Un cambio institucional en Chile, requiere un Ágora constituyente, abierta y popular

Cuando el Ágora fue la plaza pública de los ciudadanos, hizo descender  de cierta forma a la Acrópolis, porque esa discusión sobre el futuro, fue trasladada de escenario

Por Director

25/07/2011

Publicado en

Editorial / Portada

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Cuando el Ágora fue la plaza pública de los ciudadanos, hizo descender  de cierta forma a la Acrópolis, porque esa discusión sobre el futuro, fue trasladada de escenario. La discusión política, religiosa y del mercado dejó de ser exclusividad de los “Dioses” y los ciudadanos tomaron cartas en el asunto.

No obstante hace unas tres décadas quienes se han dado del nombre de agoristas, son una corriente de anarco capitalistas que restringe la visión del Ágora al mercado. Esta corriente de influjos anarquistas que se declara de izquierda pero que tiene un sentido más evidente hacia beneficios individuales que del colectivo, deambula por las redes.

Supuestamente sin perjuicio de terceros y con enemigo declarado el Estado, se ofrecen segmentos de mercado y transacciones que ocurren en espacios llamados zonas grises e imperceptibles para los aparatos estatales de control de estas materias.

Un acto “libertario” al que habría que poner ojo pero difícil de detectar con un Chile que aún mantiene secreto bancario para los grandes y sapea a los pequeños quienes son finalmente los más cumplidores y menos evaden. Peor aún, que proporciona la información de las personas para proteger a la Banca al momento de emitir un crédito.

Pero hasta dónde un acto puede ser considerado como libertario? ¿Qué pasa si este acto contraviene no solo reglas, sino que vulnera a personas condenándolas a la desigualdad? ¿Es el mantener la desigualdad y la supremacía de unos sobre otros un acto libertario? ¿Libertario de quién?

Son estas algunas interrogantes que queremos dejar planteadas ante un inminente cambio en la institucionalidad de Chile donde está por verse si habrá finalmente, más o menos Estado, más o menos desigualdad en la entrega de la educación y el conocimiento a sus habitantes.

Por Bruno Sommer

Otro breve texto: Restaurar los diálogos

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