Farage y Johnson, los ideólogos del Brexit que consiguieron arrastrar al Reino Unido fuera de la Unión Europea

El proyecto de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea tomó forma como principal clave de campaña para el partido conservador de Gran Bretaña y el UKIP, por la Independencia de Reino Unido. Sus líderes, Nigel Farage y Boris Johnson encontraron el apoyo de una ciudadanía desencantada con la economía y, sobre todo, intolerante a la entrada de inmigrantes.

Por Sofia Olea

28/06/2016

Publicado en

Mundo / Política / Portada

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Farage-y-Johnson

Los agentes políticos que más han destacado por influir en el voto ciudadano y arrastrar a Reino Unido (UK) hacia fuera de la Unión Europea (UE) son principalmente dos: Nigel Farage, líder del partido euroescéptico UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido), y Boris Johnson, miembro del Partido Conservador y ex alcalde de Londres, quien terminó su segundo período en mayo de 2016. La presión de ambos líderes llevó a que en 2013 el primer ministro británico, David Cameron (también conservador), prometiera un segundo referéndum (el primero fue en 1975) para que la ciudadanía decidiera si quedarse o abandonar la UE, el que finalmente se llevó a cabo  la semana pasada.

Como consecuencia de la victoria del Partido Conservador en las elecciones generales de 2015  y por las presiones de UKIP, el proyecto de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea tomó forma como principal clave de campaña para ambos grupos, encontrando el apoyo de una ciudadanía desencantada con la economía y reticente a la entrada de inmigrantes, y bautizándose como Brexit; a partir de las palabras Britain (Bretaña) y exit (salida). Desde entonces, Farage y Johnson han sido los principales defensores del movimiento.

Hace menos de dos semanas –sólo unos pocos días antes del referéndum, Nigel Farage exhibía uno de sus carteles de campaña por el Brexit, en que se leía ‘Punto de quiebre: la UE nos ha fallado. Debemos liberarnos y tomar el control’. Un mensaje que no tendría una connotación tan fuerte de no ser porque la imagen que servía de fondo al lema era la foto de una amplia fila de inmigrantes, aparentemente de Medio Oriente. Claramente la campaña por la salida, tal como esta propaganda, se apoyaba en una visión, si no racista y xenofóbica, al menos guiada por el terror y la resistencia a adoptar políticas que hicieran frente a la crisis de inmigrantes. El cartel fue denunciado por sus detractores y calificado por uno de ellos como «un intento descarado por incitar al odio racial».

poster

Farage representa al Sudeste de Inglaterra en el Parlamento europeo. Curiosamente desde ese escenario ha estado luchando incansablemente por sacar a Reino Unido de la UE. Un año después de que el país británico formara el Tratado de Maastricht, en 1992, en que se consolidaba la creación de la UE como la conocemos hoy y se establecía el euro como moneda única –con excepción de UK, que mantuvo la libra– Farage dejaba al partido conservador y fundaba el UKIP, un proyecto que no tuvo muchos triunfos ni popularidad, hasta que Europa empezó a experimentar la crisis de refugiados. El partido consiguió el tercer lugar en Reino Unido en las elecciones europeas de 2004, el segundo en las de 2009 y el primero en las de 2014, superando a conservadores y laboristas.

Gran parte de la población británica se sintió amenazada por un nuevo y potencial cambio, que vendría a reforzar la incertidumbre de medio país patriótico, nacionalista y traumatizado por las crisis económicas del nuevo siglo. Las declaraciones de Farage sobre una Bretaña «invadida» por extranjeros, donde «ya casi no se habla inglés» y abogando por el Brexit, echaron gran parte del combustible que puso a andar los motores de una salida de la UE. El viernes 24, cuando ya se sabía que más de la mitad de los británicos habían elegido el Brexit y medio mundo se lamentaba por una decisión que muchos califican como lamentable, Nigel Farage descorchaba una botella de champaña y Donald Trump pisaba UK para celebrar la misma causa.

Pero si se trata de hacer analogías con Estados Unidos, se dice que es Boris Johnson el Trump de los británicos; no sólo por su presencia rubia y desgarbada, sino también por un estilo muy mediático y bufonesco, que le ha significado tanto la simpatía como el rechazo de pares y de la opinión pública. Johnson tiene una carrera como periodista, historiador y político. En 1989 se convirtió en el periodista favorito de Margaret Tatcher al publicar un artículo llamado El Plan Delors para gobernar Europa, haciendo referencia al informe de la comisión presidida por Jacques Delors, del mismo año, que conducía a la unión económica y monetaria para los países de Europa, cuya expresión más patente sería el euro; moneda que Reino Unido rechazó.

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Johnson ha sido vicepresidente del partido conservador, portador del partido bajo el liderazgo de Cameron, alcalde de Londres por dos períodos y uno de los más acérrimos impulsores del Brexit.

Luego de la derrota de la opción de permanecer en la Unión Europea, Cameron –quien a pesar de ser conservador, como su colega en la política, no apoyaba el Brexit– anunció su decisión de dimitir a su cargo en octubre de este año, argumentando que para el nuevo período que se avecinaba, era necesario un nuevo liderazgo. Siendo Johnson el siguiente de a bordo en el partido, figura de la derecha más conservadora y principal responsable del actual estado de las cosas, se vislumbra como el más probable primer ministro para el futuro de Reino Unido. Si es que éste permanece unido.

Las consecuencias del Brexit

Ya Irlanda del Norte, una nación que finalmente se recuperaba de las crisis, temía que si la salida se hacía efectiva, volvería el conflicto a la región. Luego del resultado del referéndum. Escocia, cuya gran mayoría –al igual que Irlanda del Norte– votó por la permanencia, anunció que nuevamente llamaría a su propia independencia a través del voto ciudadano. Para el resto del país, el golpe de los resultados del referéndum llegó a provocar el arrepentimiento de algunos votantes que optaron por la salida.

La noche de las elecciones, el euro se desplomó y la libra llegó a su nivel más bajo desde 1985. UK todavía debe decidir qué tipos de tratados comerciales iniciará con otras naciones y qué alianzas estratégicas podría establecer con otros países europeos que no son parte de la UE.

El Brexit ha afectado las inversiones, la moneda y el mercado inmobiliario de Gran Bretaña. Los jóvenes, principales beneficiados con la libre circulación como ciudadanos europeos, quienes pueden trabajar, estudiar y vivir sin visa en cualquiera de los países del bloque de los 28 (que pronto serán 27), también esperan en vilo la definición de un futuro que tendrá que reconfigurarse.

Una buena parte de la clase política se jugaba una de sus cartas más extravagantes y osadas con el proyecto del Brexit, y ahora que han ganado, ni ellos saben hacia dónde mirar. Han pasado 4 días desde que el referéndum arrojó su resultado y aún no hay claridad sobre cuál será el futuro de Gran Bretaña. Los cambios abarcan desde una inestabilidad financiera, la que ya se mostró, hasta nuevas políticas de refugiados para el país; ahora más polarizado que nunca y en manos de una clase política que se radicaliza.

 

El Ciudadano

 

 

 

 

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