Hoy cumpliría 97 años

¿Quién fue Allen Ginsberg?

Poeta, narrador, docente, activista por los Derechos Civiles y promotor del budismo en Estados Unidos, Ginsberg se ha consolidado como una figura de culto para espíritus inconformes

Por Daniel Carpinteyro

03/06/2023

Publicado en

Actualidad / Artes / Mundo / Tendencias

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Ginsberg

Un 3 de junio como hoy, pero de 1926, nacía en Newark, Nueva Jersey, el poeta y activista Allen Ginsberg. Su nombre sería a partir de la década de los cincuenta sinónimo de rebelión, marginalidad, experimentación y desafío.

Ante el contexto de la sociedad estadounidense puritana, heteronormada, hipnotizada entre la propaganda y el espectáculo por el concierto mediático, Allen Ginsberg se atrevió a vivir en sus propios términos, desplegando una identidad refractaria a las convenciones circundantes: fue abiertamente homosexual, abrazó y promovió la espiritualidad oriental, se integró al movimiento por la defensa de los derechos civiles, se opuso a la guerra, consumió toda índole de enervantes, se rodeó de parias y proscritos.

¿Cuál fue el caldo de cultivo en se alimentó una inteligencia tan singular?

I. Una infancia en la contracultura.

Somos un delicado equilibrio entre  genética y epigenética. El contexto en que  habitamos durante nuestros primeros años determina en buena medida el tipo de adulto en que nos convertiremos y la manera como negociaremos con la gigantesca porción del mundo que está afuera de nosotros.

Los padres de nuestro poeta, los señores Louis y Naomi Ginsberg, eran fervorosos comunistas en una época y un país en que dicha adscripción era considerada una herejía por la media poblacional, guiada por sus pastores mediáticos. Unas décadas más adelante, la paranoia hacia el comunismo crecería hasta niveles inquisitoriales y a Allen Ginsberg le tocaría protagonizar algunos episodios notables derivados de ese clima.

Allen Ginsberg durante una lectura pública

La señora Naomi era además una practicante del nudismo. Todo el tiempo que le era posible, se paseaba desnuda por su casa, y lamentaba no poder hacerlo también el los espacios públicos. El el señor Louis se desempeñaba como docente de literatura inglesa, escribía poesía, pasión que contagió al pequeño Allen.

Míítines, tertulias, piquetes y picnics canábicos fueron espacios en los que Allen recolectó sus primeras impresiones del mundo social más allá de la esfera familiar. Aromas a hierba quemada, rocíos matutinos entre risas e idiomas diferentes a su lengua natal. Es posible que la inmersión temprana en este crisol cultural abriera sus puertas de la percepción, como decía Blake, que su corazón se hiciera permeable a la diversidad de las identidades.

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La salud mental de Naomi se descarrilaba en un deterioro continuo, vivía con la aprensión de ser monitoreada por el FBI (no una suposición desaforada en la Unión Americana para una comunista), llegó a estar convencida de que los miembros de su familia habían sido sustituidos por replicantes impostores.

A los 21 años, Allen se vio en la necesidad impostergable de firmar la autorización para que su madre fuera sometida a una lobotomía. La conducta errática de Naomi había hecho la vida imposible para quienes la rodeaban.

Vida universitaria y contacto con los beats

Tras concluir el bachillerato, Allen Ginsberg se inscribió en un programa de estudios superiores de la Universidad Estatal de Montclair, en Newark. Más adelante, aprovechó un estímulo para jóvenes judíos para entrar a estudiar a la Universidad de Columbia, en la parte norte de Manhattan, Nueva York. Y a pesar de que el perfil de esta casa de estudios es progresista, se registraron fricciones entre Ginsberg y la Academia, que desembocaron con dos expulsiones del poeta, pero no impidieron su titulación.

Los años de Columbia fueron decisivos en el giro intelectual de Ginsberg, no solo por las lecturas que hizo y la cantidad de parámetros ideológicos que absorbió, sino también por el establecimiento de amistad con Jack Kerouac y el Armagedón Contracultural estadounidense, William S. Burroughs.

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Con ellos frecuentó los bares de Greenwich Village, donde entró en contacto con otros poetas como el aventurero Neal Cassidy. Un ciclo convencional de vigilia durante la salvaje juventud de Ginsberg duraba alrededor de veinte horas, diez de las cuáles consumía estudiando y escribiendo, y las otras diez entre sus clases y coloquios post-cátedra. Se desenvolvía entre gente que estudiaba, se emborrachaba, follaba y pensaba por sí misma.

La gente extraña a su círculo, la gente normal, que se sentía -o creía sentirse- cómoda en el American Way of Life los tenía por truhanes y facinerosos. No eran percibidos con confianza por sus conciudadanos encorbatados, por los policías y supervisores que trabajaban de 9 a 5 de lunes a viernes, y llegaban a su casa a ver tele y enterarse del mundo por las publicaciones del conglomerado de William Randolph Hearst, el Rupert Murdoch de su tiempo.

Y seguramente si hubieran leído los materiales que este cónclave, denominados los beats (los arritmados, los golpeados, los golpeados por el ritmo de un pulso frenético), su desconfianza hubiera sido aún mayor. Y de todos aquellos experimentos en la volatilidad literaria, Ginsberg contribuyó con algunos de los más célebres.

Aullido y más allá

Tras algunos años de sobrecarga intelectual aunada a un tren de vida frenético en el que los sobresaltos y la incertidumbre eran el pan de cada día, Ginsberg se internó durante algunos meses en el Psiquiátrico Presbiteriano de Columbia. En sus albos refectorios trabó conocimiento con Carl Solomon, un antiguo almirante de la marina mercante estadounidense que había aprovechado su paso por Francia para conocer de primera mano a los representantes de sus vanguardias artísticas en turno, que en aquella época era el surrealismo. Particular interés le despertaba Antonin Artaud, a quien había presenciado leyendo sus poemas con aquella voz de moribundo poseso que le caracterizaba.

La impresión que Solomon produjo en Ginsberg fue tan profunda que le terminó dedicando un poema de largo aliento llamado Aullido (Howl). El poema era una captura de la vida  de los pensadores marginales estadounidenses, arrastrados por el dínamo de de la historia, inmolándose en escenas dantescas, entregándose a los placeres más destructivos y desintegrándose en ceniza entre los callejones y basureros. El poema es brutal, y la mecánica de su sonido -que los oídos poco avezados confunden con una libertad absoluta- resguarda efectivos dispositivos dramáticos.

Portada de la primera edición de Howl, por Allen Ginsberg

El poema, que había consumido más de un año desde el aterrizaje en papel de su primer verso  hasta su finalización, fue leído por primera vez en la Six Gallery, en San Francisco, el 7 de octubre de 1955. La creación provocó asombro entre los asistentes, entre quienes se encontraban Jack Kerouac, Gary Snyder y Kenneth Rexroth. La velada tendría una repercusión en la poesía angloparlante similar a la que después alcanzaría la primera presentación de los Sex Pistols en el último piso de la Saint Martin School of Art, en 1975. El espectador sentía como que un hilo se había roto, que algo en el patrón del tejido de la cultura acababa de cambiar frente a sus ojos.

Animación por Eric Drooker inspirada en «Howl», de Allen Ginsberg.

El poema sería publicado por el también poeta y empresario librero Lawrence Ferlinghetti, en una edición que también contenía «América» y «Un supermercado en California». En 1957, las autoridades de Estados Unidos, el país que invade otros países en nombre de la libertad y la democracia, implementó un juicio por obscenidad que terminó con el arresto de Allen Ginsberg, el administrador de la librería donde se expendía Howl, así como el editor del libro y dueño de la librería, Ferlinghetti.

La Asociación de Libertades Civiles de Estados Unidos brindó apoyo jurídico a los imputados, y finalmente el juez determinó que el libro poseía cualidades sociales que lo redimían.

En 1969, una lectura radiofónica del poema en Finlandia -el país donde dicen que se dan los mejores lectores del mundo- provocó la activación de un proceso judicial que terminó en una reprimenda oficial contra la estación que lo transmitió. El proceso judicial solamente consideró cuatro versos de los 112 que constituyen el poema. Pero que eso no nos haga olvidar lo bien que leen en Finlandia, especialmente a quienes leemos fuera de la europeidad. Son los mejores lectores del maldito mundo.

datadura

Nombre: Irwin Allen Ginsberg (1926-1997)

Premios: Natural Book Award (1974)

Medalla Frost (1986).

Confesión espiritual: budismo

Bibliografía selecta:

*Howl and other poems (1956)

* The fall of America: Poems of These States (poems 1965-1971)

*Planet news (1968)

*Mindbreaths (poems 1972-1977)

*White shroud poems: 1980-1985

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