La humillación de una población y sus posibles consecuencias nocivas

El humillar a una población, fue tras la Primera Guerra Mundial, una política tal vez desacertada

Por Arturo Ledezma

28/09/2015

Publicado en

Justicia y DD.HH / Mundo

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El humillar a una población, fue tras la Primera Guerra Mundial, una política tal vez desacertada. Y es que al Tratado de Versalles se le denominó y se le sintió como “Dictado” por la vencida población Alemana, consideración un tanto peculiar tratándose de un controvertido tratado de paz. Mediante este tratado se exigía al pueblo alemán que aceptara toda la responsabilidad moral por haber causado la guerra y se les condenaba a pagar exorbitantes indemnizaciones económicas. Esta deuda se terminó de pagar en el año 1983 y los intereses que generó la misma se liquidaron en octubre de 2010.

humillar

Una revisión de la historia permite encontrar una correlación entre el sentimiento de humillación y el posterior auge de ideologías totalitarias. La república de Weimer  fue el régimen que estuvo presente en Alemania durante los años de 1918 al 1933. Fue un periodo democrático que poco pudo hacer por paliar la dura situación de la población alemana sumida en una gran inestabilidad política y social. Fue en esta convulsa situación en donde las ideas que anteriormente fueron repudiadas triunfaron en las elecciones del  5 de marzo de 1933 otorgando la victoria al NSDAP (Partido Nacionalista Obrero Alemán) conocido por Partido Nazi, permitiendo el ascenso de Adolf Hitler.

El endeudamiento es una práctica que dentro de las economías capitalistas se asume, tanto por parte de los gobiernos como por parte de empresas y ciudadanos. La estructura social ha sido creada para abastecerse de capital con el cual llevar a cabo las transacciones que permitan crear una economía productiva. Es función de los gobiernos permitir que los logros de la economía puedan distribuirse creando sociedades ricas y prosperas para su población.

La idea de una Europa común que hermanase a los países para evitar conflictos, nació de un deseo de cambiar conflicto por colaboración. Tras la Segunda Guerra Mundial se crearon organizaciones nacidas con la intención clara y diáfana de prevención, como fue la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Un proyecto común como la Unión Europea nació en su origen de una organización previa la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) fundada en 1950 por el ministro francés Robert Schuman  y el negociador francés Jean Monnet  dando lugar a la llamada Europa de los seis: Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos.

Han pasado muchas vivencias y procesos sociales  para los pueblos que actualmente forman los veintiocho Estados Europeos. El reconocimiento a estos esfuerzos como Institución Internacional se llevó a cabo en 2012 cuando se le concedió a la Unión Europea el Nobel de la Paz, por llevar a cabo durante seis décadas un claro avance hacia la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa.

No se puede dudar que en esta Institución no todos los participantes se sienten iguales ni todos tienen el mismo grado de libertad. De nuevo una vez más la palabra ausente en esta trilogía es “Fraternidad”. El actual gobierno Europeo tiene una mayoría de ideología conservadora impregnada de una concepción de la vida que nutrió el ideario neoliberal iniciado en los años setenta del pasado siglo con los gobiernos de Reagan y Thatcher.  Sus políticas favorecieron una desregulación que terminó con procesos en los que la privatización de lo público y un ascenso de prácticas especulativas acabaron por desestabilizar los mercados y sumir a millones de seres humanos en una crisis económica y de valores.

Tras evidenciar los difíciles problemas económicos que están azotando a la población griega y la difícil situación del gobierno de Syriza,  llama poderosamente la atención la forma en que el ex ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, define lo acontecido en su país, “Está pensado como una declaración que confirma que Grecia acepta convertirse en un vasallo del Eurogrupo” […] ”Es pura y simplemente una manifestación de una política humillante”[1] Una vez más un pueblo se siente humillado por las condiciones a las que se le somete para abonar su deuda.

Una palabra de origen griego, empatía (ἐμπαθής) ayuda a comprender cómo se pueden sentir millones de seres humanos cuando sienten que son los socios más desiguales de una institución que fomenta la igualdad entre sus lemas. La empatía es la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir. Tal vez como proyecto común y ciudadanos de una comunidad sería preciso, una vez más, incorporar en los sistemas educativos valores de cohesión social como son la solidaridad y la empatía que fortalecen la calidad humana.

Hay frases que se repiten en el tiempo, aprendamos de nuestros errores…

[1] http://goo.gl/2UatKt

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