Consecuencias de la gestión de la crisis migratoria en Europa

La vergüenza de Europa

Hace meses que en Europa llegan miles de migrantes que huyen de la miseria, los conflictos que acechan sus países de origen y los regímenes autoritarios. Son personas que proceden de Oriente Medio (Siria, Afganistán) y África (Eritrea, Somalia, Sudan Nigeria, Ghana, entre otros) y que intentan llegar al Viejo Continente para recomponer sus vidas.

Por Meritxell Freixas

03/09/2015

Publicado en

Mundo

0 0


Cruzan el Mediterráneo y llegan a las costas griegas e italianas para traspasar los Balcanes y llegar a Hungría. El sueño de muchos de ellos es Alemania, donde esperan conseguir el estatus de refugiado que les garantice los derechos básicos y la oportunidad de buscar un trabajo.

crisis_migratoria

Según la Agencia Europea de Vigilancia en Fronteras (Frontex), sólo esta semana llegaron a Grecia más de 23.000 inmigrantes, un 50% más respecto la semana anterior. En Serbia entran cada día más de 3.000, según datos del departamento jurídico de la Agencia Europea para los Refugiados (ACNUR). Macedonia hace semanas que decretó el estado de emergencia en sus fronteras ante el incremento exponencial de migrantes y refugiados.

En Hungría la estación de ferrocarril Keleti de Budapest está desbordada, con cientos de personas que esperan poder subirse a un tren que les lleve al país germánico, que en el mes de agosto registró 104.460 solicitudes de asilo. Ayer hubo protestas y algunos incidentes con la policía húngara por haber bloqueado durante todo el día los accesos a la estación.

Cifras y más cifras que esconden la necesidad de sobrevivir. Vencer cada uno de los obstáculos que significa pasar de un país al otro. Naufragar durante semanas en el mar, cruzar las fronteras a escondidas, superar los controles de inmigración o abonar importantes cantidades de plata a las mafias organizadas que se lucran con la miseria de los que escapan, son algunas de las peripecias que estas personas tienen que afrontar.

El panorama en los bordes de los Veintiocho cada día es más dramático. Sin embargo, los gobernantes europeos siguen, entre cumbres y reuniones, sin ser capaces de articular una solución. Europa se retrata frente a la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. Demuestra al mundo como esa llamada Unión Europea no es nada más que una alianza que sólo sirve al mercado, nunca a las personas. No responden con políticas de asilo justas y no existe unidad de criterios sobre cómo hay que gestionar la llegada de migrantes a sus fronteras.

Una Europa que además carga con la responsabilidad de ser cómplice de muchos de los conflictos desencadenados en los países de origen de los que deciden escapar como la guerra civil de Siria, donde los gobiernos mostraron su hostilidad a la revolución del país y contribuyeron a reforzar la reacción de los yihadistas y, a la vez, a sostener al régimen de Bashar Al-Assad. En palabras del analista Juan Luis González Pérez: «El flujo migratorio que se ha registrado en estos años se debe, entre otras razones, a las guerras en las que Europa está participando como cómplice de Estados Unidos y de Israel en Oriente Medio”.

Pero lo más rancio de esa Europa lo ejemplifican países como España. El Gobierno de Mariano Rajoy se permite el lujo de regatear las cifras de refugiados que el país puede acoger. Hasta el pasado martes se mostró contrario a acoger la cuota de refugiados que se le pedía para distribuir de forma equitativa la llegada de migrantes. Hoy el presidente del Consejo de Europa instó a los países europeos a aceptar que cada país acoja 120.000 refugiados y aumente sus esfuerzos y financiamiento.

Por ahora, sólo la canciller Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, han mostrado un actitud dispuesta a buscar una salida a la crisis humanitaria: “Los centros de acogida deben abrirse este año y sin dilaciones”, afirmó la canciller. “Esos centros son muy necesarios y deberán tener la misión de preseleccionar a quienes tienen opciones de recibir asilo y devolver de inmediato a sus países a quienes no cumplen los requisitos para obtener asilo”, aseguró Holland, por su parte, esta semana.

Es precisamente la clasificación entre refugiados e inmigrantes económicos puede complicar las cosas a muchas de las personas que estos días intentan cruzar fronteras.

Mientras, como ocurre a menudo, la respuesta de la sociedad civil se ha anticipado a la de la política. Son muchas las organizaciones de diferentes países que se activaron para empezar a organizar la acogida de refugiados a través de redes de familias que se ofrecen para ello.

Aún así, las soluciones que por ahora se ponen encima de la mesa tienen más de parches puntuales que de respuestas reales para afrontar la situación. El cambio real pasa por modificar las políticas migratorias europeas y facilitar aspectos como la concesión de visados, el reagrupamiento familiar, la promoción de reasentamientos y la admisión de mayores cuotas de migrantes.

Meritxell Freixas

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones