Polonus Populus: Una intervención desde Polonia en el Muse Arte Contemporáneo

Con una gran intervención objetual que ocupa todo el hall central del Museo de Arte Contemporáneo Parque Forestal, la artista polaca residente en Antofagasta, Dagmara Wyskiel, reflexiona sobre la historia de su país, invitando a un recorrido a través de sus años de guerra y de paz

Por Director

21/04/2012

Publicado en

Artes / Artes Visuales

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Con una gran intervención objetual que ocupa todo el hall central del Museo de Arte Contemporáneo Parque Forestal, la artista polaca residente en Antofagasta, Dagmara Wyskiel, reflexiona sobre la historia de su país, invitando a un recorrido a través de sus años de guerra y de paz. La muestra se inaugura el 3 de mayo, Día de la Constitución de Polonia.

Como actividad de extensión, el 4 y 5 de mayo se realizará un workshop gratuito destinado a estudiantes de primeros años de la carrera de Arte de universidades locales, dirigido por la artista y por Carolina Lara (periodista y curadora).

“Polonus Populus” cuenta con el auspicio de la Embajada de Polonia en Chile.

 

Dagmara Wyskiel es una artista polaca que reside en Antofagasta hace unos diez años. Allí es artista reconocida, con proyectos de arte contemporáneo donde ha abordado diversas estrategias visuales, integrando usualmente a autores locales. Durante mayo de 2012 está con el proyecto “Polonus Populus” en el Museo de Arte Contemporáneo del Parque Forestal; una intervención objetual en todo el hall del edificio, que intenta graficar –e interrogar– la historia de su país, desde el año 966 al 2012, un ejercicio de memoria e identidad que invita al espectador a involucrarse corporal y reflexivamente desde su propio lugar.

La operación es aparentemente simple: se trata de una banda plástica transparente de unos 37 centímetros de alto y 300 metros de largo que lleva pintado cada uno de los mil años de historia, con rojo los que se vivieron en guerra y con blanco los vividos en paz. La línea está pensada a escala del cuerpo. Suspendida y a la altura del espectador, conforma un laberinto de curvas y pasadizos que se puede recorrer libremente. El sonido –igual envolente– es un susurro de la voz de la autora que en polaco verbaliza su pensamiento en un intento por recordar, elemento del video “Qué hago con tanta memoria” (2010).

Inaugurándose la muestra el 3 de mayo, celebra el Día de la Constitución de Polonia. De 1791, fue la primera en implementarse en Europa y la segunda en el mundo, “con una visión democrática absolutamente transgresora, innovadora”, dice la artista. El título de la intervención parte con referencias a esta concepción de país, citando el modo con que Juan Pablo II se dirigía al pueblo polaco en sus cartas apostólicas: “Ad perpetuam rei memoriam – Polonus Populus”. La última frase, intenta traducir Wyskiel, significa literalmente “cosa popular polaca”, siendo la concepción de un país inclusivo, moderno, que evoca ciertos años de gloria.

Para repensar el territorio de origen desde miles de kilómetros de distancia, la autora optó por concentrarse en una situación que parece determinar el carácter de Polonia, un pueblo históricamente al borde, entre la guerra y la paz. Ubicado junto a la ex Unión Soviética, “no es oriente, ni occidente, pero tampoco centro. Con pésima ubicación geopolítica entre el orden alemán y el volumen ruso, que siempre se enfrentaban en mitad del camino. El pueblo más católico del mundo y el más conservador dentro de la Unión Europea. Resistente, a toda costa”, opina la autora.

El ejercicio implicó definir los períodos en que se vivió en uno u otro estado. Sin embargo, ¿cómo lograrlo cuando se trata de un lugar “con constantes conflictos sociales, problemas de soberanía y gobiernos impuestos, sin que necesariamente haya derramamiento de sangre”?

El problema apuntó a interpretar, sintetizar y representar los procesos históricos, sociales, políticos y religiosos; a ocultar y desocultar a través de una simbología de orden subjetivo que no admitiera medias tintas. Pero hubo años complejos. La autora dialogó con otros polacos en busca de definiciones y no siempre las encontró. Por esto, en un juego pictórico de mancha y veladura, hay años que permanecen en un estado intermedio: son rojos bajo una capa de blanco.

La intervención invita a sumergirnos en la pintura, en esa especie de caligrafía zen, gestual y repetitiva, que van conformando los números que nos interceptan, nos conducen y desorientan en un laberinto donde cada año se vuelve –pese a la intensidad de acontecimientos– tan sólo un segundo. “Polonus Populus” es una experiencia de tiempo enrevesado. En la aparente linealidad hay una cronología plagada de dobleces, contracciones y lapsos paralelos, invitando a sumergirnos –más allá– en una mirada sobre la historia de Polonia como en un espacio trastocado. Recorrerlo, es asumir el juego comparativo entre los períodos de catástrofe y calma; es imaginar la historia en un “cuadro” desbordado que ya no es un país ni su historia ni tampoco pintura sino una experiencia repetitiva y meditativa que invita a interpretar –desde nuestro lugar– los propios procesos de guerra y de paz.

El Ciudadano

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