Por qué la moderadora del debate presidencial Clinton-Trump distorsionó la realidad sobre Siria

La forma en que la animadora Martha Raddatz de ABC News planteó su pregunta sobre Siria en el segundo debate presidencial que enfrentó al candidato republicano Donald Trump y a la demócrata Hillary Clinton, muestra cómo los medios convencionales de EEUU se han convertido en el motor principal de las guerras, indica el periodista Robert Parry

Por Matías Rojas

13/10/2016

Publicado en

Mundo

0 0


Debate

La forma en que la animadora Martha Raddatz de ABC News planteó su pregunta sobre Siria en el segundo debate presidencial que enfrentó al candidato republicano Donald Trump y a la demócrata Hillary Clinton, muestra cómo los medios convencionales de EEUU se han convertido en el motor principal de las guerras, indica el periodista Robert Parry.

La corresponsal de la cadena de noticias norteamericana, con profundo sesgo, presentó el conflicto sirio como una agresión bárbara por parte del gobierno de Bashar Al Assad y sus aliados rusos contra el pueblo, particularmente inocentes de Alepo.

«Hace pocos días, el Departamento de Estado pidió una investigación por crímenes de guerra del régimen sirio de Bashar Al Assad y su aliado, Rusia, por su bombardeo de Alepo», dijo Raddatz. «La próxima pregunta proviene de redes sociales, a través de Facebook. Diane de Pensilvania pregunta, si ustedes son presidentes, ¿qué harán respecto a Siria y la crisis humanitaria en Alepo? ¿No será muy parecido al Holocausto, cuando EEUU esperó mucho antes de ayudar?»

La interrogante aseguraba una respuesta de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton acerca de su determinación por expandir la intervención militar de EEUU en Siria al establecer una «zona de restricción aérea», medida que, según oficiales castrenses, requerirá de una operación masiva que podría resultar en el fallecimiento de muchos sirios, entre soldados y civiles, porque implicaría eliminar los sistemas de defensa sirios como también su fuerza militar en los cielos.

La pregunta «cargada» de Raddatz también pretendía influenciar – o engañar – a la opinión pública, indica Parry. Un planteamiento más balanceado y honesto habría sido, agrega el investigador, el siguiente:

«Qaeda y sus aliados rebeldes, incluyendo algunos que han sido armados por Estados Unidos, están escondidos en algunos vecindarios del este de Alepo. Ellos han lanzado cohetes a la zona central y occidental de Alepo y han disparado a civiles que intentan abandonar el este de Alepo a través de corredores humanitarios.

«Estos terroristas y aliados de ‘moderados’ rebeldes, al parecer, están usando como ‘escudos humanos’ a miles de civiles en el este de Alepo para crear simpatía en las audiencias de Occidente cuando el gobierno sirio busca sacar a los terroristas y otros insurgentes de dichos vecindarios, con ataques aéreos que han matado tanto a combatientes como civiles. En esas circunstancias, ¿cuál debiera ser el rol de EEUU? ¿Fue un error haber suministrado cohetes sofisticados y otras armas a estos combatientes, tomando en cuenta que el armamento ha ayudado a Al Qaeda a hacerse con el territorio y controlarlo?».

Si Raddatz formulara su interrogante en base a una complejidad mayor – agrega Parry – y Clinton respondiese igualmente con la opción de la restricción aérea, la contrapregunta sería: «¿Esa intervención militar no constituiría una guerra agresiva contra Siria, en violación a la Carta de Naciones Unidas y los principios de Nuremberg?»

«¿Y una estrategia así no pondría en riesgo el equilibrio militar dentro de Siria en favor de Al Qaeda y sus aliados jihadistas, posiblemente a su grupo anexo, el Estado Islámico? ¿Qué haría entonces Estados Unidos si la destrucción de la fuerza aérea siria provoca que la bandera negra del terror jihadista flamee en Damasco, al igual que en todo Aelpo? ¿Una administración de Clinton enviaría tropas estadounidenses para detener la masacre de cristianos, alahuíes, chiítas y suníes?»

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones