Imaginen un ser capaz de resistir casi cualquier condición medioambiental, desde las temperaturas extremas (tanto en condiciones heladas como tórridas) a la presión atmosférica excesiva (por alto o bajo), pasando por la exposición a altas dosis de radiación, el vacío total o condiciones de total deshidratación. Bueno, pues por increíble que parezca, este ser existe. Se llama tardígrado y es raro donde los haya.
Raro no sólo por reunir tan asombrosas capacidad de supervivencia sino también por su propio aspecto físico: es como un oso (de hecho también se le llama oso de agua) sólo que en vez de pelo aparenta llevar un traje espacial y tiene un tamaño casi microscópico (mide medio milímetro, como un grano de arena). Pese a disponer de ocho patas, sus movimientos son lentos, similares a los de los plantígrados; otra razón por la que su descubridor, Johann August Ephraim Goeze, lo bautizó osito de agua en 1773.
Se trata de un invertebrado protóstomo perteneciente al filo Ecdysozoa y se subdivide en más de un millar de especies diferentes que se reparten por casi toda la Tierra, frecuentemente en sitios extremos como glaciares, tundras, desiertos, pantanos y similares pero también en otros como los musgos o líquenes de cualquier patio doméstico (se alimentan de detritus).
Una característica de los tardígrados es que pueden aletargarse durante muchísimo tiempo, hasta un siglo entero, deteniendo completamente su metabolismo y perdiendo hasta el 99% de su agua, para luego regresar a la actividad. Eso se llama criptobiosis. Al secarse se convierten en una especie de cápsulas queratinosas que se trasladan y dispersan por el planeta gracias al viento, los mares y hasta los intestinos de depredadores (sí, también sobreviven en ellos, igual que lo hacen al alcohol puro y al éter). En tales circunstancias, no necesitan oxígeno y soportan temperaturas por encima del punto de ebullición o de un grado por encima del cero absoluto, que se sitúa en -273º.
Más facultades: medio millón de rads de radiación ionizante no bastan para matarlos y, como mucho, los esterilizan (los humanos tenemos problemas con menos de dos mil rads). Y soportan una presión atmósferica seis mil veces superior a la que hay a nivel del mar o seis veces mayor a la del fondo oceánico más profundo. Pero en lo que rebasan cualquier concepto de ciencia ficción es en que podrían mantenerse un tiempo bastante prolongado en el espacio exterior, donde el ser humano no aguanta más de minuto y medio, como prueba el hallazgo de tardígrados en la superficie externa de cohetes al regresar de sus misiones.
En ese sentido, en 2007 la Agencia Espacial Europea lanzó la nave FOTON-M3 con diversas misiones científicas. Una de ellas consistía en comprobar la evolución de tardígrados vivos en condiciones duras, sometiéndoles a la radiación cósmica y un espectro completo de rayos solares. El 68% de los individuos superó la pruebas, que duraron una docena de días, sin problemas.
Por eso al oso de agua se le considera un superviviente nato. A su lado las cucarachas, de las que se dice que serían las únicas capaces de superar un holocausto nuclear, serían meras aprendices porque los osos de agua lo harían sin dificultad. ¿Cómo es posible? Una de las claves está en un azúcar llamado trehalosa que le permite preservar sus membranas celulares (cada tardígrado se compone de un millar de células aproximadamente) y que, por cierto, se está investigando por su posible utilidad para preservar óvulos humanos al ser congelados en los procesos de fecundación in vitro.
Vía: Today I Found Out
Foto 1: NASA
Foto 2: Nat Geo TV Blogs
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