El espacio que se mantuvo cerrado desde 2009 será reinaugurado este miércoles 2 de mayo a las 7 de la noche

El Café Rajatabla reabre sus puertas

Ubicado en el corazón de Bellas Artes (en Caracas), inició como un carrito que vendía comida e hidratación al público que frecuentaba el Ateneo de Caracas en los años 70. Su popularidad, durante los Festivales Internacionales de Teatro y el Festival de Nuevas Bandas, lo llevó a posicionarse como una referencia obligada de aquellos que disfrutaban la movida nocturna caraqueña

Por José Gabriel Diaz

02/05/2018

Publicado en

Cultura / Teatro / Venezuela

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No necesitaba estar a la vista de todos para recibir cada noche cientos de visitantes. Tampoco necesitó ser parte del extinto Ateneo de Caracas, hoy Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), para sentirse una extensión del complejo, pues dada su cercanía con el lugar y su simple misión de acercar y entretener a artistas, actores y público, le garantizaban protagonismo en la movida cultural caraqueña.

Cerrado en 2009, tras el nacimiento de la casa de estudios, se mantuvo en funcionamiento durante 30 años, y rescatado reabre sus puertas hoy miércoles 2 de mayo a las 7 de la noche.

Ubicado en pleno corazón de Bellas Artes (entre el Teatro Teresa Carreño y la sede de Unearte), el Café Rajatabla vuelve como espacio para la difusión cultural y artística de grandes y pequeños creadores. Se mantendrá como espacio alternativo a los del Este de Caracas, con el carácter relajado y bohemio que le caracteriza, para recibir a universitarios, teatreros, hippies, rockeros y salseros.

Reacondicionado y abierto a todos sin excepción, se inauguró en la década de los 70 con intención de elevar la memoria de Rajatabla, manteniendo ese carácter oscuro e irreverente que caracterizaba a una de las mejores agrupaciones teatrales del país. De entrada angosta, contará con terraza, barra y baños.

En el pasado inició como un carrito cercano a la antigua quinta del Ateneo en el que se ofrecían bebidas y alimentos. Demolido este espacio, se fue moviendo hasta ubicarse detrás del Teatro Rajatabla. Con el aumento de visitantes el carrito pasó a ser un kiosco que fue sumando la música y el baile al aire libre. Apiñadas mesas y sillas de plástico recibían a curiosos y asiduos. Su éxito, sobre todo durante los Festivales Internacionales de Teatro y el Festival de Nuevas Bandas, lo llevó a posicionarse como una referencia obligada de aquellos que disfrutaban la movida nocturna caraqueña.

Decadente, a ratos, por la libertad que suponían sus espacios y la apertura de mente del público que lo visitaba, fue también un lugar para estrecharse la mano con los grandes de la dramaturgia y el teatro, para conocer a los actores, compartir y pasarla bien.

Hoy, a su regreso, apuesta a reencontrar a la fauna nocturna y cultural caraqueña, así como con las nuevas generaciones.

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