“Minibuses rosas”: Mujeres afganas frente al volante

"Me encanta conducir y me interesa mi trabajo. La única preocupación que tenemos es la inseguridad", afirmó Haidary, de 36 años

Por Félix Eduardo Gutiérrez

03/12/2019

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Para romper con ese paradigma, surgió Pink Shuttle (Minibuses Rosas), un programa piloto que emplea únicamente a mujeres para transportar a las pasajeras y a sus hijos a través de la capital afgana.

Haidary es una de las cuatro conductoras que trabajan para la empresa de transporte. Ella y sus colegas fueron elegidas entre 100 candidatas.

«Me encanta conducir y me interesa mi trabajo. La única preocupación que tenemos es la inseguridad», afirmó Haidary, de 36 años, que también trabajó como periodista de televisión, reseñó la agencia AFP.

Este servicio de traslado está ayudando a las mujeres a superar los numerosos desafíos que enfrentan para desplazarse en Kabul, donde una lamentable falta de opciones de transporte se ve agravada por el riesgo de acoso si caminan por las calles.

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«Minibuses Rosas» está dirigido por Nove Onlus, un grupo no gubernamental italiano. Foto: AFP.

«Tenemos problemas de transporte, especialmente nosotras. De hecho, en Kabul, el transporte público no existe, aún menos para las mujeres», explicó la coordinadora del proyecto, Obaidulá Amiri.

«Minibuses Rosas» está dirigido por Nove Onlus, un grupo no gubernamental italiano que, a su vez, es apoyado por la fundación Only The Brave, creada por el diseñador de moda Renzo Rosso.

Actualmente, el servicio se ofrece de forma gratuita a un número limitado de pasajeras previamente aprobadas. Nove Onlus espera que sea financieramente sostenible en el plazo de dos años.

Según Jan Mohamad Shinwaray, jefe de policía del departamento de tráfico de Kabul, el número de mujeres que conducen en la capital aumenta constantemente, con 275 licencias aprobadas en el primer semestre del año.

Este es un gran salto. Entre 2012 y 2016, sólo 1.189 mujeres en total obtuvieron licencias en la ciudad, según Nove Onlus. Es un «cambio positivo ver a las mujeres afganas conducir en Kabul», comentó Shinwaray. «No hay restricciones para que las mujeres se conviertan en conductoras».

Pero avanzar en Kabul no es tarea fácil. El tráfico puede ser fluído en un momento y, de repente, se paraliza durante horas. Las señales de tránsito son inexistentes y pocas de las calles llevan nombre. Por lo general, el más grande de dos vehículos gana el derecho de paso.

La congestión empeoró en los últimos años, puesto que Kabul fue recortada en porciones cada vez más pequeñas por nuevas medidas de seguridad, mientras que calles enteras y lugares de interés desaparecieron detrás de enormes muros de protección, tras la intervención extranjera.

Cuando los insurgentes talibanes extremistas llegaron al poder en 1996, las mujeres se vieron obligadas a quedarse en casa. Se les prohibió la mayoría de los trabajos y se les privó de su derecho a la educación.

Después que éstos fuesen derrocados, a finales de 2001, la igualdad de género se consagró en la constitución afgana, aunque la discriminación sigue siendo generalizada. Afganistán ha sido uno de los países intervenido por los Estados Unidos.

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