Perder la paz: El mayor temor de Irlanda del Norte ante una salida de la Unión Europea

La de Irlanda del Norte es una paz ganada con sangre, sudor y lágrimas. Una paz que sería desperdiciada en un instante si Gran Bretaña elige dejar la Unión Europea.

Por Sofia Olea

21/06/2016

Publicado en

Mundo / Política / Portada

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En los últimos años, a Irlanda del Norte le ha tocado su buena parte de problemas, pero el Brexit podría ser su desafío más difícil hasta la fecha. Mientras las encuestas revelan que quedarse en la Unión Europea es igualmente posible que mantenerse dentro, las chances de una Irlanda del Norte post-Brexit deben ser consideradas seriamente, puesto que no hay un buen desenlace a la vista.

La semana pasada, David Cameron confirmó que serían necesarios más controles fronterizos, y ya sea mediante una frontera más estricta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, o con centros de control de entrada y salida entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña, cada solución sería desastrosa para la provincia.

Han pasado casi 20 años desde el Acuerdo de Viernes Santo y en ese tiempo se han logrando grandes progresos. Desde el último referéndum, en 1998, Irlanda del Norte ha disfrutado de una paz relativa y la provincia ha florecido. La industria turística alcanzó un valor de 23 millones de libras y la economía se ha reanimado con la sorpresiva emergencia de una industria local firme, que alberga al reparto de Game of Thrones y a su equipo por seis meses cada año. La industria de la tecnología y la información también está creciendo y hay planes de atraer aun más inversión privada, mediante una disminución de impuestos a las corporaciones hasta un 12,5%, en concordancia con la República de Irlanda.

La mayor parte de este crecimiento ha sido cortesía de la propia Unión Europea. Irlanda del Norte recibió casi 2,5 mil millones de libras en la última ronda de financiamiento de la UE y se ha prometido un futuro fondo de 2 mil millones de libras antes de 2020. La Unión también ha contribuido a crear una serie de programas transfronterizos, tales como Intertrade, Peace y Tourism Ireland, los que han sido todos tremendamente exitosos en unificar a las comunidades del norte y sur de la frontera. Hoy, Irlanda del Norte está más integrada de lo que jamás había estado –aun cuando los ataques sectarios y los períodos de marchas de la Orden de Orange no se han acabado completamente.

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Pero dado el énfasis en la inmigración durante los debates del referéndum, si el voto por el Brexit gana, el control de la fronteras parece que se volverá un asunto prioritario. Si este control toma la forma de chequeos en los aeropuertos, al estilo ‘muro de Trump’, el resultado será igualmente alienante para una población que aún se está recuperando de décadas de división.

Instalar puntos de control a lo largo de la frontera sería debilitar instantáneamente una paz ganada con mucha dificultad y el solo impacto psicológico sería catastrófico. Un regreso a esas barreras y puntos de control armados, revolverá las memorias emotivas de muchos norirlandeses, que fueron testigos de años de violencia en pueblos fronterizos como Newry, Omagh y Derry, y existe un temor muy real de que éstos puedan llevar a un resurgimiento de la actividad disidente.

No seamos ingenuos; el peligro aún existen en la provincia y los paramilitares están esperando el momento para relanzar sus campañas. Sólo el mes pasado, Theresa May (conservadora británica) aumentó el nivel de amenaza de Irlanda del Norte a Gran Bretaña de moderado a severo, y en las últimas semanas ha habido redadas policiales en varios almacenes de armas clandestinas. Tal vez es por esta razón que las últimas encuestas muestran que los norirlandeses votarán por quedarse en la UE este 23 de junio. Simplemente los riesgos son muy altos y la provincia ha llegado muy lejos como para permitir que este progreso se deshaga por unas cuantas casillas que llenar en una papeleta.

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Extrañamente, el Partido Unionista Democrático (DUP, ‘Democratic Unionist Party’) ha estado haciendo una campaña agresiva en pro de un voto por dejar la UE, con una primer ministra, Arlene Foster, que hace caso omiso ante los temores de que aumenten las restricciones fronterizas. Incluso la secretaria de Irlanda del Norte, Theresa Villiersse ha subido al carro y no ha propuesto ninguna sugerencia viable para ver cómo funcionaría una Irlanda del Norte post-Brexit. En la ausencia de un plan cohesivo, Sinn Fein está empezando a proponer un nuevo referéndum para la unificación de Irlanda –una medida que tiene el potencial de deshacer todo el arduo trabajo del proceso de paz.

Para los residentes de Irlanda del Norte, la posibilidad de un regreso al conflicto ensombrece cada uno de los otros posibles beneficios o desventajas de un Brexit. Este voto podría cambiar todo, y finalmente los norirlandeses tendrán muy poca intervención en el resultado.

Con sólo poco más de un millón de personas idóneas para votar, no es muy probable que los votantes norirlandeses hagan una diferencia tan grande en el resultado final. El jueves, el futuro de Irlanda del Norte, se decidirá esencialmente por personas que no viven ahí. Puede que Gran Bretaña sea capaz de soportar un Brexit, pero Irlanda del Norte simplemente no podrá.

Por Kathryn Gaw para The Guardian.

 

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