Knolling: la belleza de desmontar, organizar y fotografiar objetos que tienes en casa

El mundo se divide en dos tipos de personas: las que dividen el mundo en dos tipos de personas y las que no

Por Arturo Ledezma

25/10/2014

Publicado en

Artes / Fotografía

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El mundo se divide en dos tipos de personas: las que dividen el mundo en dos tipos de personas y las que no. Como seguramente tú seas del primer tipo, sabrás que el mundo se divide en dos tipos de personas: las que disfrutan de un truco de magia y las que quieren saber cómo demonios el mago ha hecho el truco. Porque obviamente quieres saberlo.

Porque está en la naturaleza del ser humano. Queremos saber cómo funcionan las cosas. Por qué las bicicletas avanzan cuando pedaleas. Cómo hace la aguja del tocadiscos para leer música. Qué demonios hay dentro del bombín de la cerradura para que se abra cuando giramos la llave. En definitiva, queremos ver al señor pequeñito que está dentro de la tele. Y para eso, tenemos que abrir la tele y desmontarla.

A más de uno le sonará esto. Quizá recuerdes aquella vez que te regalaron una lavadora de juguete y lo primero que hiciste fue destriparla para ver qué había dentro. A lo mejor ese día en que tu walkman dejó de funcionar y, en vista de que ni eran las pilas ni la cinta se había enredado, decidiste coger el destornillador y desensamblarlo pieza a pieza hasta encontrar dónde estaba el mecanismo que fallaba. Y como luego querías volver a montar el aparato, mientras separabas las piezas, las ibas colocando una junto a la otra para que no se te perdiese ninguna. Bien ordenadas.

Lo que no sabías es que lo que hiciste al desmontar el walkman y organizar todas sus piezas tiene un nombre:knolling.

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Es 1989 y Andrew Kromelow trabaja como conserje en el estudio de mobiliario de Frank Gehry. En esa época, el arquitecto canadiense aún no ha perfeccionado su técnica de la peineta, sino que se dedica sobre todo a diseñar edificios, muebles y objetos. Al igual que sucede en la mayoría de los estudios de arquitectura, el interior de la oficina es bastante desordenado; así que una tarde, Kromelow se dedica a recoger todos los utensilios y las herramientas que están desperdigadas por el taller y las coloca encima de una mesa de trabajo. Ordenadas por usos, formas y tamaños, y dispuestas en ángulos de 90 grados. El resultado es una superficie organizada con todos los objetos a la vista. Kromelow decide que este proceso necesita un nombre y como, en ese momento, el despacho de Gehry está trabajando en piezas para la firma de mobiliario Knoll, el ordenado conserje le da el nombre de knolling.

En un principio, el knolling no era más que un sistema de organización de las herramientas y los elementos de un espacio de trabajo para que la actividad sea más eficaz y productiva. Un procedimiento similar al método japonés de las 5S. Seiri, clasificación; seiton, orden; seiso, limpieza;seiketsu, estandarización; y shitsuke, disciplina. De hecho, las fotografías de knolling se parecen a los gráficos y las guías de montaje de IKEA, a los tablones de herramientas de los talleres mecánicos o a los catálogos de instrumental médico.

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Y tiene toda la lógica. En enero de 2011, investigadores del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton publicaron un estudio sobre las respuestas neurológicas que se producían al trabajar en un entorno ordenado frente a las derivadas de un entorno caótico. En sus conclusiones, afirmaban que el desorden ambiental interfería con la atención, provocando un empeoramiento de la actividad y un aumento del estrés.

Sin embargo, el knolling se desprendió de su condición exclusivamente utilitaria y adquirió una dimensión más compleja cuando el escultor Tom Sachs, que había trabajado durante dos años en el estudio de Frank Gehry, se apropió del concepto y lo convirtió en parte integral de su obra. La investigación de Sachs partía de una premisa supuestamente utilitaria, pero sin embargo, su búsqueda era eminentemente estética. Quizá se inspirase en las cajas que Joseph Cornell, pionero del assemblage artístico, creó en los años 60 como testigos objetuales de la realidad mundana. Sea como fuere, Sachs modificó una escena del filme Glengarry Glen Ross para exponer su manifiesto ABK: Always Be Knolling. Además, en su libro Ten Bullets, enunció un sencillo procedimiento para knollear.

  1. Explora tu entorno en busca de materiales, herramientas, libros, música, etc, que no estés usando.
  2. Guarda todo lo que no estés usando. Si no estás seguro, déjalo fuera.
  3. Agrupa todos los objetos que se parezcan entre sí.
  4. Alinea o dispón en ángulo recto todos los objetos, ya sea en la superficie donde estén colocados, o en el propio estudio.

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Porque si siempre hay que hacer knolling, entonces todos podemos hacer knolling. Hasta nosotros mismos en nuestra casa.

La popularización de las cámaras digitales y el desarrollo del Internet 2.0 hicieron el resto, y ahora podemos encontrar por la Red un buen puñado de webs dedicadas al knolling, o como algunos lo llaman: «El arte de las cosas perfectamente organizadas». Porque, efectivamente, la fotografía del knolling genera piezas de belleza precisa y delicada, por mucho que los puristas del concepto opinen que estas imágenes son parodias y que solo deberían emplearse objetos útiles.

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Algunos fotógrafos, como Gabriel Menashe. exploran el concepto de «destripe» con el que comenzábamos el artículo. En casos como el de Todd McLellan, incluso renuncian a la organización en ángulos rectos, en favor de una disposición similar a la del objeto ensamblado. En su libro Things Come Apart, McLellan desmonta y fotografía 50 objetos en un total de 21.959 componentes. El resultado son una serie de imágenes de objetos convencionales dispuestos como bellísimas autopsias de la cotidianidad.

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En sus fotografías, la texana Emily Blincoe apuesta decididamente por el color como motivo de organización. Son imágenes que retratan desde pequeños objetos hasta alimentos -incluso perecederos-, y que nos abren la pupila a una naturaleza delicadamente contraintuitiva. Casi antinatural.

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En su formalización puramente estética, el knolling no solo organiza objetos o utensilios de pequeño tamaño, sino que busca el orden visual hasta en composiciones de gran formato, como la invitación de boda de Colin Garven yJorie Les, o el divertidísimo parking despejado del artista y comediante suizo Ursus Wehrli.

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De hecho, Wehrli sí que trabaja decididamente en el ámbito de la parodia. Sus instalaciones, editadas en el libroThe Art Of Clean Up, están completamente fuera de la utilidad y se acercan a la caricatura del trastorno obsesivo compulsivo. Sin embargo, al margen de sus intenciones humorísticas o paródicas, el resultado tiene una belleza innegable. Y sí, también son una cachondada.

Porque si reír tiene un efecto evidentemente positivo en el ser humano y el entorno ordenado nos ayuda a reducir el estrés, entonces las piezas de Wehrli también son útiles. Muy útiles, de hecho. Útiles para tener una vida más bonita y más divertida. En definitiva, para tener una vida mejor.

Se dice en el mundo de la ingeniería que la belleza no es nada sin utilidad. William Morris, padre del diseño y abuelo de la arquitectura moderna, nos recomendó que solo tuviésemos cosas útiles o cosas bellas. Quizá ya es hora de afirmar que si algo es bello, entonces siempre es útil.

Sello diseñado por Ursus Wehrli para el servicio postal suizo.

 PEDRO TORRIJOS ( @PEDRO_TORRIJOS ) en Yorokobu

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