Las mujeres a la cocina… a algunas cocinas

El mundo de la cocina es una prueba más de que a las mujeres aún nos queda mucho por conquistar. Cuando un machirulo te manda a la cocina, te manda al espacio privado. Pero los grandes chefs, siguen siendo hombres. Elo reflexiona sobre ello.

Por Marta Ubeda

01/08/2015

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Género / Tendencias

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Mujeres cocina

Probablemente pueda poner la mano en el fuego (o en los fogones, teniendo en cuenta que mi artículo va sobre cocina) y no me quemaré si digo que, de las personas que lean este artículo, un 90 por ciento de ellas han disfrutado (o disfrutan) durante su infancia y adolescencia de sus tres comidas diarias gracias a que sus madres se las preparaban. Porque tradicionalmente han sido las madres las que nos han cocinado todos esos suculentos platos que nos han hecho ponernos fuertes y crecer, ya sea a lo alto o a lo ancho. Puede que nuestros padres hicieran alguna que otra comida. No sé cuál es vuestra experiencia, pero los padres suelen cocinar para lucirse (por ejemplo, la famosa paella de los domingos) y las madres cocinan los platos del día a día.

Sí, ellas son las que se dejan los sesos pensando en qué hacer cada día; tarea que he llevado durante bastante tiempo yo misma y que, creedme, no es nada fácil. Las ideas se acaban, no siempre se tiene tiempo para innovar y muchas veces simplemente no hay ganas de meterse en la cocina durante horas para hacer algo que nos vamos a comer en quince minutos. Sin embargo, si nos fijamos en el mundo de la alta cocina… ¿Cuántos nombres de mujeres nos vienen a la mente? Seguro que sois capaces de nombrarme a unos cinco, o incluso diez cocineros famosos. ¿Dónde están las mujeres?

Pongo por ejemplo uno de los concursos de cocina más prestigiosos del mundo: El Bocuse d’Or. Existe desde 1987 y se celebra cada dos años. En cada edición se entregan tres premios: el Bocuse de oro, de plata y de bronce. En estas catorce ediciones, tan solo una mujer ha conseguido alzarse con el premio; el de oro. No encontramos a ninguna otra mujer en la segunda ni la tercera posición. En cuanto al premio nacional de gastronomía en España, en sus cuarenta ediciones han premiado a ocho mujeres. La representación es considerablemente menor. Parece ser que las mujeres no cocinan… Entonces, ¿por qué son las que a diario nos deleitan con sus recetas?

Considero que esto no es sino el reflejo del famoso techo de cristal. La cocina, como la mayoría de aspectos de nuestra sociedad, está controlada por los hombres si nos referimos al alto nivel. Cuando se trata de trabajar en el ámbito público, nosotras lo tenemos mucho más difícil. Sin embargo, ocupamos nuestro tradicional lugar en lo privado. De hecho, seguro que muchas de vosotras habéis escuchado el asqueroso argumento machista en el que se nos dice que no debemos salir de la cocina. Claro, en nuestra cocina sí. Pero en las cocinas de restaurantes de prestigio… Ahí sólo entran los hombres.

Samantha Vallejo-Nájera, jurado de Masterchef, dice en esta entrevista que el mundo de la cocina es machista. Aunque para nada comparto que diga que es algo que hay que asumir, lo pongo de ejemplo para dejar patente que, incluso alguien que trabaja en el mundillo, considera que hay machismo. Buscando información para este artículo, me he encontrado con una recopilación de vídeos en la que podemos comprobar cómo la publicidad muestra a los hombres como expertos cocineros y a las mujeres como cocineras de su casa. La publicidad refleja esa imagen colectiva que tenemos de nuestra madre cocinando pero de Arguiñano o Chicote en la televisión haciendo recetas.

Como en todo, romper estos esquemas es difícil. Pero ahí tenemos a Carme Ruscalleda, la mujer con más estrellas Michelin, demostrando que se puede llegar a lo más alto. Y, ya que antes he mencionado a mi querido Arguiñano, recuerdo que en su visita al programa Top Chef reivindicó la figura de esas mujeres que llevan toda la vida cocinando en su casa y a las que no se les ha reconocido el esfuerzo a pesar de que nos han alimentado y nos han hecho disfrutar generación tras generación. Desde aquí, yo le doy las gracias a mi abuela, a mi madre y a todas las abuelas y madres que han trabajado duro para que pudiéramos disfrutar comiendo.

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