La política ciudadana hace frente al capitalismo

Los profundos  deseos de los pueblos de Chile y de su política social expresada en la figura del presidente Salvador Allende, fueron destruidos el 11 de septiembre de 1973, cuando una dictadura en nuestra latitud se unió a la persecución que se dio en Occidente a los solidarios comunistas, y militantes de distintos grupos políticos […]

Por Director

23/07/2011

Publicado en

Editorial / Portada

0 0


Los profundos  deseos de los pueblos de Chile y de su política social expresada en la figura del presidente Salvador Allende, fueron destruidos el 11 de septiembre de 1973, cuando una dictadura en nuestra latitud se unió a la persecución que se dio en Occidente a los solidarios comunistas, y militantes de distintos grupos políticos y colectivos de izquierda que con una sensibilidad por repartir de una forma más justa, fueron silenciados por la violencia y avaricia del capitalismo internacional al que sirvieron las armas apuntadas contra connacionales.

Ya lo advertía el presidente Salvador Allende de cómo ese capitalismo internacional amenazaría toda frontera y pasaría por sobre los estados, y hemos visto cómo incluso la Concertación en sus 20 años de gobierno no pudo hacerle frente pues sus campañas fueron financiadas por dineros terceristas de la Europa y más tarde por los mismos amos del capital al estilo Angelini o Luksic, siendo por tanto cooptados muchos(as) a medida que pasaban los años.

Un buen lote de ellos ha hecho el mea culpa, otras permanecen impávidos o acomodados y también están los que dieron un paso al lado y han recordado aquella promesa que decía que una vez conquistado el poder se llamaría a una Asamblea Constituyente para devolverle la mano a todo ese pueblo que luchó unido por sacar al genocida Pinochet del poder.

En el interior de los partidos, la política ciudadana abre un gran debate: algunos radicales, comunistas, y socialistas, se han dado cuenta del fracaso de los doble discursos y que hoy lo que la ciudadanía clama es un compromiso político con cambios de fondo, con los que de seguro gran parte de la DC no comulgará.

La tarea no es fácil, el gélido neoliberalismo se instaló y se extremizó en Chile. El Estado fue poco a poco perdiendo soberanía sobre sus empresas claves, y la ola privatizadora que no ha parado hasta hoy, dejó a los pueblos reducidos de ciudadanos a meros consumidores.

Las personas desde entonces hemos sido llevados a un sistema donde nunca más se nos preguntó nada ni de forma ni menos de fondo. Se dejaron las reglas acomodadas no precisamente para asegurar a los ciudadanos derechos básicos, como el derecho a tierra, a alimentación y a casa, proliferando edificios donde se mezclan los negocios inmobiliarios y la especulación financiera, habiendo plantas vacías que se debiesen entregar a los sin techo antes que seguir aprovechándose de la desgracia de una nación endeudada por esa banca internacional, que tanto goza en Chile, le paguen o no, pues lo que les interesa hoy es limpiar sus activos tóxicos cobrando altos intereses al trabajo de una nación bajo las cadenas que hoy venimos a romper.

Y es que no puede ser que para cursar estudios universitarios, hoy las alternativas que se barajen sigan en manos de la banca privada usurera, nuestros estudios son devueltos al Estado en nuestra vida trabajadora con nuestra propia productividad, física o intelectual, más encima los que hacen un ejercicio empresarial les retribuimos con impuestos o bien de nuestras boletas de servicio les prestamos plata mes a mes sin intereses que luego nos devuelven desfasado un año, y aquellos que imponen parte de su trabajo por mucho tiempo jamás se enteraron del cuánto lucraron unos pocos privadamente.

Por su parte, el Servicio de Impuestos Internos a los que tiene que cobrar no lo hace, o están los favorecidos llenos de exenciones de las que no goza el ciudadano de a pie. Son las grandes mineras, a las que el servicio de aduanas no les cuenta el Oro y otros metales que se han llevado durante años siendo disminuido nuestro Cobre, la Viga Maestra que podría dar salud, educación y elevar la calidad de vida de todo hijo de Chile, pero continúa siendo saqueado y hemos venido a decir ¡Basta!

Hoy en Chile variopintas asambleas ciudadanas han ido aflorando por motivos de proyectos energéticos o extractivos nocivos o que simplemente no son deseados por la comunidad, las surgidas al calor de luchas por la educación pública en escuelas, liceos y universidades, las de las comunidades afectadas por el terremoto y tsunami a las que el Gobierno ha tardado largamente en dar solución de calidad definitiva, las de ciudades que reclaman porque parte de los tributos de la industria extractiva queden en el territorio, como Calama, y otras espontáneas, la que despertó a todo Magallanes por el alza en el precio de los combustibles.

Ese clamor popular democratizador ha ido dando que hablar y ya los medios extranjeros se han fijado en Chile mostrando con mucho más tino lo que realmente sucede en nuestro país.

El descrédito en que han caído algunos medios masivos nacionales, se ha evidenciado. Pero en algo y de a poco parecen reaccionar sus editoriales dándose cuenta que no pueden ser tan caraduras, más cuando hoy los ciudadanos registran autónomamente sus imágenes, han desarrollado sus medios de comunicación y se mueven en redes sociales que van más allá de un partido, siendo un movimiento de millones de personas en contra del modelo aunque traten de recortar las cifras.

Pero esa victoria que ya es casi nuestra, intentará ser boicoteda con infiltrados, escuchas telefónicas y otros; no podemos ser ingenuos, hermanos aún queda camino por recorrer. Por eso el llamado es a continuar con las impecables prácticas políticas y sus arrojados delegados siempre pendientes por el colectivo frente a mezquindades personales. Por eso el llamado es manteneros en estado de movilización permanente por nuestros derechos y esta histórica lucha que traiga felicidad y bienestar a las presentes y futuras generaciones. A no bajar los brazos y a tratar de transformar esa rabia acumulada en creatividad política que no ejerza jamás violencia física contra personas, pero que sí con su pasión haga primero vibrar y luego estallar la perversa institucionalidad de Pinochet que aún nos rige.

Que nazca un Nuevo Chile y una nueva Latinoamérica junto a los pueblos, adelante todos quienes ya nos sentimos constituyentes de este gran desafío. ¡Viva la Asamblea Constituyente!

Por Bruno Sommer Catalán

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones