocía desde los años 30 (el 0,1% más rico poseía en 2013 más del 20% de la riqueza nacional y en 2014 el 1%  poseía casi la mitad de la riqueza total del país). En cuanto a la pobreza mientras en 2009 se situaba en el 14,3%, en el año 2015, se ubicó en el 13,5%, es decir, hay más de 43 millones de personas pobres en Estados Unidos.

De hecho, este factor fue uno de los mencionados por los analistas que interpretaron la victoria de Donald Trump como uno de los más determinantes: una clase media golpeada por una crisis económica y que vio empeoradas sus condiciones de vida.

 Racismo y Violencia policial

El primer presidente afrodescendiente de la historia estadounidense no hizo mucho honor al símbolo que  su presidencia supuso para la comunidad afroamericana. Desde el 2014 el número de asesinatos de afroamericanos a manos de policías blancos ha crecido considerablemente, en un país que no se saca de encima la lacra de las heridas y resentimientos raciales.

¿Las razones? Siguen residiendo en las diferencias del acceso a los servicios educativos y sanitarios entre afroamericanos y blancos, así como a la alta tasa de desempleo y los índices de pobreza de los afroamericanos, problemas que no fueron corregidos del todo durante el mandato de Obama.

Las acciones del movimiento #BlackLivesMatters ha desafiado y denunciado, tanto en redes como en marchas masivas, las muertes y la impunidad en la que se han dado varios de los casos más brutales de xenofobia y odio racial. El movimiento comenzó en el año 2013 después de la absolución de George Zimmerman por la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin a causa de un disparo. Después protagonizaron las protestas en Ferguson, por la muerte de Michael Brown, y Eric Garner.

Este asunto va estrechamente vinculado con el control de armas que, más allá de los intentos de Obama para endurecer las leyes, lo único que ha logrado Barack Obama es instaurar algunos trámites previos para los vendedores y compradores de armamento. Algo que logró aplicar gracias a la vía ejecutiva, debido a que el Congreso se negó a aplicar restricciones para la  control de armas.

Deportaciones y cárceles

Una de las banderas de campaña de Obama fue la reforma migratoria, con énfasis en la legalización de 11 millones de indocumentados, principalmente de origen latinoamericano. Su propuesta de regularización se centró solo en proteger de la deportación a familiares de ciudadanos estadounidenses que hayan estado en el país desde antes de enero de 2010 sin cometer ningún delito; a trabajadores altamente calificados y a quienes llegaron al país con menos de 16 años y han permanecido desde entonces sin registrar antecedentes penales. El número de personas que pueden optar por ese beneficio no supera los cinco millones, de un total de 30 millones de indocumentados que permanecen de manera legal en el país norteamericano.

A lo largo de su mandato sostuvo que las deportaciones han dado «mayor seguridad a la población estadounidense», registrando un total de 2,5 millones desde que asumió la presidencia y superando con creces a las que ordenó  el expresidente George W. Bush, quien deportó sólo un 23% de esta cifra.

Asimismo, en sus dos campañas presidenciales, Obama prometió cerrar la cárcel de Guantánamo antes de terminar su mandato en enero de 2017. El pasado mes de febrero indicó que «durante muchos años, ha sido claro que la prisión de Guantánamo no colabora con nuestra seguridad nacional sino que la socava (…) La primera vez que me postulé a la presidencia reconocí que la instalación debía ser cerrada.»

Sin embargo, los obstáculos del Congreso -dominado por los republicanos desde 2010- y los gobiernos de los distintos estados dificultaron el cumplimiento de ese objetivo. Por eso, en los últimos años optó por reducir considerablemente la población del centro penitenciario de 240 presos -cuando juró su cargo en 2009- hasta los 40 de hoy, mediante el traslado de los reclusos a otros países.

Guantánamo llegó a tener casi 800 presos en 2003, un años después de su apertura, ordenada por el entonces presidente George W. Bush como respuesta de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Política exterior

Hablar de cerrar Guantánamo, de retirar las tropas de Irak y Afganistán, y del fin del conflicto entre Israel y Palestina le valió a Obama para recibir el Premio Nobel de la Paz en 2009. Sin embargo, nada de todo lo planteado fue real, excepto que se llevó el galardón.

Durante sus dos mandatos, Obama manifestó su intención de retirar las tropas estadounidenses de Medio Oriente. Aún así, Estados Unidos mantiene operaciones militares en seis países extranjeros y en los últimos a la expansión del Daesh (Estado Islámico), lejos de reducirse, se ha consolidado.

Si bien es verdad que ha reducido el número de soldados norteamericanos en Afganistán e Irak, al mismo tiempo expandió drásticamente las guerras aéreas y el uso de las fuerzas especiales en todo el mundo e incrementó sus ofensivas en Libia, donde autorizó varios bombardeos, en Yemen, Somalia y Siria, donde apoya a los opositores al presidente sirio Bashar al-Assad.

Durante los los dos mandatos, su gobierno no solo ordenó numerosos ataques aéreos, sino que también alcanzó una cifra récord de venta de armas desde la Segunda Guerra Mundial. En 2011, coincidiendo con el inicio de la guerra en Siria, marcó un hito histórico, convirtiéndose en el año en el que se produjo el mayor número de ventas de armas estadounidenses al extranjero.

La herencia en materia internacional de Obama pasa necesariamente por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y el acuerdo nuclear con Irán. A pesar de que en la isla los cambios van dándose muy paulatinamente, justo recién se restablecieron las primeras exportaciones entre La Habana y Washington.

Partido Demócrata debilitado

Cuando ocho años atrás, Obama ascendió al poder los demócratas eran mayoría en el Congreso de EEUU y 29 de los 50 estados tenían un gobernador de ese partido. Pero desde entonces el poder del partido ha ido constantemente debilitándose hasta los 22 estados de las última elecciones.

En total, son más de 1.030 asientos en las legislaturas estatales, gobernaciones y el Congreso que perdieron los demócratas durante la presidencia de Obama.

Desde 2010, cuando los demócratas entregaron la mayoría de la Cámara, Obama empezó a utilizar órdenes ejecutivas para implementar sus políticas, prescindiendo de los legisladores. Sin embargo, esta estrategia tendrá ahora un inconveniente importante y es que el próximo presidente puede deshacer fácilmente todo el legado anterior. Así lo prometió su sucesor  Donald Trump, quien podrá derogar rápidamente muchos de los decretos aprobados por Obama y botarlos directamente a la papelera de la historia. La vuelta al punto de salida, aunque sea de pequeños y tímidos cambios, parece inminente.

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