Identifican una nueva especie de garrapata prehistórica en un ámbar de 99 años

Además de una garrapata ya conocida junto a la pluma de un dinosaurio terópodo, la pieza de ámbar contenía a la especie 'Deinocroton draculi', que estaba hinchada de sangre en el fósil.

Por Sofia Olea

12/12/2017

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Una garrapata se agarra a la pluma de un dinosaurio preservada en una pieza fósil de ámbar birmano de 99 millones de años. Fotografía: Nature Communications; Penalver et al

Científicos españoles han analizado una pieza de ámbar de Birmania que contenía plumas de un dinosaurio terópodo y un ejemplar de Cornupalpatum burmanicum, una antigua especie de garrapata que vivió hace 99 millones de años periodo Cretácico).

Pero además de la garrapata ya conocida, en la pieza de ámbar había otra especie recientemente identificada, la Deinocroton draculi, que se encontraba hinchada de sangre. Este ácaro fósil pertenece a una familia extinguida (Deinocrotonidae) y no aparecía asociado directamente a su huésped.

«Este descubrimiento es muy significativo porque es muy difícil encontrar fósiles de parásitos chupadores de sangre en asociación directa con los restos de su huésped. Además, este espécimen de parásito hematófago es el más antiguo conocido hasta ahora y testimonia la relación de parasitismo entre artrópodos y vertebrados», explica Xavier Delclòs, profesor en el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona y coautor del artículo publicado en Nature Communications.

El descubrimiento de plumas en el fósil indica que estas ya estaban presentes en muchos dinosaurios terópodos; desde formas terrestres sin capacidad de vuelo hasta otras similares a pájaros, capaces de volar, como Ricardo Pérez de la Fuente, científico del Oxford University Museum of Natural History, en el Reino Unido.

«No ha sido posible determinar la composición de la sangre ingerida por esta [nueva] garrapata hinchada. Desgraciadamente el parásito no se sumergió completamente en la resina y su contenido se alteró a causa de la deposición mineral», indica Delclòs, citado en Sinc.

Sin embargo la garrapata tenía restos de pelos especializados de larvas de escarabajos adheridos a sus patas. Esto podría indicar que el dinosaurio, la garrapata y el escarabajo habría convivido en un espacio reducido, donde los atrapó la resina.

«La captura simultánea de dos especies de garrapatas es un hecho extraordinario, y puede explicarse mejor si se considera que son organismos que comparten un hábitat común, tal como hacen algunos parásitos en la actualidad, que viven en el nido del huésped o bien en las proximidades», concluye David Grimaldi, otro de los investigadores del estudio.

El Ciudadano, vía Sinc

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